33. No te conozco

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Willy había recibido la invitación a la casa del árbol de Rubius y Vegetta para celebrar el cumpleaños de su compañero oscuro, haciendo que solo impulsara sus fuerzas de hacer un gran plan para detener esa unión. Estuvo un rato pensando en que podía usar en contra de ellos para poder separarlos, hasta que tuvo una idea perfecta.

"Este es un trabajo oscuro en solitario"
pensó malicioso.

Tomó su traje, sus armas y una poción de invisibilidad que le había robado a Alex alguna de esas tantas noches que hacía maldades. Su plan iba a acabar con la amenaza de perder a Vegetta. Salió por la puerta decidido; nadie, mucho menos en un videojuego, iba a reemplazarlo.

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Rubius se levantó con un poco de dolor de espalda, viendo como Vegetta había desaparecido de su asiento; lentamente se levantó para ver si se encontraba cerca. No estaba en la casa del árbol, por lo que bajó a la entrada de su casa. Muy a lo lejos, podía verse un poco de humo.

Él meteorito!"pensó emocionado.

Fue corriendo hacia esa dirección, sabiendo que seguramente el de ojos morados ya se le había adelantado. Al llegar vió un enorme hueco en el bosque que desprendía calor y estaba rodeado de diferentes piedras; en el centro, había una piedra preciosa, negra con morado, que brillaba y llamaba mucho la atención. Junto a ella, Vegetta estaba viéndola atentamente.

-¿No me podías esperar?-le gritó Rubius contento.

-Feliz cumpleaños Rubén, ven que el cielo te ha dejado un regalo-señaló Vegetta.

Rubius corrió hacía Vegetta emocionado, mientras veía como el estaba comenzando a picar el núcleo para que se pudiera soltar del suelo.

-¿Pero qué haces tío?-preguntó Rubius.

-Pues sacándolo para que te lo quedes tontito-le sonrió Vegetta.

Los dos comenzaron a picar hasta que el meteorito salió, tirando a Rubius y rasgándose un poco el pantalón, donde se veía una marca en su rodilla de una mordida.

-¿Qué te pasó?-lo ayudó Vegetta.

Rubius intentó taparlo rápidamente para que no lo viera bien, pues no quería que se enterara de nada de lo que hacía en la noche.

-Nada, que uno de los bichos de la noche me mordió y no me soltaba-se reía nervioso.

Vegetta sintió que algo raro pasaba, pero dejó que el sentimiento se fuera para tomar el núcleo y dárselo a su compañero; era una piedra preciosa.

-Es morada como tú-le dijo Rubius contento-Lo pondré en mi sala con la fecha.

-Me parece bien, así te acuerdas de mi-asintió Vegetta feliz.

Los dos siguieron haciendo un poco de tonterías, mientras que en el otro lado de Karma, Willy ya llegaba hasta la mansión de Vegetta.

-Empezaremos con algo suave-dijo sacando la TNT.

Como era ya costumbre, se acercó a la entrada para poner la dinamita, pues era como un ritual de los hermanos destruirla siempre que podían. Al encender la TNT salió corriendo, esperando a que sonara el gran estruendo detrás de él. Le encantaba esa adrenalina de sentir la destrucción en su espalda. Al voltear, sonrió victorioso; el desastre había sido perfecto.

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