Cosas que pasan.

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Le dolía todo y eso era decir mucho.

—Karma, toma —le extendió un vaso con agua y una pastilla.

El pelirrojo lo miro mal pero el de ojos celestes solo sonrió con calma y le puso la pastilla en la mano.

—Tengo más —le hizo saber —Empaque reservas de emergencia para ambos.

—Tan astuto como siempre Nagisa —se llevo la pastilla a la boca y tomo el agua —Gracias.

El bajito chico le sonrió otra vez y se sentó a su lado. Habían llegado a una casa abandonada en lo profundo del bosque. Por suerte, no había humanos cerca así que ellos —y sobre todo esos humanos— estarían a salvo.

Las pastillas le harían efecto en un par de horas y eso les sacaría las ganas de comer carne humana, dejándolos solo con una suave sed de sangre que sería saciada con algún pobre animal silvestre.

—Eso fue inesperado, ¿verdad? —hizo referencia Nagisa a lo que acababa de pasar.

—Había escuchado de asesinos que no necesitaban de las espadas para matar —dijo Karma con parisomia —Pero es la primera vez que veo uno.

—Yo también —Nagisa se acostó en el piso de la vieja casa —Fue sorprendente.

—Solo tú halagas a alguien con la capacidad de matarnos —bufó el pelirrojo y el más bajo se rió.

—Me refiero al hecho de conocer algo nuevo —se explico Nagisa —Ya sabes, como demonios no hay muchas cosas que puedan sorprendernos.

Karma notó el cambio en los ojos celestes de su compañero y llevo su mano hasta su frente, haciendo una leve caricia en el proceso.

—Duerme un rato Nagisa —ordenó en tono amable —Vigilare hasta la noche.

No obtuvo contestación pero el de ojos celestes mantuvo sus ojos cerrados y a los segundos noto como parecía muerto. Eso era lo más parecido a dormir para los demonios. Caer de forma voluntaria en la inconciencia.

Karma sentado como estaba en la vieja casa da madera se puso a analizar que rayos salió mal en sus planes. Nadie iba a ir al rescate de Fuyumi Todoroki, por eso la habían asaltado en medio de ese pueblo donde nadie escucharía sus gritos de auxilio. Pero esos chicos arruinaron sus planes por completo.

Tuvo que cerrar sus ojos para enfocarse en recordar que salió mal.

Él estaba agarrando a la albina y Nagisa revisando el auto para saber dónde estaba metido el hermano menor de la mujer. Y en medio segundo solo sintió una fuerte ráfaga de aire y una onda de calor expandirse por todo su cuerpo.

Esa forma de matar era peor que cualquier espada. Era sufrir hasta el último segundo de su vida.

Al menos ese chico —rubio o de cabello medio cenizo, no alcanzo a notarlo— no se había dado cuenta que eran demonios y los trato como seres humanos, por lo tanto su explosión no les mato. Eso les sirvió como ventaja para huir del lugar.

El demonio pelirrojo había aprendido —a la mala— que a veces lo mejor era aceptar la derrota y volver a iniciar de cero. Aunque eso no le gustara una mierda.

Karma dio un suspiro y termino por recostarse de lado en el piso viendo hacia Nagisa quien parecía tan pacífico. El pequeño chico debía estar cansado. Esperaba que su breve siesta le ayudará a recobrar fuerzas.

Aunque es irónico que siendo demonios necesitemos descansar.

Él se había llevado gran parte de las heridas por la explosión ya que a último momento cubrió a el pequeño chico que estaba en el auto y pudo haber resultado gravemente herido —exponerlo a la explosíon sería como quemarlo bajo el sol —  pero como se interpuso él recibió las quemaduras más feas. Pero fue Nagisa quien lo cargo y corrió con él hasta esa casa, gastando mucha de su energía en el proceso.

Bueno, no había tiempo para arrepentirse. Su profesor les había dicho que no se enfocaran en una sola cosa sino en todo su entorno. Que analizarán cada parámetro y situación, con la mente enfocada en un única meta.

Ve tras el objetivo.

Karma acarició la mejilla de Nagisa otra vez y con una mirada determinada se prometió que será la única vez en que le fallaría de tal modo.

La siguiente vez mataría a Todoroki Shoto sin dudarlo.

Sálvame [Crossover]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora