La desaparición del sonido.

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— ¡Gyaa! ¡V-Vete! —se puso en posición aunque sus manos seguían temblando — ¡Respiración de rayo: primera postura! ¡Destello del trueno!

La conocida corriente amarilla que salió de su espada corto en menos de una milésima de segundo al demonio que había tenido delante de él.

Inosuke que miraba a la distancia se seguía impresionando por aquella técnica. Eran tan rápido que ni podía verlo pero sí sentirlo en su piel. Hacía que todos sus vellos se erizarán. Le recordaba a cuando era una pequeña cría en las montañas y se escondía tras el lomo de su madre jabalí en las noches de tormenta ya que le daban miedo el sonido de los relámpagos.

Pero ahora solo se sentía majestuoso observar la manera en que Zenitsu acababa con los demonios.

— ¿I-Inosuke? ¿Estás ahí? —pregunto asustado el rubio quien tenía los ojos fuertemente cerrados y sus manos seguían sosteniendo la espada — ¿Lo mate?

Claro que todo lo majestuoso del acto se iba cuando el rubio volvia a su actitud cobarde y llorona.

—Sí, supongo —gruño yendo hasta su lado.

Zenitsu abrió los ojos y le vio aliviado. Habían acabado con solo dos o tres demonios que estaban en la zona. Ambos cazadores suponían que eran los que su patrón ordenó que debían acabar. Pero por las dudas iban a seguir caminando por el bosque un poco más.

—No escucho nada...—menciono el rubio caminando junto al más alto — ¿Y tú, Inosuke? ¿Puedes sentir algo?

—No, nada. Al parecer ya acabamos con todos esos demonios —se cruzó de brazos y bufo satisfecho —Debiluchos. No fueron gran problema.

Para ti.

Zenitsu guardo su espada en su estuche y suspiro. Cómo Kaigaku había dicho antes de morir, seguía siendo una basura cobarde que solo podía usar la primera posición de la respiración del rayo. Su creación, la onceava postura nunca más pudo volver a usarla desde su encuentro con el demonio. Al parecer sino sentía odio, sino estaba lo suficientemente enojado y con sed de sangre, no podía llevarla acabo.

Y como Kaigaku fue el primer y único demonio contra el cual lucho por su voluntad, por su deseo...la verdad dudaba que alguna vez pudiera usar otra vez su técnica.

Estaban por irse. Su tarea estaba acabada. Solo quedaba esperar por el primer tren que llegara mañana en la mañana y reunirse con los demás en Tokio.

—Espero que Tanjiro halla tenido suerte —murmuro el rubio —Él estaría más que feliz de que Nezuko-chan volviera ser humana, ¡y yo podría casarme con ella como se debe!

—Desagradable —gruño Inosuke.

— ¡No te invitaré a mí boda, jabalí estúpido!

— ¡¿Haa?! —grito el de ojos verde encarandolo — ¡Pues ni quería ir!

— ¡Que bien! ¡Más comida para Nezuko-chan y yo!

Inosuke gruñó enfadado y se estaban por enfrascar en una pelea —sumamente infantil— sobre la comida e invitaciones de boda. Cuando, de la nada, Zenitsu se puso pálido y se paró detrás del más alto.

—I-Inosuke...—tartamudeo asustado.

—Shhs Monomitsu —agarro sus espadas —Quédate detrás mío.

El rubio le hizo caso, con su espada en mano y su sentido del oído a máxima capacidad. Había ocurrido un sonido en medio del bosque, un aterrador y fuerte sonido que resonó en medio de la oscura noche.

El sonido característico de los demonios. Pero era diferente, ambos cazadores lo podían sentir era más frío, cruel y ruin. Casi lo podían comparar con la presencia misma de Muzan Kibutsuji. Algo tan aterrador era imposible para ellos lograr matarlo.

Sálvame [Crossover]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora