Liam 3

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Luego de enseñarle la cueva a Abby, creí que ese podría ser nuestro lugar, nuestro refugio; pero cuando se los mostró el otro día a Alex y a Manuel, dejó de serlo. Al menos para mí. Ayer fui a buscar un libro que me había olvidado ahí y me lo encontré a Manu con una chica a punto de hacer vaya a saber qué.

La idea era que ese lugar fuera perfecto y especial para mí novia y para mí. Pero ellos prácticamente se adueñaron de él apenas tuvieron oportunidad. Sentía que no podía culparla a ella, de hecho, jamás lo haría. Sus intenciones eran buenas, pero no las mejores si incluían a mis amigos. Ellos no eran malos es sólo que, a veces, no respetaban el espacio privado del otro y, los entiendo. A veces creo que invado el espacio de Abby y no sé cuándo se supone que me tengo que alejar.

En fin, ahora estaba algo frustrado. Por la mañana mis padres me hicieron ir a su empresa, según ellos era para "ponerme al tanto de varios detalles a tener en cuenta para el futuro".

No voy a mentir, detestaba ese lugar. No porque fuera desagradable o feo, sino que, por más que ellos insistieran, yo no lo sentía mío. Así como la cueva.

Todavía no podía creer que casi... lo hicimos con Abby ese día, hasta que nos interrumpieron mis amigos. Realmente tenía ganas de estar con ella de esa forma. Sentí una gran conexión entre nosotros, como si cada día y momento que pasáramos juntos afianzara nuestro amor. Quería tocarla, acariciarla, besarla y decirle al oído lo preciosa que era, pero supongo que el destino prefirió que ese no fuera el momento. Lo acepto, igual estaba aterrado, no sabía si lo iba a hacer bien o mal, no lo sé. Fueron distintas emociones juntas que de un momento para él otro me confundieron y quisieron eso y más de ella.

Me preguntaba si esa sería su primera vez o si ya lo habría hecho. Como sea, no me animaría a preguntárselo porque quizás ella no quería hablar sobre eso. Tal y como hicimos desde ese día, no volvimos a tocar el tema.

Estuve un par de días enfermo en mí cama, ya que tuve la estúpida idea de hacer una mezcla muy mala de salir desabrigado haciendo muy bajas temperaturas y besar a mi novia que me había advertido previamente que estaba resfriada. Resumiendo, ambos nos recuperamos extrañamente bien y ahora éramos libres, o al menos eso fue lo que pensé hasta que mis padres me recordaron que estaba castigado por escapar.

En todos estos años que me la pasaba escapando para estas fechas, nunca me habían castigado, es más, hacían todo lo posible para distraerme y que todo siguiera el rumbo adecuado. Supongo que ya no será así.

—Mamá ya tuve suficiente con estar una semana en la cama, necesito salir al mundo exterior.

Estaba en su habitación, tratando de convencerla de que me dejara salir aunque sea por unas horas. Realmente lo necesitaba y ella no me entendía. Sólo me ignoraba mientras acomodaba su ropa en su gran armario.

—Pero si hoy saliste con nosotros a la empresa —me explicó y yo volteé los ojos.

Eso ni siquiera cuenta como salir, o sea, no tuve voz ni voto para decidir si quería ir o no. Sólo me obligaron a hacerlo y no me quedó otra que obedecer.

—Sabes a qué me refiero —me quejé —. Además, no se supone que siempre me decís que tengo que disfrutar de mí juventud.

—No uses mis propias palabras en mi contra, jovencito. Estás castigado y punto. No se discute más.

No me iba a dar por vencido, iba a ir a ver a mi novia sea como sea.

—Pero... cuando querías ver a papá y mi abuelo no te dejaba, ¿Qué hacías? —usé mi última carta maestra.

—Pues me escapaba como cualquier chico de tu edad y... —no pude evitar ocultar mi sonrisa de satisfacción —... No. Ni se te ocurra hacerlo Liam Samuel Anderson porque tu castigo va a ser peor.

¿Una simple apuesta? - [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora