37. Titiritero

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Mangel despertó adolorido, sintiendo una vez más con la luz de la ventana la memoria borrosa y la agresividad que había recibido su cuerpo la noche anterior; una nueva marca en el pecho lo saludó, notando así como se encontraba sin ropa en la cama que compartía con Lolito, quien aun estaba dormido y al igual que el, desnudo.

Intentaba recordar qué había pasado la noche anterior pero no podía, solo pequeños flashes en donde los dos estaban arrebatados de placer, acariciando, mordiendo y jadeando para el otro; nada que fuera algo que no cuadrara. Quería acordarse un poco más de todo, pero no podía, aunque Lolito lo estuviera recordando una y otra vez en su mente con una sonrisa.

El día anterior habían estado contentos hasta que una nueva vez Mangel había cuestionado por qué se sentía tan extraño y tenía tantas marcas; las pequeñas discusiones eran fáciles de volverse una bomba cuando los dos pensaban tan diferente en ciertas cosas, y Lolito no soportaba la idea de pelear cuando con una pequeña cortada podía tener a su pareja en sus brazos.

Ya era cuestión de placer culposo aprovechar el poder que tenía bajo la manga para follar con Mangel siempre, haciendo que este olvidara todo y solo estuviera sometido al pelinaranja, y esa noche no había sido la excepción. Era siniestra la forma que le excitaba tener a la persona que quería controlada casi todo el tiempo, siendo brusca su forma de comérselo a besos y meterlo en la cama.

Ese día despertó una vez más actuando como si todo estuviera bien, acariciando la espalda desnuda del otro saludándolo con sus ojos. Mangel, aun cuando sabía que algo estaba pasando, sentía que podía ser fallo en su cerebro o en el juego; no quería asustar a Lolito, pero cada vez su mente explotaba más con tanto pasado borrado.

—Hola mi niña-murmuró Lolito platando un beso en los labios ajenos.

—Buenos días-sonrió de vuelta Mangel tomando sus lentes y poniéndoselos.

Aun con el caos y la incertidumbre, sabía que le encantaba sentir cerca a ese chico, así como Lolito no se cansaba de estar con el. Los dos se encontraban fascinados el uno con el otro, intentando bloquear esa raíz profunda de problemas que estaba en el fondo. Mangel se lanzó a su pareja, empezando el día con las ganas de dejar de sentir que algo estaba terriblemente mal y solo agradecer y disfrutar a quien tenía a lado.

Esos días Lolito había bajado la guardia con sus compañeros de Karma, esperando cómo se movían solas las aguas para encontrar el momento perfecto para atacarlas. Era divertido sentir como cada pieza le daba solita las armas para destruir y manipular a cada uno de los habitantes, siendo Rubius la cereza perfecta para empezar su masacre de la pirámide de Luzu.

El día anterior el teñido fue a visitar a su mejor amigo completamente destrozado, haciendo que Lolito inmediatamente se interesara por lo que había sucedido y pegando oído a la puerta mientras conversaban en la sala de la pareja.

—Tío.. te juro, pensé que...-se interrumpió a sí mismo Rubius desanimado-Soy un idiota.

—Pero no fuiste idiota, solo que ellos tienen historia...-lo intentaba consolar Mangel.

—No.. no es justo Mangel; entiendo que este enojado conmigo, ¿pero un día me besa a mi y al otro a Willy? Eso está feo-se cruzó de brazos-¿De la nada ahora ama a Willy y yo...? joder, ¿y yo?

Rubius buscaba alguna explicación del porqué había cambiado todo tan rápido, no lo había visto venir y en menos de unas horas Vegetta lo odiaba y estaba con alguien más; Mangel, aunque quería ayudarlo, estaba demasiado distraído por sus continuos dolores de cabeza.

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