Capítulo 46 - No vayas a olvidarlo

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[Capítulo 46 — No vayas a olvidarlo]

¡Ya déjalo!

Sintió el impacto del golpe recorrerle la espalda por completo, haciéndolo soltar un quejido de dolor involuntario, y a su lado el estruendo de un bote de cristal rompiéndose se hizo escuchar. Intentó levantarse de nuevo, pero su cuerpo estaba adolorido y pesado como no podría haber creído que lo estaría jamás. En un momento, buscando un punto de apoyo para poder ponerse de pie, su mano se dirigió por sí sola hacia suelo a su lado, clavándose en la palma los pequeños pedazos de vidrio en que se había convertido el perfume que había caído del tocador después de haberse estampado contra él. Bueno, más bien haber sido arrojado.

Vamos, que esto no ha terminadole apuró la voz del hombre frente a él. Tal vez no podía ver sus ojos directamente, pero casi se imaginaba las llamas que debían salir de ellos debido a la furia que sentía.

¡Para ya! ¡Vas a matarlo!gritó desesperado el pequeño niño que estaba siendo espectador de la escena. Sus ojos estaban inundados en lágrimas que caían sin cesar mientras trataba inútilmente librarse del agarre con el que era contenido, por una mujer castaña que también pedía desesperada que dejaran de golpear al que era su hijo mayor, pero que estaba sosteniendo al menor para que no terminara lastimado también.

Law, ignorando el hecho de que acaba de escupir sangre en el suelo mientras se levantaba, pudo por fin incorporarse en sus temblorosas piernas, utilizando el mueble tras él para sostenerse y no caer de nuevo. Pero cuando quiso mirar nuevamente al hombre frente a él, éste le asestó un puñetazo en el rostro que lo envió directo al piso por nueva ocasión. Decidido a no dejarse vencer tan fácilmente, trató de recuperarse del aturdimiento en el que se encontraba y estiró la mano en busca de algo que pudiera servirle como soporte, pero entonces su agresor la pisó con fuerza, forzándolo a soltar un alarido cuando aplastó sus huesos casi llegando a romperlos. O tal vez sí estaban rotos, no podía saberlo con seguridad.

¡Por favor! ¡Por favor déjalo ya!

Podía escuchar los lamentos y el llanto de su madre y su hermano, aunque se escuchaban tan lejanos que le costaba creer que estaban en la misma habitación. Sintió cómo sujetaban su muñeca lastimada con demasiada fuerza y jalaban de ella, elevando su cuerpo como si de un muñeco de trapo se tratara, dejándolo cara a cara con el hombre que decía ser su padre.

Esto, es poco comparado con lo que te mereces.

Miró directamente hacia los lentes oscuros que ocultaban los ojos del mayor, y haciendo uso de la conciencia y fuerza que le quedaban elevó la comisura de sus labios en una sonrisa ladeada. Púdrete.

Fue consciente de que era arrojado fuera de la habitación, su cuerpo azotó violentamente contra el suelo y siguió su recorrido en un doloroso giro constante. Hasta que pudo sentir cómo comenzaba a caer por la escalera y un dolor agudo se esparcía por su cabeza, entonces, todo fue oscuridad.

*.*.*.*.*

—¿Qué haces aquí?— preguntó mirándolo sin expresión alguna. —¿Dónde está mamá?

—Ella se quedó atendiendo unos negocios, pero estaba muy preocupada por ustedes y me pidió que viniera a verlos— contestó mientras estudiaba su alrededor con la mirada. —¿Cuánto ha sido ya? ¿Dos años?

—Tres— corrigió, sabía perfectamente cuánto tiempo había pasado desde la última vez que había visto a sus padres. No dejaba de escudriñar al hombre con la mirada y podía sentirse la tensión que la situación embargaba. Él, por su parte, estaba en un estado de alerta, preparado para reaccionar a cualquier movimiento que el otro hiciera.

Historia de tres hermanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora