Capítulo XXXIX

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Kira

El año de las decisiones y de...

No dejaba de ver el pequeño anillo que llevaba puesto en mi dedo anular. Ese pequeño aro dorado con una piedra azul en medio, que a los costados tenía dos piedras más pequeñas de color blanco casi transparentes. Siempre me perdía unos instantes cuando lo veía en mi mano. Me costaba trabajo, todavía, asimilar que estuviera pasando, que estuviera comprometida con Damián y que en cuestión de meses seriamos marido y mujer.

— ¿Estás segura que quieres esa tipografía en las invitaciones? —me preguntó Margarita señalando la carpeta con la muestra en la mesa

Asentí

De vuelta a la realidad. Estaba atiborrada de todos los pendientes que tenía para la boda y las chicas se ofrecieron a ayudarme en sus tiempos libres, ya que cada una había conseguido empleo aquí en la ciudad. Margarita trabajaba conmigo en la editorial, ya que se abrió una vacante en el área de diseño y ella encajaba perfectamente con lo que estaban buscando. Así que ella hacía las portadas de los libros que traducía. Por su parte Cassandra laboraba haciendo campañas publicitarias y Beatriz tenía empleo en un despacho jurídico, así fue como Samuel la conoció, ella entró a hacer prácticas al despacho de sus padres, era abogada.

—Bien—expresó Margarita —un pendiente menos.

—Gracias por ayudarme con esto.

—No te preocupes, sé cómo es —sonrió

—A veces pienso que solamente deberíamos ir al registro civil y firmar el acta de matrimonio, sin hacer nada de esto—confesé—De todos modos, somos como un matrimonio, tenemos un año viviendo juntos.

— ¿Y dónde queda la emoción de ese día? ¿Y los recuerdos? ¿Las fotos que les enseñaras a tus hijos y nietos cuando pregunten?

— ¿Por esa razón tuviste una gran boda?

—Por supuesto—respondió sin pensarlo y sin ninguna pena—además desde pequeña siempre soñé que mi boda sería como un cuento de hadas.

Sonreí al verla

—Así que aunque no seas como yo, tu boda también tiene que ser hermosa, a tu estilo, así como son tú y Damián.

—En verdad, Gracias

—No tienes que agradecer, para eso estamos las amigas.

Sonreí

Por primera vez, en mucho tiempo, podía decir que en verdad había hecho buenas amigas con el pasar de los años.

Damián abrió la puerta principal, venía con Oliver, nos miraron fijamente al ver todo el desorden de carpetas que había en la sala.

—Creo que llegamos en un mal momento—le comentó Oliver a Damián.

—Ni piensen en huir—les ordenó Margarita—Damián, te toca ayudarle a Kira.

Ella se levantó, se despidió de mí con un beso en la mejilla y se fue con Oliver.

—La que no quería que huyéramos y fue la primera en irse—expresó Damián al sentarse junto a mí en el sofá

—Era necesario, pobre me ha ayudado muchísimo.

Él sonrió

— ¿En qué te ayudo?

—Tenemos que escoger los colores de la mantelería del salón.

—Eso es algo sencillo.

Le mostré dos servilletas que a simple vista parecían iguales, pero no lo eran.

Detrás de una sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora