Capítulo Cuarenta y Cuatro

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—De acuerdo, eso sería todo por hoy, muchas gracias a todos.

El salón de clases comienza a moverse y todos empiezan a salir sin demora. Este semestre he tenido que tomar clases bastante interesantes, aunque realmente me parece gracioso tener que tomar clases que no tienen nada que ver con mi campo de estudio. Es decir, sé que los primeros dos años la mayoría de las clases no tienen mucha conexión con producción musical, pero tener que tomar un curso de cálculo me parece la cosa más sin sentido del mundo.

Camino por los pasillos para salir del edificio a paso lento, hoy además de cálculo, tengo una clase de literatura dentro de dos horas.

—Hola, extraña.

Las palabras que escucho son tan comunes y a la vez tan desconocidas que incluso tiro al suelo mis libros. Lo observo detenidamente solo para estar completamente segura de que se trata de él, y sí... está justo frente a mí, aunque su cabello esta diferente, ya no lleva el look de estrella de rock, se ve... cambiado.

—Axel —digo sin poder controlar mi respiración. Algunas personas nos observan sin comprender qué ocurre, pero al ver a Alex, su mirada cambia y es solo cuestión de segundos para que los teléfonos salgan a la luz, y el verdadero caos ocurra.

Sin pensarlo dos veces, levanto los libros del suelo y lo tomo del brazo, sacándolo lo más rápido que puedo de ahí.

—Baja tu cabeza —le indico mientras lo arrastro por el pasillo y él obedece de inmediato, hasta que salimos del edificio y nos perdemos entre las personas que caminan por los enormes jardines a las afueras y nos escondemos entre los arboles —. De acuerdo, ya estamos a salvo.

— ¿A salvo? —pregunta sin comprender, pero no inquiere más.

—Si te ven comenzarán a acosarte, y eso significan fotos que aparecerán en alguna página de chismes en minutos. ¿Qué haces aquí? —digo observando a mi alrededor, nadie nos presta atención, lo cual agradezco.

—Dijiste que querías hablar, así que aquí estoy.

— ¿No podías esperar a que llegase al edificio? Tengo otra clase en dos horas.

—Acabo de llegar de Toronto, fui a tu apartamento y Dan me dijo que este semestre estas tomando clases hasta tarde, así que preferí venir.

—Axel si alguien nos ve...

— ¿Qué hay de malo en que me vean contigo? —pregunta realmente confundido. Al parecer no tiene idea alguna de lo que sucedió cuando volvimos de Londres y todo el escándalo de las fotos con Asher.

—Mira, necesito ir a la biblioteca y después a mi clase, estaré libre a las ocho treinta, ¿de acuerdo? Espérame en la casa de tu hermano, y a esa hora podremos hablar —sentencio y me doy media vuelta para continuar mi camino hacia la biblioteca, pero Axel toma mi mano impidiendo que continúe.

—Liv, espera, por favor —me doy vuelta, pero intento no mirarlo a los ojos, porque si lo hago no podré seguir con este acto de indiferencia —. Se que lo último que quieres en este momento es verme, pero no quiero que me odies... te dije que te explicaría absolutamente todo y eso planeo, solo una hora de tu tiempo, y después podrás tomar la decisión que quieras, y te aseguro que la respetaré por completo, pero... dame la oportunidad, por favor —su mano sigue sobre la mía, y me doy cuenta porque su agarre parece nervioso, es entonces cuando decido levantar la mirada y observarlo directamente a los ojos, esos mismo que me perdían en un mar de posibilidades, y ahora me parecen ajenos. 

Se ve tan diferente que realmente me sorprende lo que veo.

—De acuerdo, una hora, pero ve a casa, por favor.

Liv, Schlesinger IVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora