Sangre especial, demonios y cazadores.

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Enji Todoroki estaba sentado en su oficina con una única compañía al lado. Una mujer que estaba tras un cristal, su cabello era blanco y sus ojos marrones, vestía ropas comunes y parecía ser una mujer corriente.

Aunque era gracias al vidrio que no saltaba sobre el pelirrojo para cenar.

Era una demonio.

— ¿Se puede saber que te sucede? —hizo un pequeño hielo con su mano, uno con forma de bola de cristal —Enji pareces preocupado.

El pelirrojo dio un gruñido y la demonio no se inmutó, tras el cristal el cazador no podría hacerle algo. Y tampoco lo haría aunque esté no estuviera.

Ella había llegado a entender que a su forma, él la quería. No podía comprender cómo o porque la quería pero lo sabía. La quería y eso la ponía triste. Porque ella no podía querer a nadie, ni a los hijos que había dado a luz ni al hombre que evitaba que muriera.

No podía. Simplemente no podía.

—Lo estoy mujer.

Mujer. Que irónico. A veces creía que se refería a ella de esa forma para olvidar por segundos que era una demonio. Una que no dudaría en matarlo apenas saliera de ese vidrio.

Enji se paró y salió de detrás de su escritorio, los ojos azules se veían más intimidantes que de costumbre y eso la hizo pensar sí ese sería su día. Sin embargo, cuando puso una mano en el cristal se dio cuenta que ese no sería el caso y por consecuencia, apoyo ella también la mano en la superficie, dándole al pelirrojo una ligera sonrisa. Lo único sincero que tenía.

— ¿Shoto, Fuyumi, Natsuo? —menciono a sus supuestos hijos para saber cuál rondaba en sus pensamientos.

—Shoto —las llamas aparecieron en la espalda del pelirrojo, quemando parte de su traje —Va a irse de la casa para ser parte de un grupo de mocosos.

—Ohh, que temprano le llegó la independencia.

Enji frunció el ceño, disconforme de que ella no entendiera el problema y la gravedad del asunto pero ¿Podía culparla por eso? Por supuesto que no, era Rei Todoroki. Ella no podía sentir nada más que una mínima empatía por los demás hasta por él.

Eso le hizo apagar tenuemente sus llamas.

—Deberías buscar a alguien que te quiera Enji —murmuro Rei —Que te quiera en serio.

El pelirrojo saco su mano del cristal y la guardo en su bolsillo viendo a la demonio de cabello blanco que permaneció tranquila en la silla. Inalcanzable. Pura como la nieve.

—Tú me quieres —afirmo con convicción.

La mueca siempre pacífica de Rei cambio un poco. No se podría describir como tristeza pero se la acercaba.

—No olvides que soy un demonio.

Pero antes fuiste humana. Aparte de que no has negado lo que dije.

Enji sonrió con prepotencia y Rei rompió la esfera de hielo que había creado.

Enji sonrió con prepotencia y Rei rompió la esfera de hielo que había creado

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