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Harry

Cuando me detuve frente a la casa de la chica que ahora vivía las venti cuatro horas del día en mi cabeza, le envié un mensaje y ella no tardó en salir. Trotó hasta mi auto puesto que estaba medio lloviendo, había estado así todo el día, y me estiré hacia la puerta del asiento copiloto para abrirsela.

-¿Odio un poco la lluvia, sabes? -me dijo cuando ya estaba sentada en el asiento, quitándose la capucha de su abrigo y dejando una enorme bolsa amarilla en el suelo del auto.

-A mí me gusta -sonreí de costado.

-A mi también, me refiero a que la odio cuando estoy en la calle. Me gusta la lluvia si estoy en mi casa con cobijas y chocolate caliente mirándola por la ventana -refunfuñó y reí por su chistoso puchero. Luego se acercó a mí y besó dos veces mi mejilla.

No pude evitar sonreír. Cualquier cosa que hacía Addy me provocaba una felicidad indescriptible, una que jamás había sentido.

-Estás muy linda, como siempre.

-Parezco una loca -se rió mirándose.

-Como sea eres hermosa -me giré a mirarla y noté sus mejillas sonrosadas en su pálida piel.

-Gracias, hazz -sonrió. Miró la bolsa y la llevó hasta sus piernas-. Traje lo que me pediste, ¿Ahora puedo saber a dónde iremos?

Solté un suspiro y estiré mi mano para entrelazarla con las suyas pequeñas, un esmalte azul en sus uñas como el color de sus magníficos ojos.

-Gracias por traerlo, y ya verás.

-Que misterio, Styles. Me tienes nerviosa -se rió- ¿Iremos a donar algo, verdad? Porque si me pediste ropa que ya no utilizaba -de reojo la vi ladear la cabeza.

-Sí, algo así -asentí.

El resto del camino cambiamos de tema, hablando de cosas irrelevantes pero interesantes. De vez en cuando la veía perdida en sus pensamientos, y parecía como si quisiese decirme algo pero no lo hacía.

Me sentía nervioso, tenía un montón de emociones caminando de acá para allá dentro de mi. Ir a este lugar era una costumbre cada año desde que salí de ahí, pero siempre iba solo. Está vez no era así, llevaría a Addy, la llevaría a conocer el lugar donde pasé el momento más complicado de mi vida. Quería contarle, quiería decirle todo lo que había ocurrido después de la muerte de mi mamá. Lo que pasó conmigo, el agujero negro donde había caído en toda mi adolescencia.

Seguía sintiéndome culpable y asqueado porque no podía ser del todo sincero con ella, tenía miedo. Muy dentro sabía que Adeline podría entenderme y comprender el por qué decidí meterme en asuntos ilegales, pero mis pensamientos negativos me decían que solo la asustaría, la apartaría y me vería de manera diferente. Porque con ella soy quien en realidad soy, no la persona que tuvo que recurrir a lo más bajo por desesperación y ahora por un error.

Cuando antes terminara esta pesadilla mejor, me faltaban unas cuantas entregas del imbécil de Nathan para jamás volver a saber de ese cabrón.

Tiempo después, estacioné frente a nuestro destino. Apagué el auto y me quedé en silencio unos segundos, mirando hacia el letrero en la entrada.

Clarence Orfanato de Manchester.

-Aquí es -dije y la miré. Addy observaba la gran casa de dos pisos con curiosidad y asombro.

-Es un orfanato -susurró y luego conectó sus ojos con los míos-, ¿haremos voluntariado?

-No específicamente pero sí -asentí-, cada año vengo a visitar. Yo...viví aquí mucho tiempo.

skin [h.s]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora