11. Espontáneos

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Vegetta estaba decidido a enseñarle a Rubius que el era más que un controlador, pero realmente no sabía cómo. La sola idea de salir sin estar preparado lo estaba poniendo nervioso, y no sabía bien qué esperar.

-¿Nervioso?-se burló Rubius.

-Calla que si encontramos algo peligroso perdemos la vida los dos por "espontáneos"-refunfuñó Vegetta.

-Mmm, tal vez entonces quieras regresarte-Rubius comenzó a correr-¡Cobarde!

Vegetta se lanzó a perseguirlo y comenzaron a correr por todo el bosque, lo alcanzó rápidamente y le hizo una mueca graciosa.

-Qué lento eres chiqui-dijo riéndose.

Vegetta comenzó a adentrarse rápidamente por los árboles, haciendo que todo se fuera siendo más abstracto; veía verde por todas partes. Se rió por dentro, sintiendo que el pobre de Rubius debía estar perdido.

-¡Cuidado!-le dijo Rubius jugando.

Antes de que Vegetta se diera cuenta su compañero se abalanzó sobre el y lo tiró; Rubius había estado encima de los árboles, esperando el mejor momento para saltar.

-¡Serás rata chaval!-gritó Vegetta en el suelo.

-No seas un mal perdedor, ¿vale?-le sonrió Rubius mientras corría.

Rubius estaba comenzando a ver cómo los árboles cambiaban y su entorno comenzaba a parecer como una jungla; le pareció algo muy hermoso. Vió como a unos metros delante, cayó una pequeña esfera verde, antes de poder entender qué era, la esfera desapareció y Vegetta empezó a correr enfrente de el. Se había teletransportado de alguna forma.

-Yo no soy un mal perdedor, porque yo nunca pierdo-exclamó mientras tomaba la delantera.

Los dos siguieron haciéndose un truco tras otro para poder atrapar al otro, hasta que llegó un punto en el que Vegetta se encontraba enroscado con una cuerda en un árbol y no podía soltarse.

-!Eh asqueroso, deja que salga!-gritó Vegetta.

Al ver que de verdad no podía soltarse, Rubius decidió acercarse para poder deleitarse.

-Te suelto si aceptas que he ganado-sonrió Rubius.

-¡Pero si me has enroscado aquí! Eso es ilegalísimo-bufó Vegetta molesto.

-Anda, yo sé que he ganado-Rubius comenzó a desatarlo.

Mientras Vegetta estaba aceptando su amarga derrota, pudo ver a lo lejos una estructura oscura.

-¡Eh!-gritó Vegetta señalando-Ve eso.

Rubius lo vió y se asustó; no esperaba encontrarse con nada parecido mientras corrían. La estructura era enorme, y nunca habían visto ninguno de los dos una de esas.

Ahora el de pelo blanco se había metido en un lío, porque sabía que eso no era de la Hermandad Oscura, pero Vegetta no.

-Oye eso se ve muy tocho, yo no sé...-murmuró.

-¡Pero qué dices, que seguro aquí están los que nos han estado molestando!-sonrió Vegetta emocionado yendo para el edificio.

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