Capítulo 16 - Confianza

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[Capítulo 16 — Confianza]

Marco observaba el rostro de su novio dormido. Hace un par de minutos que había despertado, pero no queriendo apartarse de los brazos de Ace, quien estaba acostado a su lado abrazándolo del pecho y utilizando el brazo del otro como almohada, se quedó en su posición y se dedicó a contemplarlo, cosa que en verdad estaba disfrutando, el rostro del pecoso expresaba calma y quietud con esa hermosa y gran sonrisa adornándolo. Se sentía culpable por el malentendido que se había ocasionado debido a su comportamiento, pero ya todo se había arreglado y podía disfrutar del momento en el que se encontraba.

Acarició un poco los cabellos del menor y plantó un dulce beso en su cabeza. El pelinegro comenzó a removerse para luego abrir lentamente los ojos, siendo el rubio la primera imagen concreta que pudo visualizar.

—Hola —dijo ampliando aún más su sonrisa.

—Hola, ¿te desperté?

—No, no te preocupes. —Lo abrazó más fuerte, acercándose a su cuerpo hasta casi estar sobre él y volvió a cerrar los ojos, disfrutando de la cercanía. De repente recordó un pequeño detalle, miró por la ventana percatándose de que el sol ya se había ocultado—. ¡¿Qué hora es?! —preguntó alarmado al momento en que utilizaba sus manos como apoyo para elevar un poco su torso y poder verlo a la cara.

—Tranquilo. —El mayor se deslizó por debajo de los brazos de Ace hasta quedar sentado con la espalda pegada a la cabecera—. Todavía es temprano, son como las seis.

El pecoso suspiró aliviado—. Bien, aunque ya casi es hora de que regrese a casa.

—Yo te llevo, ¿quieres darte un baño primero? —preguntó el rubio.

El pelinegro se inclinó hacia adelante, pegando su frente con la de su novio—. ¿Juntos? —preguntó sonriendo.

Marco le regresó la sonrisa—. Sí, juntos.

—Vale.

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—Bueno, hemos terminado por hoy —declaró Sabo al momento en que cerraba su libro.

—Ah, sí, está bien —dijo el mayor saliendo de sus pensamientos por las palabras del otro, ya que en realidad se había perdido en su mente toda la tarde.

Sabo lo miró entre curioso y preocupado mientras guardaba sus cosas, lo había notado bastante distraído y también se había dado cuenta que no se acercó a él tanto como días anteriores, y comenzaba a preguntarse si ocurrió algo. “¿Acaso… se ha dado cuenta de que me gusta y se ha enojado?” se preguntó para sus adentros. No pudo evitar que una pequeña oleada de tristeza lo invadiera ante este pensamiento. Desvió la mirada hacia el suelo al momento en que se ponía de pie y se colgaba la mochila al hombro.

—Nos vemos mañana —dijo sin siquiera voltear a verlo antes de empezar a caminar.

—Espera, Sabo. —Killer se apresuró a alcanzarlo sin percatarse del cambio de humor en el rubio.

—¿Qué pasa? —preguntó volteando a verlo tratando de aparentar su sonrisa de siempre.

—Mi padre me ha prestado el coche por hoy, ¿quieres que te lleve a tu casa?

—En realidad mi casa no está muy lejos, no me molesta caminar —contestó amablemente.

—Vamos, deja que te lleve —insistió Killer.

—Bueno, está bien. —Ambos comenzaron a avanzar hacia la salida.

En las estanterías cercanas a la puerta de la biblioteca Sabo pudo distinguir a Perona con un libro entre las manos, la chica lo miró por unos segundos antes de voltearle el rostro, al parecer seguía molesta. “Aún si lo que ella me contó fuera cierto no importa mucho, para Killer yo soy su amigo, su tutor, nada más” pensó antes de desviar la mirada, con ese sentimiento de tristeza haciéndose todavía más presente.

Historia de tres hermanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora