Capítulo 11 - Reflexiones

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[Capítulo 11 — Reflexiones]

Sabo estaba sentado en la cama de su habitación, buscando en libros algo que pudiera ayudarle con las lecciones para Killer. Aunque creía que podía hacerlo con la información de los libros de la escuela quería tener más referencias para ayudarlo mejor.

—Ah, esto podría servirme. —Colocó un marcador de papel en el borde de la página para saber dónde se encontraba y cerró el libro—. Seguro que a Killer le ayuda —comentó colocando una sonrisa involuntaria en su rostro. En ese momento se escuchó un rugido, se llevó una de sus manos al estómago. “No he comido nada”, miró la entrada de su habitación pensando si debería salir o no.

—No me gustaría interrumpir, pero me muero de hambre. —Se levantó de la cama y salió por la puerta para dirigirse hacia las escaleras. Cuando comenzó a descender se dio cuenta de que no escuchaba voces, solo algunos ruidos de utensilios que indicaban que alguien estaba en la cocina. Efectivamente, cuando llegó abajo observó a su hermano que estaba terminando de preparar un par de sopas instantáneas.   

—¿Ya se fue? —preguntó al momento que servía dos vasos de refresco y  tomaba asiento en la mesa del comedor.

—Sí, tenía que ir al trabajo —contestó Ace mientras servía las sopas en dos platos. Le entregó uno a Sabo y tomó asiento frente a él.

—Gracias por la comida —dijeron ambos al unísono.

—¿Y dónde trabaja? —preguntó el rubio al momento que introducía unos fideos en su boca.

—En Marine Ford.

Sabo se atragantó con la comida y comenzó a toser golpeando su pecho.

—¡¿Trabaja con el abuelo?! —preguntó una vez que se había calmado, mirando a su hermano incrédulo.

—Sí, ahí fue donde lo conocí —contestó Ace, encogiéndose de hombros.

—Ya veo —dijo el rubio ya más calmado—. Pero, espera un momento— Sabo comenzó a hacer los cálculos del tiempo mentalmente—, si ahí fue donde lo conociste, ¿desde cuándo lo conoces? —Tomó un trago de refresco para terminar de pasarse la sensación de ahogo.

—Desde ayer.

El rubio escupió el refresco y miró a su hermano más incrédulo aún.

—¿Quieres dejar de hacer eso? —reclamó Ace por las reacciones impulsivas de su hermano.

—¡Eso es exageradamente rápido! —exclamó ignorando por completo el reclamo del mayor. Sabía que no podía haberlo conocido hace mucho, puesto que llevaban menos de un mes en la ciudad, pero ¡¿Un día?! Ace tenía que estar loco.

—Ya lo sé, pero… no sé cómo explicártelo, sólo me gusta ―contestó rascándose la cabeza.

—Ay Ace, ¿en qué te has metido?

—Cálmate ya, Sabo, no es como si te dijera que voy a convertirme en traficante o algo por el estilo, sólo estoy saliendo con alguien —dijo al momento que regresaba a su atención al plato frente a él—. Además, tal vez sólo hayamos pasado unas cuantas horas juntos, pero cuanto estoy con él me siento distinto —comenzó a explicar Ace, tratando de poner en palabras los sentimientos que lo recorrían cada vez que estaba junto a Marco—. Me siento tranquilo y libre, sé que puedo ser yo mismo y él no me juzgará ni se molestará, así como yo no lo juzgaría ni me molestaría con él. Y en cuanto lo veo sonrío, es como si fuera una porción de felicidad diaria.  No sé, algo como eso, es más difícil de explicar de lo que parece.

Sabo se quedó más que sorprendido, jamás había escuchado a su hermano hablar de esa forma, además de que había un toque especial en su voz cuando lo decía. Pudo notar perfectamente que Ace hablaba en serio. “Me alegro por ti, hermanito”. Soltó un suspiro de resignación—. Está bien hermano, yo te apoyo. Sólo espero que no te equivoques. 

Historia de tres hermanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora