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(reproduzcan la canción en multimedia si quieren)

Harry

Muchos de nuestros días están llenos de angustia, estrés, miedo, preocupaciones, tristezas, problemas y agonías que parecieran que nunca tendrán final. Nos sentimos tan ahogados como si estuviesemos en el fondo del mar con una cuerda atada a nuestros pies que nos impide llegar a la superficie y respirar.

Y nos consume, nos ahorcan las emociones y los pensamientos, incluso los malos recuerdos. Nos sentimos tan solos, atrapados en nuestro hoyo negro, rogando para que el dolor pare. Deseando que todo termine.

Así me sentí durante muchísimo tiempo, roto y jodidamente solo en este mundo. Porque aunque seamos seres independientes y debemos saber estar solos, siempre necesitamos una mano que nos sostenga y nos diga que todo estará bien o que todo empeorará pero nada es temporal y el dolor pasará.

Y ahora estar aquí años después, frente al mirador observando los colores pasteles en el cielo y las abundantes luces de la ciudad dando la impresión de un nacimiento o un alumbrado árbol de navidad, con la perfecta compañía de Addy a mi lado, me hace pensar que finalmente estoy libre de todo dolor. Qué por fin en mucho tiempo no siento tristeza.

Aunque aún me consuman las preocupaciones y los problemas, eso es algo de lo cual jamás podremos escapar, pero si sobrellevar y solucionar. Y cuando quieres ser una mejor persona y curarte, las cosas se te hacen mucho más sencillas, más si tienes esa mano amiga que tanto necesitabas.

No soy perfecto, tengo muchos pensamientos negativos en mi mente, hice cosas que no debía, al igual que pasé por otras que no me merecía, pero no puedo regresar el tiempo ni evitar nada. Por eso creo que todo lo que nos pasa, sea muy bueno o muy jodido, es para hacernos más fuertes y sabios.

Giré mi cabeza para observar a Addy, ella abrazaba una de sus piernas flexionadas hasta su pecho y la otra colgaba en el muro del mirador. Sus largas pestañas danzaban cada vez que parpadeaba y en su piel Nivea sus mejillas tenían un adorable color rosado por el frío. Addy apreciaba con gusto la vista y el ocaso, y yo la admiraba a ella.

Teníamos unos cuantos minutos aquí en el mirador, luego de haber salido del orfanato. Creo que era el perfecto lugar para organizar mis ideas, relajarnos y poder contarle la otra parte de mi historia.

Addy giró esta vez hacia mi y sus comisuras se elevaron en una tranquila sonrisa. Su sonrisa era la más bonita y especial que había visto en mi vida. Me recordaba la sonrisa de mi mamá solo por el simple hecho de que me transmitía seguridad y paz.

-¿Es relajante, verdad? -hablé luego de haber estado en un cómodo silencio.

Asintió.-Me gusta mucho este lugar.

-A mi también -le devolví la sonrisa. Addy examinó todo mi rostro, como si quisiera descifrar mis pensamientos y adentrarse en mi mente.

-¿Cómo te sientes?

-En estos momentos, me siento en paz -aseguré. Adeline sonrió y se acercó completamente para recostar su cabeza en mi hombro. Incliné mi cabeza también y la reposé sobre la de ella.

-Tú...-sus dedos trazaban círculos imaginarios en mi muslo-, ¿Estuviste siempre en el orfanato?

-Sí -solté un suspiro y miré el horizonte que ya había adquirido un azul oscuro, se podían notar con más claridad las estrellas-. Después de lo que ocurrió en mi casa y con mi mamá, me llevaron a la comisaría y una trabajadora social se encargó de mi. En ese momento no tenía a nadie que se presentara como mi tutor, mi única familia cercana eran mis abuelos y mi mamá y ya ninguno...estaba. Tampoco teníamos amigos cercanos. Intentaron contactar con mi papá pero no obtuvieron información sobre él, ni siquiera yo tenía su apellido. Me habían puesto el de mi mamá cuando nací. Y nunca conocí a ese hombre, no sabía cómo era ni como se llamaba, mamá nunca me habló de él.

skin [h.s]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora