Sálvame [Crossover]

Lo que puedes hacer

— ¡Muchas gracias! —se inclino el pelirrojo con lágrimas en sus ojos — ¡Estoy en deuda contigo, Agatsuma!

El rubio no sabía muy bien que decir al respecto ante esas palabras. Kaminari se veía feliz, muy feliz, también lloraba y se colgaba de aquel chico como si su vida se fuera en ello, se daban beso y el pelirrojo lo sostenía como si fuera el ser más frágil del universo.

No sabe porque pero tiene ganas de sonreír, como hacen las personas en los cuentos que le leía Koro, lastimosamente no tiene idea de como hacer aquello. Así que inclina su cabeza y niega con ella, disfrutando el sonido de esos dos chicos.

No creía que hubiera algo porque agradecer.

Estaba en un lugar extraño, Asui había hecho todo el trabajo por encontrarlo y él solo siguió el sonido que le indico la femenina. Al ser el único capaz de ver —bueno, oír— dentro de ese túnel fue también quien guió para que nadie se perdiera o hubiera accidentes. Según la femenina estaban yendo a un lugar seguro pero él se mantuvo alerta todo el camino.

Por eso quiso atacar a la persona que dijo su nombre. Creyó que podría tratarse de un demonio.

Cómo no fue el caso, una parte suya se sentía mal al respecto.

Zenitsu movió su cuerpo de costado, ya la mayoría de los sangre especial que conocía estaban siendo atendidos y cargados hacia un lugar donde les tratarían sus múltiples heridas. Todos tenían rostros preocupados aunque alegres y le miraban de reojo con una sonrisa agradecía que él no sabia como corresponder.

El chico que lloro frente suyo estaba hablando con alguien, el muchacho de cabello rojo y cicatriz en la frente. Se resfregaba los ojos y no dejaba de verlo pero no sé acercaba, suponía que era porque el contrario lo retenía del brazo.

Seguía sintiendo cierta familiaridad con ellos, sus sonidos, en especial los del ojos verdes, se le hacían conocidos. Era un sonido salvaje y violento pero también lo sentía gentil. Extrañamente acogedor.

Hubiera seguido escuchándolo, sino fuera porque un aleteo y graznido llego hasta sus oídos.

—Un cuervo...—susurro como si se tratara de un mal presagio.

— ¿Que mierda dijiste? —pregunto el tal Bakugou quien le miraba fijamente con sus ojos rojos.

—Un cuervo —repitió Agatsuma con desinterés, apuntando hacia la puerta aún abierta —Viene un cuervo.

Bakugou le miró con duda por unos segundos pero después se escucho un fuerte y aturdidor graznido, un ave completamente negra y con un pico largo había pasado rápidamente por la puerta, aleteando con vigor y posandose sobre la cabeza de Kamado.

— ¡Tarde, tarde! ¡Los pilares los están esperando! —grazno el ave sobre la cabeza del cazador — ¡Sanemi Shinazugawa y Giyuu Tomioka, están esperando su encuentro!

— ¡C-Cierto! —tartamudeo Tanjiro agarrando al cuervo entre sus manos — ¿Puedes decirles que ya vamos...?

—Yo me quedo, Gompachiro.

El cuervo grazno otra vez, mirando a su dueño y el mismo miraba a hacia su compañero.

Zenitsu no entiende porque la voz de aquel chico le hizo sentir un escalofrío que recorrió todo su cuerpo.

—Hey, chispita —le llamo el cenizo —Ve con ellos a que te atiendas esas heridas —señalo hacia unas personas que se estaban llevando a los heridos —Helado de fresa, tú ven conmigo.

Un chico alto —y con un sonido parecido al de los demonios— con cabello bicolor y ojos heterocomatricos se acercó hasta donde estaban, parecía estar por protestar cuando el cenizo le tomo de la mano y se lo llevó hasta los otros dos chicos.