Capítulo 14: Sinceros

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Fuí hacía mi habitación y cuando entré no esperé encontrarme con una gran sorpresa.

—Hola, Saint Clair —dijo con una tranquilidad impresionante.

Como si fuera lo más normal del mundo entrar a mi habitación y encontrarme a un tipo de más de un metro noventa, sentado sobre mi cama, queriendo hacer vaya a saber qué.

—Hola, eh, ¿Qué haces acá y cómo entraste? —dije preocupada.

—Deberías cerrar bien la ventana si no querés que entren extraños —comentó como si nada y yo me quedé sorprendida porque tenía algo de razón.

—Liam, ¿Sos consciente de que hay una puerta abajo para que entres como una persona normal a mi casa? Dios, si mis papás se enteran que estás acá y a ésta hora, me van a matar.

—Hija, ¿Está todo bien? Es muy tarde, ¿Con quién hablas a esta hora? —papá golpeó a mi puerta y yo misma me quise matar en ese momento.

Instintivamente, tapé la boca de Anderson con mi mano.

—Ehh... sí, está todo bien, estoy hablando por teléfono con Nick, ya sabés cómo se pone de pesado a veces con sus dramas —dije esperando a que se creyera mi mentira.

—Está bien, pero no se queden hablando mucho tiempo que mañana tienen que ir al colegio —cuando creí que al fin se había ido, volvió a hablar —¿Puede ser que hayas mencionado a Liam? Cariño, si es por lo que pasó hoy quedate tranquila que no voy a decir nada que vos no quieras que se sepa.

Definitivamente estaba a un par de segundos de tirarme por la ventana de mi habitación y así morir en el acto. Papá casi nunca pasa por mi habitación y justo ahora se le da por pasar, y no sólo eso, sino que entrometerse en una conversación imaginaria con mi mejor amigo. Menos mal que cerré la puerta apenas vi a mi supuesto novio en la habitación.

—No te preocupes, es por otra cosa, andá a dormir tranquilo —casi le grité.

—Buenas noches —me dijo desde el pasillo.

—Buenas noches, pa —lo saludé y al fin escuché como se iba.

El silencio no se hizo esperar y cada uno estaba metido en sus pensamientos sin saber exactamente qué decir. Noté que mi mano seguía sobre su boca y la saqué rápidamente para luego sentarme junto a él.

—Bueno, volviendo a lo nuestro, eh... —intenté hablar, pero me interrumpió.

—Tranquila, solo vine para... —estaba dudando en si decirlo o no.

—¿Para...? —lo animé a hablar.

—Para saber si estás... bien —dió un suspiro y noté como sus mejillas comenzaban a tomar un color rojizo que ya se me estaba haciendo costumbre ver —. Yo no sabía que fueras al psicólogo y creo que eso es algo que debería saber, bueno, ambos en realidad. Yo tampoco te dije la verdad y no es justo, y me siento muy mal Abby por no hacerlo —dijo sin más y se acercó aún más a mí, pegando su frente a la mía y sin separar sus ojos de los míos.

Me pareció tierno el que se preocupara por algo tan simple como esto y no por el hecho de querer hacer una apuesta y usarme. Aunque, está un poco loco si cree que voy a creer lo que me diga, pero ahora debo fingir que por mi mente no me surgen miles y miles de maneras de insultarlo por hacer semejante cosa.

—Ey, tranquilo, ninguno de los dos lo sabía —coloqué mis manos sobre sus mejillas —. Nos estamos conociendo todavía, no hay ningún problema y yo también debería pedirte perdón por no decir nada. La verdad es que ahora no es un buen momento para hablar, es muy tarde y te agradezco por preocuparte por mí, pero ahora deberías volver a tu casa y mañana vamos a poder hablar bien y de paso seguir con el trabajo, ¿Si? —él asintió y yo lo abracé.

¿Una simple apuesta? - [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora