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—¿Me veo bien?

—Sí, hermana, luces preciosa.

—¿Seguro? —ladeé la cabeza en el espejo analizando mi conjunto de ropa. Noté por el reflejo del espejo que Charlie rodó los ojos medio acostado en mi cama. Se levantó murmurando algo que no entendí y se colocó a mi lado frente al espejo.

—Muy seguro, los Harlows nos vemos hermosos con lo que sea —sonrió y besó sonoramente mi mejilla. Ahora fue mi turno de rodar los ojos.

—Pero yo saqué los mejores genes —elevé mis cejas y le di un codazo.

—No lo dudo, Eli —volvió a sonreír— ¿A qué hora regresas de tu cita con Styles?

—Uh, dormiré en su casa —le respondí dándome la vuelta y yendo a guardar mis cosas en el bolso que me llevaría a casa de Harry.

—Dios, dime que se están cuidando —contestó preocupado y asustado— no puedo ser tío aún, tú-

—¡Charlie! —lo callé riéndome por su pálida expresión— sí nos cuidamos y no serás tío aún, tranquilo.

—De acuerdo, confío en ustedes —se cruzó de brazos, viendo cada movimiento que hacía. Cerré el cierre de mi bolso y me lo colgué en el hombro—. Entonces, ya que no estarás aquí, ¿Puedo dormir en tu habitación? Tienes el televisor más grande que el mío y jugaré al play.

—Sí, pero no toques mis cosas —señalé con el dedo. Él asintió lanzándose en la cama con Tommy al lado. Di un vistazo a mi habitación y ah, casi lo olvidaba, mi cámara. La tomé y la colgué en mi pecho.

Un mensaje de Harry llegó avisándome que ya estaba afuera.

—Te veo mañana, Charles —me acerqué a darle un abrazo a él y un beso a Tommy en la coronilla.

—Recuerda, triple condón.

—Jódete —me reí sonrojada.

—¡Te amo, perdedora!

—¡Y yo a ti, burro!

Bajé las escaleras a trote tarareando una canción y cuando salí de mi casa llegué con una sonrisa al auto de Harry, donde él me esperaba recostado del lado del copiloto con una radiante sonrisa y un girasol en sus manos. Mi sonrisa se ensanchó al mismo tiempo que mi boca se abría en asombro. Vestía un abrigo algo grande de lana amarillo con franjas negras, unos pantalones de lino marrón con cuadros y unas Vans blancas. Se veía hermoso y cómodo, como para abrazarlo y nunca soltarlo.

—Hola, hermosa —Harry me dió un vistazo completo y sonrió, tendiéndome la flor con algo de timidez— para ti.

—Harry —mi corazón quería explotar de alegría y no podía dejar de sonreír grande. Tomé el preciosos girasol en mis manos y lo acaricié, mirando a Harry nuevamente a los ojos. Un nudo de felicidad de formó en mi garganta, sus detalles eran igual de hermosos que él—  ¡Gracias!, es preciosa, demasiado. Nunca me habían regalado una flor antes.

—¿Es en serio? —parecía sorprendido. Asentí y miré de nuevo el girasol. Sentí sus manos en mis caderas y me acercó más a él, quedando a centímetros de mi rostro excepto el pequeño espacio que nos separaba por la cámara colgando en mi pecho— Es una lástima, mereces todos los ramos del mundo. Pero me alegra ser el primero.

Me dió un beso de esos que paralizan todo mi cuerpo y me envían millones de explosiones y el jodido zoológico entero. Crucé mis brazos detrás de su cuello con la flor en manos y Harry hizo a un lado mi cámara para poder tenerme más cerca. Él estaba inclinado un poco hacia a abajo y mis pies en puntillas aún cuando tenía unas botas con algo de tacón. Me llené de sus labios sabor a cigarro y cereza y su perfume de vainilla que era mi favorito. Debería regalarle uno, así tanto él como yo nos acordaremos siempre de nosotros con esa fragancia.

skin [h.s]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora