Parte 29: La intelección

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La habitación que solía tener para sí mismo un joven de cabello blanco, ahora era lo que había sido en otros tiempos: un armario. Por bastante tiempo se logró mantener ese lugar tal y como estaba, pero simplemente había pasado ya demasiado tiempo sin usarse, por lo que ciertas cosas que no se usaban con tanta asiduidad habían parado en ese lugar. Los once hijos habían pasado a ser diez hijas, algo que aún les dolía de cuando en cuando a la familia Loud. Una habitación vacía no servía de mucho, por lo que los Merian decidieron que los familiares que los visitaban usaran la que su hija había dejado como cuarto de invitados, pues los primos de la joven desaparecida aumentaban año con año. Los padres de esos primos les explicaban que vivían una situación difícil, pero que si algo salía bien, podrían conocer a su prima. Los niños lo aceptaban, pero se sentían mal cuando cualquiera de los adultos se mostraba desolado.

En ese tiempo todos, sin excepción, habían cesado las búsquedas, con el pobre consuelo de que en algún lugar de esa ciudad, ambos jóvenes estaban juntos, pero muy bien escondidos. Por haber pasado años sin ninguna novedad, incluso Leni Loud y Clyde McBride habían dejado de buscar, pues la inútil búsqueda era muy agotadora y desalentadora. Sin embargo, ambos conservaban ciertas esperanzas, pues, aunque débiles, les parecía lógico pensar que en algún momento los volverían a ver. 

El tiempo pasaba, y todos crecían. Lily ahora tenía la edad de once años. A pesar de ser la menor, todos la respetaban por sus palabras de aliento, y que gracias a ella, la familia no se separó del todo. En concreto, Lori, Luna y Lynn querían irse de esa ciudad en la que habían perdido a su hermano, pero la menor las convenció de quedarse para que su vida tuviera honor y por respeto hacia Lincoln. De ese modo, Lori viajaba y regresaba a menudo en sus torneos de golf, Luna daba conciertos con miles de asistentes, y Lynn aclamaba los aplausos de miles de seguidores. Luan ya tenía bastantes personas a sus órdenes en su negocio de entretenimiento, llevando sonrisas a los niños de la ciudad; sonrisas que, sin duda, el hermano perdido habría querido que dieran. Lucy lograba expresar el dolor de la pérdida en sus poemas, dándole ese sentimiento a todos sus fanáticos. Lola recaudaba fondos para los niños desaparecidos, razón que siempre sacaba a relucir en sus pasarelas, mientras que Lana hacía lo mismo en cada victoria de sus carreras. Lisa patentó un sistema de rastreamiento que no afectaba en ningún sentido a quienes lo usaban, y respetaban la privacidad de los usuarios, en un intento de evitar a más niños perdidos en el mundo. Lynn padre tenía al menos dos días de la semana de postre gratis en su restaurante, en honor de su único hijo varón desaparecido. Rita había escrito un libro best-seller que trataba sobre una familia que había perdido a un hijo, y partían en una travesía para encontrarlo, solo que en su libro, la familia sí que encontraba al niño perdido.

La familia Merian hacía lo propio, llevando en sus vidas algún recuerdo de Stella. De vez en cuando, Lily iba a visitarlos, pues los primos de Stella adoraban jugar con ella. Lily era una excelente niñera, sobre todo teniendo en cuenta que el primo mayor de Stella era unos cinco años menor que ella. Lily hacía tan bien su trabajo, que su familia la consideraba el pilar que los mantuvo a flote. Sin embargo, Lily nunca sintió que había hecho un trabajo perfecto. Y es que su hermana modista no cesaba de claudicar.

Leni tenía un fuerte presentimiento de que se les había escapado algo desde hacía años. Justo cuando ella y Clyde terminaron por rendirse, la huida de Stella se le aparecía continuamente en su mente. Algo no estaba bien.

Una tarde, seis años después de que su hermano desapareciera, Leni veía a su familia teniendo un día normal. La tristeza aún les afectaba, pero en general sus vidas eran más normales, sobre todo por el éxito de todas las hermanas en el cumplimiento de sus sueños. Pero Leni, aunque recibía muchos premios y galardones por sus fabulosos diseños, nunca estaba feliz. Mientras caminaba por la casa viendo a su familia, le dolía pensar: "Lincoln pudo haber estado persiguiendo a las gemelas. Lincoln pudo haberle pedido ayuda a Lisa. Lincoln pudo estar hablando con Lynn. Lincoln pudo escribir algo con Lucy. Lincoln, Lincoln, Lincoln."

Como el albino ayudaba a todas, su ausencia se notaba continuamente. Y Leni no se perdonaba a sí misma ni siquiera un poco, pues la idea de que su reacción pudo cambiarlo todo la consumía. Día tras día, semana tras semana, mes tras mes, y finalmente, años tras año, Leni seguía intentando pensar en la maldita razón por lo cual Stella pudo escapar, cuando parecía que estaba contra las redes.

Cuando toda su familia se reunió para ver una película, Leni las vio a todas: Las hermanas que ya trabajaban se negaban a dejar a su familia más incompleta de lo que ya estaba, las que aún no, agradeciendo que todos siguieran unidos. Lily, sobre todo, se enorgullecía del temple y de la fortaleza de los Loud. En esos momentos, la menor dejaba un cuaderno de lado para unirse a ver la película. 

- ¿No vas a verla con nosotros, Leni? -preguntó la pequeña rubia al ver que Leni no se movía.

- Tal vez después, Lily. Estoy pensando.

- Si tú lo dices. Pero se te nota que aún piensas en Lincoln. 

Leni la vio, sonriendo.

- Creo que no podemos engañarte, Lily -le dijo, sacudiendo su cabello.

- Tal vez, pero también porque creo que no eres TAN buena actriz. Déjale la actuación a Luan.

Y cuando Lily se iba, Leni pensó que la menor había dado en el clavo. 

- Es cierto -pensó- Yo no soy tan buena actriz. Luan sí, de eso no hay duda... Pero no era la única. Por todo lo que escuché, también lo era Stella. Nos engañó a todos. Lo que nadie nunca se preguntó fue: ¿De dónde lo aprendió?

Esa simple pregunta, tan simple que a nadie se le había ocurrido siquiera considerarla, fue lo que guió a Leni, después de tanto tiempo, a una pista sobre dónde estaba su hermano. 

- ¿Eh? ¡Leni! ¿Adónde vas?

- A encontrar a Lincoln. Creo que ya sé donde está.

- ¡¿Qué?! ¿Cómo...?

- ¡Ustedes alístense! Yo iré por los Merian. ¡En veinte minutos los veo allá!

Y ya teniendo un cien por ciento de certeza del paradero de su hermano largamente perdido, Leni se subió a Vanzilla y condujo por la ciudad.

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