Capítulo Treinta y Cinco

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Abro mis ojos despacio una tenue luz se abre paso por la ventana de la habitación, por un segundo me encuentro perdida, no sé en donde estoy hasta que observo el estante con las fotos que estuve mirando hace unas horas atrás. Un brazo me sigue sujetando de forma fuerte sobre mi pecho, y la respiración que siento en mi cuello me tranquiliza en segundos. Está oscuro, imagino que ha de ser bastante tarde, pero no quiero moverme ni un centímetro.

Mi teléfono comienza a vibrar en mi bolsillo, haciendo que Asher se remueva un poco, a como puedo saco el aparato, pero es tarde en el momento en que veo a Asher apartar su brazo y moverse a un lado de la cama bostezando.

— ¿Qué hora es? —dice aun un poco adormilado.

Observo la pantalla del teléfono y tengo cerca de unas 10 llamadas perdidas y muchos mensajes de Lauren.

—Las 11:20 de la noche, ¿en qué momento nos quedamos dormidos? —pregunto desperezándome un poco, mientras observo los mensajes. Básicamente preguntando en dónde demonios estoy y por qué no contesto sus llamadas. La última ha sido a las ocho y treinta, y el mensaje que acaba de llegar es de Cade, estará en la ciudad mañana y quiere que vayamos a comer algo por la tarde. Le respondo rápidamente a mi primo diciéndole que me encantaría verlo y que me envíe los detalles. Abro el último mensaje de Lauren y le digo que estoy bien y que no llegaré esta noche a casa, que no se preocupe y que luego le explico todo, eso parece dejarla tranquila porque me responde inmediatamente con un "De acuerdo, cuídate".

— ¿Todo está bien? —pregunta Asher a mi lado ya más despierto.

—Si, solo Lauren que pregunta donde estoy. ¿Puedo pasar la noche aquí? —lo observo con ojos de gatito herido haciéndolo reír.

—No tienes ni que pedirlo —Asher se levanta y lo veo caminar hacia la puerta del armario que está en su habitación, toma una camiseta y un pantalón de pijama. Me lanza la camiseta y lo veo quitarse la suya, junto a sus pantalones quedando únicamente en su ropa interior. Lo he visto millones de veces así, por lo cual no comprendo la razón de que mi corazón este acelerándose de la forma en la que lo hace. Asher se coloca los pantalones de pijama y se dirige de nuevo a la cama junto a mi, en la cual entra y acomoda las mantas y el edredón.

Me levanto y me quito la blusa junto a los zapatos, y mis jeans. Me pongo la camiseta de Asher que me queda bastante grande, me quito el sostén debajo de la camiseta y coloco toda la ropa sobre la silla que está a un lado de la cama, y entro en ella junto a Asher.

— ¿Estás más tranquila? —pregunta acariciando mi cabeza con su mano izquierda, el mismo brazo que está jugando el papel de almohada para mi en este momento.

—Honestamente no, pero no sé que hacer.

—Deberías de hablar con él —dice sin detener sus caricias.

—Ese es el problema, no quiero hablar con él —digo mirando el techo de la habitación —. No tienes idea de cómo estaba, era otra persona, se veía tan... violento. Podías palpar el enojo y la angustia a su alrededor. Además, ni siquiera me ha llamado, ni un solo mensaje para saber como estoy o en donde siquiera. Nada.

—Debe de estar muy estresado ahora, Liv. Dale su espacio y cuando esté listo, entonces él volverá a ti.

—Lo que pasa es que no sé si realmente quiero que vuelva a mi...

— ¿De qué estás hablando? ¿Acaso ya no lo quieres?

—Por supuesto que lo quiero, pero no quiero estar en medio de un drama que no me corresponde, no quiero ser parte de algo que podría afectarme tan profundo. ¿Sabes que sucedió hoy en el momento en que entré al salón de clases? Todos se burlaron de él, y me culpaban a mi, me preguntaban cosas sin sentido, me decían que les explicara la razón de que Axel se hubieses vuelto loco, incluso decían que tenía un demonio adentro. No he querido ver mi teléfono porque imagino todo lo que han estado diciendo, no solo contra él, sino contra mi.

Liv, Schlesinger IVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora