Parte 40: El momento

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Leni veía a su hermanito Lincoln completamente quieto desde donde estaba. Lincoln no se movía, y su dolor era casi palpable. No cabía duda de que estaba en estado de shock, pero eso no evitaba que sintiera algo. Poco a poco, lentamente, las lágrimas asomaron en los ojos del único hijo varón de la familia Loud. Leni salió de su escondite y se acercó a la solitaria figura de su hermano. Su intención era apaciguarlo, pero no sabía si sería suficiente como para verdaderamente lograr algo.

Mientras se acercaba, su hermano fue hundiendo su cabeza cada vez más en su pecho; las sombras caían sobre sus ojos, al mismo tiempo que sus piernas flaqueaban y terminaba hincado en el suelo. 

- Lincky... ¿Te puedo abrazar?

El pequeño peliblanco no contestó por un tiempo; su dolor era tal que no podía dejar de pensar en ello. Leni lo dejó unos instantes para que pudiera contestar. Le acarició suavemente un hombro para confortarlo. Al final, Lincoln por fin asintió con la cabeza.

Leni tomó su lugar de hermana mayor y lo abrazó suavemente. Lincoln lloró con cada vez más fuerza; Leni sentía los hipidos de Lincoln en su pecho, mientras el plañido de su hermano le penetraba en el corazón. Los brazos de Lincoln estaban inertes en sus costados, sus lágrimas mojaban la blusa de Leni, y todos los regalos que tenía preparados cayeron al suelo. Y ahí, el hermano menor de Leni dejó salir toda su desesperación. Leni guió a su hermano hasta unas cuadras más alejadas del escenario. Sentó a su hermano en una banca y se acomodó a su lado, permitiendo que dejara salir todo su dolor sobre ella. Tardó más de una hora en calmarse, pero Lincoln finalmente dejó de llorar. Se sorbía la nariz y respiraba con dificultad, tratando de evitar pensar en su amiga cada pocos segundos.

- Leni... ¿Cómo me quito esto que siento...?

A Leni le dolió en el alma ver a su querido hermanito sufriendo de esa manera. 

- ¿Cómo le hago para dejar de sentir este dolor que tengo? ¿No puedo hacer nada para dejarlo?

- Ay, Lincky... Aunque hubiera una manera, no te la daría.

- ¿Qué...? ¿Por qué?

- Porque es lo que ocurre en la vida... Sin importar lo que sientas, sin importar lo mucho que llegue a doler, es importante que sientas ese dolor, porque eso es lo que te hace más fuerte.

- ...Duele -gimió Lincoln.

- Ya sé que duele. Pero eso es lo que hace al amor tan maravilloso, ¿no crees? Dos personas que sin importar todo el dolor que puedan sufrir, esa otra persona está ahí para apoyarte. Una persona que comparte todo ese dolor y te lo devuelve como amor. Esa persona que a pesar de cada dificultad que haya en la vida, no te abandonará y siempre estará a tu lado. Es solo que... No era Ronnie Anne.

Lincoln volvió  a llorar, desconsolado.

- Yo te cuidaré, hermanito. Yo sé que duele ahora... Pero llegará el día en que alguien te amará a ti, y tú a ella. Y cuando lo hagas, te prometo que serás más feliz de lo que nunca habrías estado en tu vida.

Lincoln miró directamente a los ojos de su hermana mayor, quien sabía que su hermano era fuerte y que superaría todos sus problemas. Leni miró esos ojos grandes y brillantes que pertenecían a su hermano menor. Y en esos momentos, Leni sintió que quería proteger a su hermano, a toda costa. Leni miró a ese pequeño ser que haría feliz a su familia por mucho tiempo, intentando encontrar la forma de alegrarlo. Y a pesar de que estaba sufriendo, sonrió. Ese niño albino que no parecía que se recuperaría tan pronto, le dio una sonrisa a ella. Una sonrisa que era para ella, y ella sola. No le había dado esa sonrisa a nadie, y sin embargo, ahí estaba, solo para Leni. Fue un regalo que ella guardó para siempre en su corazón. 

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