Capítulo IX

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Kira

Rara amistad

Después de ir por primera vez a una de las presentaciones de la banda, fui cada fin de semana a ellas. Era interesante ver como los únicos interactuaban con el público y cómo disfrutaban estar sobre el escenario. Sin duda su lugar favorito en el mundo.

Mi amistad con Damián era un poco extraña, sabía cómo era. Aunque intentara ocultarlo me di cuenta que le encantaba ser el centro de atención y más de las mujeres. Sabía que tenía sus líos de una sola noche, aunque no me dijera. Seguía sin entender por qué razón ocultaba esa parte de él.

A veces me preguntaba cómo diablos nos volvimos tan cercanos. Era divertido ser su amiga y que los demás me consideraran como una de ellos. A veces lo odiaba, porque si le decía que detestaba una canción él la reproducía una y otra vez. Pero la mayoría del tiempo me agradaba estar junto a él, porque sentía que le importaba, le gustaba escucharme, aunque tenía mis dudas. Estaba segura que me consideraba como una chica ingenua, dulce, tierna, como un pequeño animal indefenso al cual  proteges. Lo que él no sabía, era que yo era capaz de defenderme sola.

No me había arrepentido de la manera en cómo llevaba mi vida, lo que había hecho con ella y lo que no. De las cosas que había logrado y lo que me había perdido por hacerlo. Nunca había sentido ese remordimiento, nunca, hasta que lo conocí.

Estaba escribiendo un ensayo acerca de los arquetipos en la literatura moderna, cuando recibí una llamada de él.

— ¿Qué pasa, Sin vergüenza? —respondí

—Kira, ¿estás en tu casa? —preguntó preocupado.

— ¿Pasó algo? —dejé de teclear en mi computadora y enfocarme en nuestra conversación.

—Necesito tu ayuda con un asunto.

—Dime, ¿qué necesitas?

— ¿Puedo ir a tu casa? —preguntó —¿o está tu madre?

Mi madre no se encontraba en casa, le tocaba guardia, así que estaba yo sola en casa, era mi día de descanso y hacía mis trabajos pendientes.

—Está en el hospital, le toca guardia y no la veré hasta mañana en la noche cuando yo llegué del trabajo.

—Está bien, llegó en unos diez minutos—colgó

Seguí con mi trabajo, pero no pude evitar pensar que algo podría haberle pasado.

Pasados los diez minutos, tocaron a mi puerta, bajé y abrí. Era Damián, lo miré fijamente buscando algún golpe o herida en su rostro o cuerpo, pero no. Estaba perfectamente. Traía puesto un gorro de invierno color negro, extraño porque no estaba haciendo frío, en cambio la temperatura era de más de 25 grados centígrados.

—Quítate ese gorro, está haciendo calor— traté de quitárselo pero él se movió

—No, es parte del conjunto que traigo puesto, además estamos en invierno.

Era cierto, era principios de marzo, casi terminaba el invierno, pero no estaba el clima frío, al contrario.

—Cómo quieras— con la mano le dije que pasara y cuando lo hizo le quité el gorro

— ¿Qué te pasó? —le pregunté, llegó con el cabello demasiado rubio

—Samuel se equivocó de tinte— respondió entre dientes

No pude evitar reírme

— ¿Te tiñes el cabello?

Asintió

Detrás de una sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora