Capítulo X

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Kira

Lo odio, pero lo amo

En el tiempo que llevaba conociendo a Damián, había aprendido a analizarlo. Supe porque tenía tanta popularidad con las mujeres. Era por la manera en cómo te miraba y por cómo te hacía sentir. Gracias a mí, el maldito bastardo, lograba conseguir más citas de las que estaba acostumbrado, ya que me pedía recomendaciones sobre libros y poemas de romance, al principio creí que estaba siendo una buena influencia y estaba saliendo a flote su lado romántico, pero en realidad los quería para seducir chicas. Aunque también lo ayudaban en la composición de algunas canciones, tenían mejor letra.

Lo que más odiaba era su sonrisa, esa la cual tenía todo el tiempo, con esos dientes perfectamente blancos y esos hoyuelos que se le hacían en las mejillas. Siempre estaba riendo y eso lo detestaba, cómo era posible que una persona estuviera feliz casi todo el tiempo. Odiaba sus ojos color azul, esos que penetraban hasta mi alma en cuestión de segundos. Detestaba su gruesa voz, la cual era una rara combinación entre Frank Sinatra, Elvis Prasley y el locutor favorito de mamá. Lo que me gustaba era que sus amigos lo molestaban todo el tiempo picándole las mejillas en la parte de sus hoyuelos y eso era algo que al él no le gustaba.

Salí temprano de casa, tenía que trabajar doble turno en el restaurante. Javier me pidió trabajar doble, porque habíamos estado con muchos clientes, por la temporada, así que acepté y más por la propina, que era lo mejor de las fechas altas.

Fue un largo día de trabajo, lo único que quería era darme una ducha y acostarme a dormir hasta el día siguiente. Los chicos también habían estado ocupados, con la banda, tenían más presentaciones, incluso ahora se presentaban en eventos privados. Así que tenía días sin verlos a todos.

Rumbo a la parada del camión me encontré con Damián. Traía puesta una de sus típicas playeras beisboleras y el cabello agarrado en una coleta, se miraba extraño. Venía en su jeep de casa de Samuel. Al verme se paró.

— ¿Te llevo?— preguntó. Lo vi de perfil. Él era una de las pocas personas que me gustaba ver de perfil. Su nariz era tan proporcional con su cara que hacía ver sus rasgos más finos, pero sin dejar la dureza que podían llegar a tener la mayoría del tiempo y más cuando se enojaba.

Asentí. Me subí a su jeep. Acepté que me llevará porque lo único que quería era llegar y descansar. Me miraba cansada y traía cara de pocos amigos. Todo el camino estuve seria. Íbamos por buen camino, hasta que me di cuenta que giró en otra dirección.

— ¿A dónde vamos? —pregunté —Por aquí no es mi casa.

Él no respondió

Llegamos a un gran terreno baldío, comenzó a dar vueltas con alta velocidad por todo el lugar sin parar, me agarré de donde pude.

— ¡Para ya!, —le grité — ¡vamos a morir!— Fingió no escucharme y siguió. Grité tan fuerte, que volteó a verme y se paró al seco. Bajé lo más rápido que pude. Respiré profundo. Él se bajó también y se paró a un lado de mí.

— ¿Qué es lo que te pasa?— le grité— ¿No pensaste que pudimos haber muerto? —lo golpeé en el pecho.

—Por dios Kira, no exageres— se rió

No le encontraba la gracia.

— ¿Sabes cuantos jóvenes mueren al año a causa de accidentes de auto?— le pregunté exaltada

—No

—Eso imagine, por lo que acabas de hacer.

— ¡Ya quiero que te calles!— me gritó, se acercó a mí y me tomó de ambas muñecas—Escúchame. Lo hice para sacarte una sonrisa, Kira. Estabas muy seria.

Detrás de una sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora