Parte 39: La pesadumbre

233 31 9
                                    

Leni se mantuvo inconsciente solo por unos minutos, pero, en el mundo de los sueños, las imágenes presentadas pueden durar horas o días, pues el tiempo en ellos siempre transcurre de manera distinta. En el caso de Leni, antes de que Lucy la despertara, la modista tuvo el recuerdo de algo que pasó en su pasado. Algo a lo que nunca le dio mucha atención por ser aún una niña, y ya de crecida, no lo recordaba.

Eso ocurrió cuando Lincoln y Ronnie Anne aún eran unos niños. Se conocían, pero, a diferencia de muchos niños que simplemente disfrutaban del tiempo que pasaban con sus semejantes, el albino solía juntarse con una niña, con una chica que, por mucho que no lo pareciera a primera vista, no era un varón. Lincoln lo sabía, y eso era lo que lo atrajo a ella en un principio. En lugar de asombrarse y repudiarla al descubrir su verdadero sexo, Lincoln siguió su amistad con ella. A la edad de siete años, ambos eran muy buenos amigos. Sin embargo, Lincoln cayó rendido ante la latina, pues, inconscientemente, disfrutaba de la compañía de alguien con la cual compartir sus gustos y diversiones con el sexo opuesto. Poco a poco, Lincoln aumentó sus sentimientos por Ronnie Anne, quien simplemente lo veía como alguien agradable. Fue entonces que el albino se enteró de una noticia: Ronnie Anne se iba de Royal Woods, pues se iba a vivir con su familia. El albino notó entonces que llevaba un largo tiempo enamorado de su mejor amiga. Si había una chica que lo había hecho sentirse querido y especial, esa era Ronnie Anne. Tenía que encontrar la forma de expresarle lo que sentía. Y si había alguien que conociera que supiera sobre sentimientos, era una de sus hermanas mayores.

Por su parte Leni, en esos tiempos, no tenía tanto que hacer. Su vida no tenía ninguna ocurrencia fuera de lo normal. Tenía pocas amistades y solía pasar más sus días con la familia. La rubia de doce años leía revistas, hablaba con su compañera de cuarto, jugaba de vez en cuando con alguna de sus hermana menores, pero sobre todo, hacía felices a todos a quienes rodeaba. Con una simple sonrisa era capaz de calmar a los corazones más oprimidos y hacer reír al más gruñón de los ancianos. Leni simplemente sabía qué hacía felices a los demás. 

Cierto día, la pequeña rubia estaba jugando en el columpio que tenían en su jardín, una llanta atada a un árbol. Escuchaba a sus hermanitas jugando en la casa, mientras sus padres las vigilaban. La niña estaba viendo hacia el cielo con ojos soñadores, cuando la puerta de la casa se abrió, dejando salir por un momento los ruidos que se producían adentro. Quien había salido era su hermanito Lincoln, quien se acercaba a ella con una sonrisa de oreja a oreja.

- Oye, Leni, ¿me puedes ayudar con algo?

- ¿Qué pasa, Lincky?

- Es que... Hay una chica que me gusta, pero ella se va a ir de la escuela. ¿Me puedes decir lo que tengo que hacer para que me quiera?

- Bueno... No sé si a esa chica le guste, pero puedo decirte muchas cosas que les gustan a las chicas. Puede que algo te sirva.

Lincoln habló con Leni por largo rato, pues el albino la veía a ella como a una especie de salvadora, y eso le gustaba. Leni no podía dejar de querer a su hermano, pues era el único hermano varón que tenía. Nunca olvidaría el momento en que su querido hermano llegó a la familia, pues ella misma fue la primera en cargarlo, y la primera en ver su sonrisa. Lo quería, y lo protegería con lo que fuera. Era por eso que trataba de darle los mejores consejos que podía, esperando que fueran de ayuda. 

Después de que Lincoln obtuviera unas flores, unos chocolates, un peluche, una carta, se vistiera formalmente, se bañara, se peinara, se lavara los dientes, se pusiera loción, y practicara lo que fuera a decir, Lincoln fue a declararle sus sentimientos a su amiga. Leni lo acompañó hasta la casa de la afortunada, y le deseó suerte antes de esconderse en unos arbustos. 

Lincoln tocó el timbre, y pocos segundos después, el próximo novio de Lori abrió.

- ¡Buenas tardes! Vengo a ver a Ronnie Anne.

- ¿Con Ronnie Anne? De acuerdo, yo le aviso, pero ¿quién...? ¡Oh! Tú eres el hermanito de Lori, ¿no?

- Sip. ¿Está Ronnie Anne?

- Si, ahorita la llamo.

El latino llamó a su hermana, y ésta llegó sonriendo al escuchar de quien se trataba. Sin embargo, su sonrisa flaqueó cuando vio el atavío del albino. Lincoln se hincó en una rodilla.

- Ronnie Anne Santiago... Eres la chica más bonita que he conocido. Sé que muchos no te ven de esta manera, pero yo no soy cualquiera. Soy tu amigo, pero yo siento por ti algo mucho más grande que una simple amistad. Eres la niña a la cual yo querría comprarle un helado, ayudarla con su tarea, llevarle la mochila, y cuidarla siempre. Adoro cuando me saludas, cuando hablamos, cuando reímos. Me gusta tu sonrisa, tu pelo, y no puedo evitar pensar que no nos podamos volver a ver. Así que... Ronnie Anne, ¿quisieras ser mi novia?

La morena se quedó quieta, cubriéndose la boca con sus manos, su cara sonrojada, con los ojos muy abiertos, las piernas como flan y el corazón latiéndole como nunca. Las lágrimas acudieron a sus ojos. Leni veía todo sonriente, confiando en que esas lágrimas ocultaran una sonrisa, y un grito emocionado. Pero cuando las manos de Ronnie Anne descubrieron su rostro, solo se podía reflejar el dolor que sentía.

- Lincoln... Yo... Lo siento, pero... Yo... Solo te veo como un amigo...

La sonrisa del albino se deshizo. Los chocolates cayeron al suelo, las flores parecieron marchitarse, y el cielo hasta pareció oscurecerse. 

- ¿Qué...? Pero yo... Yo...

- Lincoln, en serio te agradezco por todo, pero... Simplemente no siento lo mismo. 

Lincoln se levantó lentamente, y quiso retroceder.

- ¡No, espera! Yo... Lincoln, en serio te quiero mucho, y eres una persona increíble. Nunca me había sentido tan cómoda ni tan feliz con nadie más, pero... No puedo corresponder lo que sientes. 

Ronnie lloró como nunca lo había hecho. Su propia falta de feminidad hacía que los momentos en que lloraba dolieran incluso más. Leni no pudo correr para socorrer a su hermano cuando más necesitaba apoyo.

- Yo... Yo... En serio lo siento. No quiero que mi último recuerdo de ti sea cuando estés llorando, Lincky. En serio... En serio lo siento...

Ronnie abrazó al albino con el mayor cariño que pudo. Sin embargo, lo que más ansiaba el albino era un beso. Un único beso que lo apreciaría para siempre y que jamás olvidaría. Y ella era la que tenía que dárselo. Pero sabiendo que iba a ser mucho más doloroso hacerlo, Ronnie se contuvo. La pesadumbre en su pecho no tenía comparación. Le sonrió como pudo al albino y le dijo que jamás lo iba a olvidar.

- Sé que la chica perfecta aparecerá para ti... Y será mucho mejor que yo.

Ronnie nunca había experimentado algo así, por lo que no sabía qué decir para alivianar el golpe. Le dio un pequeño beso en la mejilla a su mejor amigo. Ronnie Anne retrocedió lentamente hasta que cruzó el umbral de su casa. Cerró la puerta.


Y desde ese momento, ambos pudieron soltar todo el dolor que ni una bomba atómica puede superar: el de un corazón roto.

Y llegaste túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora