Capítulo XXVI

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Kira

Losing it

Damián y yo estuvimos saliendo todo el verano. Íbamos al cine, a comer, veíamos películas en mi casa. Salíamos a caminar o simplemente por un café o un helado al centro comercial, pero nos dimos cuenta que en los tres meses que llevábamos de relación nunca fuimos a cenar a un restaurante elegante.

Toda la banda se fue a la ciudad de México a firmar su contrato con la casa productora, regresaron entusiasmados, porque uno de sus sueños se haría realidad. Pero dentro de su burbuja de felicidad había un problema, Damián y yo recién comenzábamos una relación y a ambos no nos entusiasmaba la idea de casi no vernos, porque estábamos acostumbrados a estar cerca el uno del otro.

A su regreso, Damián, había quedado de pasar por mí. Iríamos a cenar a un restaurante. Sería nuestra primera salida elegante como pareja. Llegó vestido de manera formal. Con su pantalón gris y una camisa de manga larga color blanco, con unos cuantos botones desabrochados, se alcanzaba a ver un poco su tatuaje. Se miraba tan jodidamente sexi. Sus ojos eran de un azul, aún más intenso que de costumbre. En ese momento me di cuenta de cuánto lo había extrañado y ni siquiera lo sabía.

Al verme sonrió, no pudo evitar que se le hicieran sus hoyuelos. Me gustaba mirlarlo cuando sonreía, por esa razón. Su cabello lucía un poco desarreglado, pero se veía tan bien y más con esa barba que comenzaba a salir de un par de días sin rasurar. También se había quitado el arete de su oreja.

—Te ves hermosa, Kira—se mordió el labio inferior. Traía un vestido negro un poco ajustado. Con unas zapatillas cerradas del mismo color. Mi cabello suelto con ondas.

Lo besé. El correspondió el beso de manera apasionada. Sabía lo que hacía.

—Tú no te ves tan mal. Me gusta esta versión de Damián. El que se viste de manera decente—Se rió—Y tú que me dijiste que nunca te vería con este tipo de ropa.

Comenzó a acercarse y a hacerme cosquillas

— ¿Ya estas lista?

Asentí

—Entonces, vámonos.

Tomé mi bolsa, él tomó mi mano y nos fuimos en su Jeep al restaurante en donde teníamos reservación.

— ¿Por qué te quitaste el arete? —le pregunté de camino

—Este atuendo no va con ese arete. Recuerda que tengo que aparentar ser decente

Rió

Llegamos al restaurante, ahí se comportó como todo un caballero. Me ayudó a sentarme y todo el tiempo tuvo una mirada tierna hacia mí, no nos importó el mundo esa noche, solamente éramos el y yo.

— ¿Cómo les fue con la firma del contrato?

Sonrió

—Excelente. Tenemos un contrato con ellos para tres discos.

—Serán un tiempo bastante largo.

Sabía lo que les esperaba. Grabar el disco, las giras, regresar y hacer lo mismo. Y más si lograban tener éxito.

—Por lo pronto, tendremos que componer y grabar.

Al decirme eso lo supe, se iría pronto

— ¿Cuándo se van?

—No hablemos de eso, ahorita. Sólo disfrutemos de nuestra compañía—respondió al tomarme de la mano— ¿Qué tal el trabajo en la editorial?

—Hay bastante.

Le tenía una noticia importante. Me transferirían a una editorial más grande en la Ciudad de México. Así que no estaríamos tan distanciados, después de todo.

Detrás de una sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora