Capítulo XXXVIII

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Damián

Respuestas esperadas

Estaba jodidamente nervioso esperando la respuesta de Kira. Me sudaba, absolutamente, todo. Había decidido proponerle matrimonio el día del concierto, con nuestros amigos más cercanos acompañándonos. En el viaje lo iba a hacer, pero algo en mi interior me dijo que lo hiciera esa noche, era indicado para hacerlo.

Seguía hincado con la cajita en mis manos, Kira me miraba sorprendida. Me tomó de la mano, para que me levantara. No sin antes asentir

—Sí, Damián—fue lo único que pudo articular

Le coloqué el anillo en su dedo anular y la besé con suma pasión, el tiempo pareció detenerse, solamente éramos ella y yo en nuestra pequeña burbuja. Hasta que Yang nos interrumpió.

Tosió

—Damián, tienes público

Reímos al separarnos Kira y yo.

— ¡Qué hermosos se ven!—escuché la ternura en la voz de Cassandra

Kira bufó

El concierto terminó.

Nos fuimos todos. Quise llevarlos a casa en el jeep aunque fuéramos auto sardina, pero se negaron. Así que Kira y yo nos fuimos a su departamento.

Ella no dejaba de ver el anillo en su mano izquierda.

—No creí que pasaría esto el día de hoy.

—Yo no creí que me responderías de manera afirmativa

Rió

— ¿Qué te hizo pensar eso?

—La lentitud en tu respuesta

—Lo siento, pero me tomaste por sorpresa

—Ese era el punto—sonreí sin dejar de ver al frente—Sé que no es mucho, pero...

Me interrumpió

—Es perfecto—tomó mi mejilla derecha — ¿Desde cuándo lo tienes?

—Lo compré cuando estuve en Buenos Aires. En cuanto lo vi, supe que ese sería el anillo que te daría, así que entré a la tienda y lo compré.

Me miró con ternura

— ¡Qué romántico salió mi prometido! —rió

Llegamos a su casa.

—Bien, llegamos a tu departamento—me estacioné afuera de su edificio.

—Nuestro departamento—me corrigió

— ¿Te quedarás? —me preguntó

— ¿Quieres que me quede?

Asintió

—Es muy tarde para que te regreses solo

—Me alegra saber que te preocupas por mí

Sonrió

—Tenemos que cuidarnos a partir de hoy, ¿recuerdas? —me enseñó la mano con su anillo—En las buenas, en las malas, salud, enfermedad.

— ¿Hasta que la muerte nos separe?

—Hasta que la muerte nos separe

Me acerqué a ella y la besé.

—Será mejor que entremos—sonrió —Me estoy congelando

Nos bajamos del jeep y subimos hasta su departamento.

A partir de esa noche, ya no me fui a casa, porque ese pequeño departamento con Kira, se convirtió en mi hogar. A la mañana siguiente le dio la noticia a su madre. Mandándole una foto del anillo. La boda sería en un año y medio, así que ella se dio a la tarea de planear todo en ese lapso de tiempo. Le ayudaba en ciertas cosas, pero como faltaba bastante tiempo, tomó las cosas con calma.

Vivir juntos resultó ser más fácil de lo que creíamos. Ya que por nuestros trabajos pasábamos la mayor parte del tiempo fuera del departamento y casi no nos veíamos durante el día, así que cuando llegábamos en la noche platicábamos sobre cómo nos fue.

Samuel y Beatriz se casaron en febrero, como ambos sabían la cantidad de compromisos que íbamos a tener, decidieron hacer una ceremonia sencilla en la Ciudad de México. Sólo con los amigos más cercanos y familiares de ambos. Un tío de Samuel fue quien los casó. La hicieron en un salón de un lujoso hotel, ya que la familia de él era de una buena posición económica lograron hacer todo a la perfección en poco tiempo.

Cada uno de los chicos consiguió un lugar donde vivir, en algunas ocasiones los extrañaba, pero no cambiaba por nada del mundo mi nueva dinámica con Kira. Nos veíamos todos los días por nuestro trabajo, componer y grabar las nuevas canciones para el nuevo álbum.

Así pasaron los meses. Grabamos otro disco, hicimos promoción, nos fuimos de gira. Y el 2015 se fue así de rápido como llegó.

Para finales de año, ya estábamos grabando nuestro tercer álbum y planeaban la gira con más países incluidos.

El 2016 llegó siendo un año decisivo para todos y también un poco trágico. 

Detrás de una sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora