Capítulo Treinta y Ocho

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La cabeza me da vueltas, siento como la ansiedad comienza a apoderarse de mi de a pocos. Intento mantener mi vista en la ventana, las nubes pasan a un lado, pero por mas que lo intento no puedo dejar de pensar en Axel.

— ¿Liv? —la voz de Asher a mi lado hace que vuelva a la tierra, obligándome a concentrarme en mi alrededor.

La tripulante de cabina tiene nuestra comida, nos ofrece algo de beber y al entregarnos todo continúa con el asiento al lado en donde papá está revisando algo en su computadora.

Después de la llamada de Daniel, papá me encontró llorando en la sala de la villa sin poder entender lo que me pasaba. Cuando le dije que Axel estaba desaparecido y que necesitaba ir a Londres, me dijo que vendría conmigo y que no me iba a dejar sola un segundo. Asher se unió a la aventura sin pensarlo y aunque mamá no estaba del todo de acuerdo, nos dejó ir con la condición de que la llamaríamos todos los días y la mantendríamos al tanto.

Ahora estamos en el vuelo desde Niza a Londres, se supone que vamos a estar volando durante unas dos horas y media o tres, pero siento que es una eternidad.

Comemos en silencio, Asher no ha dejado de apoyarme desde que salimos de Monte Carlo, y papá ha estado extrañamente muy agradable con él también.

—No tenías que venir —digo en un susurro y el detiene su tenedor en el aire, mirándome sin comprender —. Esto es algo extraño...

— ¿Por qué? —pregunta dejando el plato a un lado, observándome directamente.

—Porque... te dije lo que sentía por ti, lo que aún siento por ti, y estamos en un avión a Londres para ir a buscarlo a él, nada de esto tiene sentido...

—Y yo te dije que estaría ahí para ti sin importar que, y es una promesa que planeo cumplir siempre, aunque eso signifique viajar a Londres a buscarlo a él.

— ¿Por qué haces esto? —vuelvo a preguntar —Si esto fuese al revés probablemente estaría llorando en mi habitación, Ash.

Él comienza a reír y niega con su cabeza llevándola hacia atrás y luego suspira.

—Liv, ¿crees que no me duele? —pregunta, pero no me da tiempo de responder porque ya esta hablando de nuevo —Esto no es algo que quieres escuchar, te lo aseguro solo hará las cosas peor para ti, se que estas confundida y preocupada por él, yo no debería de añadir más preocupación a tu vida.

— ¡Necesito escucharlo, necesito saber que por lo menos te sientes molesto o algo!

— ¡Lo estoy! Estoy malditamente molesto, pero no contigo, lo estoy con él. Se suponía que no te haría daño de ninguna manera, ese era el trato.

— ¿Cuál trato?

—Nuestro primer encuentro no fue el mejor, y lo sabes. Pero... Axel habló conmigo antes de tu fiesta de cumpleaños, él aún no estaba seguro si podría ir o no a París, y me pidió que cuidara de ti, a decir verdad me sentí un poco ofendido, nadie tiene que pedirme que cuide de ti, lo he hecho durante años y no planeo detenerme ahora, pero él se veía algo cohibido, me dijo que sabía que nuestra amistad era algo con lo que él jamás podría competir y por mas que le dije que no era una competencia y que él era el que tenía tu corazón ahora, parecía muy convencido de algo pero no quiso decirme que. Le dije que haríamos un trato, no le rompería el rostro si no te hacia daño de ningún modo —sonrío inevitablemente.

—Supongo que ahora quieres romperle el rostro.

—No tienes idea de cuanto, pero no lo haré porque se que eso te haría sentir peor de lo que ya estás. Se que Axel es importante para ti, y tal vez lo amas de una forma diferente a como me amas a mi, porque se que lo haces, no puede negarlo —susurra esto ultimo acariciando mi mejilla junto a una sonrisa leve —, pero ahora debemos de concentrarnos y tratar de buscarlo... después veremos que hacer con lo demás.

Liv, Schlesinger IVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora