Capítulo 37: Somos un equipo

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Llegamos a casa y nuestros padres ya nos estaban esperando, sentados en los sillones de la sala de estar. Con Ethan estábamos más que nerviosos por lo que iba a pasar, pero sobre todo por lo que no estábamos preparados para saber. Estaba más que segura de que había muchas cosas que no sabía y no solo me preocupaba e inquietaba, sino que, me hacía creer que aunque lo supiera, esas sensaciones que estuve teniendo todo este tiempo no se irían.

—Hola, hijos —nos saludó mamá.

—¿Cómo estuvo su día? —preguntó papá.

—Bien, tuvimos una hora libre —comenté.

—Y yo —habló Ethan —... me saqué un nueve en mi examen de ciencias.

—Felicidades, Ethan, luego hay que celebrar —dijo mamá con la misma emoción que yo minutos antes de llegar.

—Ahora, vayamos al punto de esta reunión familiar —papá estaba serio.

—Sí, por favor —les pedí —, ¿Cómo se enteraron?

—Como te había dicho antes, Abby, mandé detectives a buscarlo y hoy, gracias a Héctor que también me está ayudando, lo vieron dentro de la empresa, pero lo perdieron de vista.

—O sea, que nos puede encontrar —dijo Ethan preocupado.

—De poder puede —habló mamá —, pero no nos va a hacer nada porque para eso tienen sus guardaespaldas, quédense tranquilos por eso.

—Lo que deben saber es que estuve recibiendo amenazas anónimas a mi despacho —confesó papá.

—¿Por qué no nos dijiste nada? —dijimos los tres molestos.

Al fin mamá entendía un poco a sus hijos y la incertidumbre que los atormentaba cuando no confiaban al decirles ciertas cosas.

—Se supone que somos un equipo y nos contamos todo —dije enojada —, ¿Desde hace cuánto tiempo que estás recibiendo esas amenazas?

Su silencio nos dejó en claro que desde hace mucho tiempo.

—¿Cuánto tiempo? —insistió mamá.

—Casi un mes —respondió.

Un par de semanas antes del cumpleaños de mi hermano.

—Yo se los iba a decir, pero al principio no me preocupé porque parecían simples bromas, pero luego de lo que nos contaron los Anderson, me comenzaron a llegar amenazas como la de ellos y ahí sí me preocupé y me puse a investigar.

—Papá —lo llamó Ethan —... ¿Por eso no estabas tanto en casa?

—Sí, hijo —suspiró.

—Por favor, sea lo que sea, hasta lo más mínimo, deben contarnos lo que pasa. Somos más que capaces de entender y es peor cuando no nos lo dicen —dije con la voz un poco entrecortada —. Somos un equipo y tenemos que estar más unidos que nunca. Estoy segura de que esta vez va a venir por más, así que debemos tener mucho cuidado.

—¿Por qué decís que va a venir por más? —preguntó mamá.

—Porque un día —di una respiración profunda para no llorar —... fui a verlo a la cárcel —confesé —. Quería saber si al menos tenía la intención de pedirme perdón, pero otra vez me equivoqué y me dejó bien en claro eso. Perdón por no decirles nada antes, es que estaba tan decepcionada y dolida que no lo creí importante hasta ahora.

—¿Fuiste sola? —me preguntó Ethan y yo negué.

—No me digas que fuiste con... —murmuró mamá.

¿Una simple apuesta? - [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora