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Habían pasado tres días desde el cumpleaños de Aly y no había salido de mi casa en ningún momento. Sus primos habían llegado de visita y ella estaba compartiendo con ellos. La verdad no tenía más amigos aparte de ella. No me apetecía ir a las reuniones o comités de mis papás dónde solo había gente rica, egocéntrica y envidiosa. Demostrando quien era mejor que el otro, los chicos y chicas compitiendo sobre quien tenía el atuendo más costoso o la familia más influyente. Había nacido en este tipo de clase social, pero nunca me había sentido parte. Yo no era como todos ellos, no encajaba. Me sentía sola en esta enorme casa, solo tenía a mi fiel compañero Tommy. Mi hermoso gato siamés.

Realmente extrañaba a mi hermano mayor, él había sido más valiente que yo y peleó por lo que quería y no lo que mis padres le imponían. Sin embargo, por un grave error que cometió confiando en la gente que no debía, se metió en muchos problemas y tuvo que largarse lejos, a Australia. Aunque nunca nos había contado lo que le ocurrió en realidad. Charlie siempre había sido mi apoyo, ambos pensábamos que nuestros papás hubiesen deseado tener unos hijos que se parecieran a ellos y no nosotros. Por eso es que cuando repentinamente se fue, me dejó desolada, confundida y triste. Y odiaba no saber que era lo que escondía y que fue lo que le pasó para haber huido.

Mis papás se habían ido ayer a Londres por negocios y no volverían hasta dentro de dos días. Así que solo estábamos yo, Tommy y la chica nueva que venía a limpiar la casa desde hace un mes. Era realmente tierna, jóven y capaz tres años mayor que yo. Y le tenía miedo a mi mamá. Pero ¿Quién no? Solo tenías que conocerla para saber que era la exigencia, arrogancia y perfeccionismo en persona.

Me había dado una ducha rápida, me cambié con algo cómodo y abrigado para salir a comprar un café y panecillos en mi cafetería favorita. Le hice unas caricias a mi gato y él se quedó acostado encima de la cama. Dejé la puerta cerrada pero antes de bajar las escaleras, me devolví a buscar mis lentes de lectura. En plata baja se escuchaba un silencio sepulcral, pero por las grandes ventanas divisé a Camila arreglando el jardín del frente. Recuerdo que me había dicho que era de Colombia.

—Buenos días, Camila —sonreí hacia ella. La castaña levantó la vista y me devolvió la sonrisa.

—Hola, Adeline. ¿Saldrás?

—Sí, iré a comprar café y panecillos. ¿Quieres algo? —pregunté amable. Ella pareció sorprendida pero negó agradecida.

—Oh no, no te preocupes. Pensaba prepararte el desayuno.

—Descuida, comeré afuera. ¡Nos vemos!

Ella se despidió y caminé hasta el garaje para montarme en mi auto y salir de mi urbanización. Lo bueno es que la cafetería quedaba un poco alejado de dónde vivía así podía relajarme manejando un rato y escuchando música. A medida que salía de mi boscosa zona comencé a ver los edificios y el ajetreado movimiento de la ciudad. Poco a poco la gente se reincorporaba a sus trabajos después de las vacaciones de navidad. Por mi parte, comenzaba las clases en febrero. Me quedaban algunas semanas más de tranquilidad.

Estaba por detener mi auto en una fila del semáforo pero una melena rizada situada en la parada de autobuses me llamó la atención. Ajusté mis lentes pensando si no estaba viendo mal y era alguien parecido pero no. Era ese chico Harry, el de la tienda de tatuajes. Aquél que había estado pensando involuntariamente estos días. Sin dudarlo mucho, pero con algo de pena, giré hacia la derecha y me detuve en la vía vacía donde pasaban los buses. Él no se inmutó y seguía de brazos cruzados mirando el frente perdido en sus pensamientos. Vestía unos pantalones ajustados negros, unas botas del mismo color, un jersey blanco y un chaquetón parca verde militar. Bajé el vidrio inclinándome hacia la ventana y fue cuando dirigió su mirada confundida hacia mi.

—Hey —saludé con simpatía. Harry ladeó la cabeza y cuando me vio alzó sus cejas sorprendido.

—Oh, hola —saludó con su voz lenta, seguía mirándome expectante.

—¿Ibas a algún lado? —pregunté y me sentí tonta por ser tan entrometida. Pero no pude simplemente seguir de largo y no pararme, fue más por curiosidad e impulsividad.

—A la tienda, estoy esperando el bus —contestó con las manos dentro de los bolsillos de su chaqueta. Sus mejillas y nariz estaban algo sonrosadas por el frío. Su rostro estaba neutral, ni serio ni contento, pero parecía impaciente. Recordé que está era la vía a la tienda de tatuajes, porque más atrás quedaba el pub donde fui con Aly y casualmente también el camino a mi cafetería.

—Uh, ¿Quieres que te lleve? Voy por la misma vía —pregunté no muy segura si aceptaría. Parecía algo apurado y no veía el autobús aún. Él se quedó callado, miró la hora en su teléfono y después hacia un lado de la calle. Finalmente asintió encogiéndose de hombros y rascando su cabeza. Sonreí y le hice una seña para que se acercara al auto. Una vez adentro, pareció satisfecho por la calefacción y me regaló una pequeñísima sonrisa. Parecía un chico que no sonreía mucho y hablaba poco. El aroma de su perfume impregnó el auto y olía muy bien.

—Gracias, la verdad estoy llegando algo tarde para abrir y tengo clientes —explicó una vez arranqué el auto.

—No te preocupes, te debo una por aquél aventón —le dije— Mmm, ¿y tu auto?

—Lo tiene Zayn, tuvo que salir de la ciudad —contestó.

—Ah, entiendo —respondí, sin saber que decir después y él tampoco dijo nada. Miraba al frente con su misma expresión seria. Estuvimos unos cortos minutos en silencio dónde solo se escucha el volúmen leve de la radio con alguna canción pop que había escuchado antes pero no recordaba su nombre.

—Así que...¿Te gusta Oasis? —Harry habló después de un rato y me giré para verlo unos segundos— Te escuché decir que te gustaba una canción.

—Ah, sí —solté una pequeña risa, sorprendida de que recordara eso— Son geniales.

—Es mi banda favorita, y Fleetwood Mac —comentó y después peinó su cabello un poco hacia atrás— ¿Cuál es la tuya?

Me sentí cómoda de que estuviese sacando tema de conversación, así no le interesara realmente cual era mi grupo preferido.

—Kings of Leon —respondí segura. Los amaba desde pequeña. Lo miré rápido para percatarme de que alzó sus cejas asombrado y asintió con agrado.

—Muy buenos —dijo simplemente. Me di cuenta que ya estaba a pocos metros de la tienda de tatuajes, así que me detuve despacio y aparqué frente al local.

—Bueno, aquí estás —me giré a verlo y él se desabrochó el cinturón de seguridad.

—De verdad muchas gracias, uh...

—Adeline, pero me dicen Addy —contesté sabiendo que graciosamente aún no sabía mi nombre.

—Adeline, Addy —asintió. Mi nombre se escuchaba diferente y sensual en su voz profunda. No pude no evitar pensar eso— Adiós, ten un buen día.

—Igualmente, Harry —él me dió una última veloz mirada y salió del auto para caminar con paso rápido a la tienda y perderse dentro de ella.

Me quedé unos segundos sentada sin hacer nada y después volví a tomar camino soltando un suspiro. Él era tan diferente a los chicos que estaba acostumbrada a rodearme y tenía un aura misteriosa que me llamaba la atención.

๑ ❥ ๑

aaaaa gracias a todas las que le han dado amor hasta ahora, se merecen un Harry en su cama ;)))

skin [h.s]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora