10. Un dúo extraño

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Rubius estaba acostado en su cama, totalmente desanimado; otra de sus mascotas había muerto, y parecía que en cierta forma no podía avanzar ni hacer nada. Intentó contactarse con Mangel, pero no contestaba. Parecía que era una realidad que ahora solo tenía ojos para Lolito. Necesitaba hacer algo, pero no sabía el qué; hasta hacer bromas como uno de la hermandad oscura comenzaba a aburrirle. Sus hermanos oscuros tampoco le contestaban, Auron estaba con Luzu y Alex estaba a punto de alcanzarlos para ayudar a hacer una sala de psicología para Auron. Solo le quedaba una persona.

"No me puedo creer que llegue a esto"pensaba Rubius "Voy a tener que buscar una excusa para ir con el aguafiestas".

Su aburrimiento pudo con el y decidió ir a visitar a Vegetta; tal vez lo podría ayudar con sus miles de planes de construcción. El solo pensarlo le aburrió, pero de verdad nada podía ser peor que como ya estaba.

Caminó sobre los bosques, buscando alguna excusa en su mente para hacerle una visita a su compañero. Podría decir que necesitaba ayuda con algo, pero no quería darle la satisfacción a Vegetta. Siguió pensando, hasta que encontró una gran idea y decidido se acercó a la zona del chico de ojos morados.

En cuanto se fue acercando sus ojos se abrieron como platos y su vista fue hacía arriba; unas escaleras enormes llevaban a una construcción inmensa que volaba por los cielos. Era impresionante de ver, y de si quiera pensar que en tan poco tiempo Vegetta hubiera construido algo así. El gran monumento que tenía enfrente lo hizo sentir intimidado, y empezó a dar pasos hacía atrás intentando olvidar la idea de visitar a su compañero.

-¿Rubius?-escuchó una voz detrás de el.

Rubius sintió nervios y volteó sonriéndole de manera un poco avergonzada. No sabía que planeaba decirle y su cerebro se apagó en ese instante.

-Eh....-pensaba en voz alta.

Vegetta lo miraba con una cara de incredulidad; ¿este chico venía a ver a la pared sin decir nada y distraerlo?

-¿Necesitas algo?-alzó la ceja.

-Hola Vegettita-titubeó mientras sonreía intentando disimular.

En su mente se estaba gritando, ¿Por qué se le había ocurrido decirle así? No era tan difícil hablar, solo tenía que dejar de decir tonterías y animarse.

-¿Hola?-Vegetta se acercó-¿Estás bien?

Vegetta estaba completamente confundido con esa escena, y aunque le podía irritar perder el tiempo si era alguna de las tonterías de Rubius, esperaba en cierto sentido ver a donde podía llegar eso. Rubius despertó en un segundo y reaccionó ante la incómoda situación.

-Sí, perdona, ando un poco distraído hoy-respondió por fin.

-¿Y eso de que vienes a visitarme?-preguntó intrigado el otro.

-Eh... pues es que la verdad yo..-Rubius titubeaba-Te lo dire así, creo que los de la hermandad esa inundaron mi casa.

Rubius pensaba en si Vegetta caería en la mentira, rezando porque hubiera elegido una buena excusa para visitarlo.

-¡Como odio a esos tíos!-exclamó molesto Vegetta-¡El otro día destruyeron mi entrada!

Rubius se relajó y dejó que lo demás siguiera fluyendo; ya había pasado lo difícil.

-Lo sé, es un castre estar reparando todo lo que me han destruído-afirmó Rubius-Te quería contar porque creo que deberíamos averiguar quienes son.

-¿Quienes son? ¿Crees que pueden ser alguien en especial?-dijo Vegetta pensativo.

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