Capítulo 44 - Perdona si te llamo amor

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[Capítulo 44 — Perdona si te llamo amor]

Vamos, saluda a tu abuelole dijo el hombre frente a él con una sonrisa maliciosa.

Él apenas y podía mantener los ojos abiertos, sentía cómo su mente iba quedando completamente en blanco, mientras respiraba pesadamente, haciendo que su pecho doliera cada vez que inhalaba más aire. De no ser porque sentía sus mejillas húmedas no sería consciente de las lágrimas que derramaba, sentía tanto dolor en todo su cuerpo que no podía pensar en otra cosa.

Que lo saludes te digo.

Un dolor agudo se esparció por su pierna, la sensación de sus huesos siendo completamente aplastados, casi podría estar seguro de que se estaban rompiendo. No pudo evitar que un grito de dolor desgarrador saliera de su boca, casi destrozándole la garganta. ¿Cuántos de aquellos gritos había soltado ya? No estaba seguro, pero posiblemente más de los que podía soportar, porque sentía que ya no le quedaba más voz para otro. Pero, contrariando con aquel pensamiento, los gritos siguieron brotando mientras aquel hombre seguía pisando su pierna con toda su fuerza, justo en el punto donde antes le había hecho un corte algo profundo con la navaja, aún manteniendo la sonrisa en su rostro. 

No vayas a pasarte, aún no podemos matarlo.

Tsk, arruinas mi diversión.

La presión en su pierna desapareció, pero el dolor seguía ahí, esparciéndose sin descanso. Estaba aturdido, toda la habitación daba vueltas, y el suelo se movía. ¿Tal vez un terremoto? Intentó mover su mano, pero ésta no le respondía, simplemente temblaba ante el esfuerzo. Ah, entonces no era la habitación la que temblaba. Habría intentado mover la otra, pero no podía sentirla. ¿Se la habrían cortado? Miró de reojo hacía su abrazo. No, no se lo habían cortado, seguía ahí. Aunque más bien parecía estar debajo de toda esa sangre que lo escondía. Tal vez era eso, tal vez ya estaba al límite. Seguramente su cuerpo había perdido demasiada sangre ya, por eso se sentía como si estuviera perdiendo el suelo, por eso su cuerpo no reaccionaba, por eso sus oídos zumbaban.

¿Ese sería su final? ¿Después de todo, sólo acabaría así? Intentó abrir la boca, pero tan sólo pudo separar los labios por unos milímetros, y ni un sonido salió de ellos. Las personas que estaban en el cuarto, ¿seguían ahí? ¿Se habrían ido? No podía escucharlos, no escuchaba nada. Su vista ya estaba por completo borrosa, pero no quería cerrar los ojos, no quería rendirse aún, no así. “Ace… Sabo…”

*.*.*.*.*

Despertó con una inhalación profunda, como si hubiera estado conteniendo el aire hasta el límite y ahora intentara recuperarlo. No hacía falta que hiciera una revisión a su estado, lo conocía perfectamente. Su cuerpo estaría sudado, sus mejillas húmedas y sus ojos algo rojos.

—¿Luffy?— preguntó una voz suave junto a él. Volteó el rostro para encontrar a su hermano observándolo con atención, apoyado en su antebrazo para elevar un poco su cuerpo de la cama. Se percató de su estado y se acomodó de costado nuevamente sobre el colchón, pasó un brazo por su cintura y lo pegó a su cuerpo, acariciando su cabeza suavemente.

—Lo siento Sabo, no quería despertarte— trató de sonar tranquilo, pero la verdad era que aún temblaba un poco. Sus manos estaban atrapadas entre su pecho y el del rubio, y terminó estrujando la camiseta de su hermano mientras respiraba para tranquilizarse. Antes de esa noche había tenido dos en las cuales no hubo pesadilla alguna, había tenido la esperanza de haberlas podido dejar atrás, pero al parecer no era del todo cierto.

—No te preocupes, además ya casi es hora de levantarse.

—¿De verdad?— preguntó sorprendido, levantando un poco la mirada para ver el reloj que el rubio tenía junto a la puerta de su habitación, tenía razón, se había despertado tan sólo unos cuantos minutos antes de la hora a la que se levantaba para ir a la escuela. Su sorpresa se debía justamente a ese hecho, las pesadillas normalmente lo despertaban en medio de la noche y pasaba un rato tranquilizándose antes de poder volver a dormir, despertarse en la mañana era algo completamente nuevo.

Historia de tres hermanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora