Capítulo XXXII

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Kira

Campanas de boda.

Pasaron las semanas. La boda de Yang era en dos días, y todos teníamos que tomar un vuelo para ir, ya que ambos decidieron hacer la ceremonia en nuestra ciudad natal. Solamente se casarían por lo civil y harían una fiesta con los amigos más cercanos y familia de ambos. La recepción la hicieron en el salón de un hotel con vista a la ciudad.

Estábamos todos sentados en una mesa, Margarita lucía su anillo de compromiso, él cual Oliver le dio el día de San Valentín. Su boda sería dentro de un año y me pidió ser parte de su cortejo nupcial, no pude negarme. Ella siempre fue buena conmigo. A lo lejos vi como Yang y Cassandra hacían su primer baile como esposos. I have Nothing, fue la canción que eligieron. Fue un momento romántico para ellos, no les importó quienes estábamos ahí, sólo eran ellos en su pequeña burbuja.

Damián me tomó por la espalda, me abrazó, se acercó a mí, colocó su barbilla sobre mi hombro.

—Algún día, esos seremos tú y yo—susurró en mi oído, mi piel se erizó cuando dijo esas palabras. Acto seguido me dio un beso en la mejilla.

Tomé su mano y la entrelacé con la mía. Así nos quedamos por unos minutos. Mirando a nuestros amigos bailar en uno de los días más importantes de sus vidas.

Pasaron las semanas. La promoción del disco iba bien, pronto los chicos se irían como teloneros de otro grupo más popular y con más tiempo en el medio. Los dos grupos eran de la misma casa productora.

Esa gira duraba cerca de cinco meses, lo que significaba que no vería a Damián hasta octubre y muy posiblemente, Yang no estuviera presente en el nacimiento de su hijo.

Antes de irse, fue a despedirse, al verlo parado en mi puerta con la maleta supe que ese era el día.

—Llegó el día—fue lo primero que dijo cuando abrí la puerta.

Lo abracé y lo besé

—Te voy a extrañar

—Yo también—me abrazó con fuerza

Saqué de mis jeans una llave y se la di

— ¿De qué es esta llave?

—Es una copia de la llave de este departamento, cuando regreses de la gira y te sientas solo y no quieras llegar a una casa vacía, no importa la hora, si quieres puedes llegar aquí conmigo.

Se guardó la llave y me abrazó

—Todo saldrá bien y nos estaremos viendo de regreso en octubre—Solté una respiración sostenida—sabes que no soy muy buena para las despedidas

—Te diré, hasta mañana, eso lo hará más sencillo.

Sonreí

Me besó. Fue un beso largo, con sabor a nostalgia.

Tomó su maleta y lo vi caminar por el pasillo.

—Sé el rockstar que estás destinado a ser—le grité

Él se giró y me aventó un beso.  

Detrás de una sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora