43. Ayuntamiento

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Vegetta iba caminando molesto por el nuevo pueblo que ya le parecía completamente desconocido y ajeno a el. Se dirigía directo al ayuntamiento con una carta aplastada por sus manos en el bolsillo y los dientes chirriando. La carta indicaba que cada mes iba a pagarse una gran cantidad de materiales por el espacio que usaban en Karma, haciendo increíblemente difícil conseguir suficientes minerales para los impuestos nuevos y los gastos personales.

Los aldeanos todos tenían diálogos cortos de su amor por el nuevo alcalde, listos para entregar a quien sea a la policía de escuchar lo contrario. Los dioses se habían encargado de programar a cada uno de ellos para estar atentos a las conversaciones y a ser devotos a su líder. Nadie podía pasar por el pueblo sin tener que decir cuánto amaba a Lolito al menos una vez en una plática trivial con ellos.

Mientras el azabache se dirigía hasta el ayuntamiento, Luzu estaba escondido entre árboles cercanos paseando por la zona, viendo el edificio central con un gran deseo de tirarlo ladrillo por ladrillo. Odiaba el ayuntamiento, y planeaba atacar de alguna forma a todos aquellos que estaban dentro.

El castaño y el azabache fueron interrumpidos en sus sentimientos negativos por el grito molesto de Rubius, quien una vez más estaba siendo arrastrado por Fargan y Alex hacía la cárcel; había ido por todo el pueblo maldiciendo a Lolito a regañadientes ya completamente harto, queriendo entrar al ayuntamiento y golpearlo hasta obtener respuestas sobre el paradero de su amigo.

Al entrar a la oficina del alcalde, no quiso conversar, por lo que empezó directamente a atacar al pelinaranja. Para suerte del alcalde los pueblerinos se dieron cuenta y notificaron rápidamente, y cuando llegaron Fargan y Alex a la oficina de Lolito, lograron detener que lo moliera a golpes.

—Rubius, de verdad no queremos hacer esto, pero reglas son reglas-decía Alex arrastrando al chico-No puedes ir liándote a puños con el alcalde.

—¿¡Pero están bobos?! ¿¡Qué a nadie le importa un coño lo qué pasó con Mangel?! ¡Carajo Alex, Lolito nunca debió ser alcalde!

—Solo estás sumando días de cárcel con tus comentarios...-aclaró Fargan-De verdad que no creo que quieras pasar más de lo que ya debes de pasar.

—Que os jodan, quiero a mi amigo de vuelta descerebrados de mierda-maldijo-Me da lo mismo si a nadie más le importa.

Su voz rota de furia, impotencia y dolor de alguna forma impactó a los que pasaban cerca, siendo Vegetta el que por primera vez en bastante tiempo, veía por unos segundos el otro lado de Rubius que había olvidado. La preocupación y desesperación que mostraba le causaba cierto dolor, así como también le hacía preguntarse, ¿dónde estaba Mangel? Rubius volteó a ver en la mitad del lugar y por unos segundos se quedó callado al encontrarse con los ojos de Vegetta, dolido de que no pudiera pedirle ayuda, contarle, estar cerca.

Luzu veía todo detrás de los árboles sintiendo que Rubius también debía estar en una situación de dolor puro; había sido dejado a un lado por prácticamente todos. También se tomó el tiempo de ver a su único amigo, Vegetta, quien era el único que le causaba el mínimo movimiento de emociones, extrañándolo un poco. Su estómago se revolvió al ver la cicatriz intacta que le había hecho en su mejilla.

—Que le den a los impuestos... Lolito no es mi alcalde-dijo Vegetta molesto antes de retirarse, tirando al suelo la carta.

Por unos momentos Luzu pensó en asomarse y hablar con el, tal vez explicarle lo que quería hacer, pero sabía que seguramente lo detendría, y realmente no sabía que planes o intenciones tenía el otro, solo que no iban a ser nada parecidos a los suyos. El castaño también comenzó a tener cierto temor de que, por haberlo atacado esa noche después de las elecciones. Vegetta se encontrara molesto o inclusive lo odiara.

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