Niños, armas y demonios.

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Izuku Midoriya tenía una técnica secreta para cuando se sentía triste y deprimido. Era una técnica que usaba para que nadie se pusiera de su lado y le dejaran solo, porque tenía que aprender de sus errores por su cuenta.

Esa técnica era enojarse con la persona en cuestión por la cual se sentía triste o deprimido. O la situación. Mayormente era por la situación.

La técnica se basaba en enmascarar su tristeza con enojo. Así sus amigos no serían amables con él porque no lo merecía —porque se estaba comportando como un cretino— y sus tutores dejaran solo para que se le pasara.

La técnica le funcionó por unos años hasta que Uraraka e Iida lo llegaron a conocer lo suficientemente como para pasarle por encima y decirle que sabían que estaba actuando de esa forma para alejarlos. Después de eso, jamás le volvió a funcionar. Lo mínimo que hacían sus amigos era dejarle su espacio pero le preguntaban constantemente como estaba o si quería hablar del tema.

Con sus tutores la técnica no funcionó desde el inicio, en cambio, solo hacia que Aizawa se le quedará viendo más tiempo del necesario —lo cual lo hacía sentir incómodo y algunas veces a punto de llorar— y que Toshinori sacará a relucir su lado paternal con él. Izuku prefirió decirles sus cosas a esos dos que tratar con ellos y su protección. Era más sencillo.

Katsuki también fue una excepción. Pero más por el hecho que con él se podía sentir tan miserable como quería y no se lo recriminaria.

Sacando de lado a sus amigos y sus excepciones, Kamado Tanjiro debió haber caído en su técnica luego de su discusión en la cual termino con un agujero en el estómago y una catarata derramada por sus ojos esmeralda que por suerte —es decir, Nagisa y un veneno extraño que uso en él— nadie pudo notar en el camino a Yuei.

Izuku no merecía que el cazador le tratara bien después de haber intentado no decirle sobre sus amigos y por eso le trataba mal, para que hiciera lo mismo o al menos lo ignorara. Pero Tanjiro parecía no entender lo que estaba haciendo y seguía intentando acercarse, hablar, buscar una reconciliación que no era necesario porque él no estaba realmente enojado.

Nunca había lidiado con algo así y era absurdo que fuera más difícil que luchar contra cientos de demonios.

—Deku-kun, ¿estás bien? —le pico la mejilla la castaña.

—Luces pérdido Midoriya-kun —comento Iida.

Izuku parpadeó desenfocado de dónde estaba, la larga y ancha mesa donde había cientas de comidas le trajo devuelta a la realidad, donde Ochako lo miraba preocupada y Tenya tenía esa cara por la cual sabía que estaba a una palabra mal dicha o acción no pensada para que lo llevara de inmediato a el área de el laboratorio.

El pecoso puso su mejor sonrisa para evitarse tal destino.

—Estaba pensando en Kacchan y los demás —se excusó —Debe ser duro lo que están pasando.

—Ashido-kun fue muy inteligente al quemar parte del concreto para meterse en un edificio —opinó Iida —Eso fue lo que les permitió generar tiempo y escapar.

—Linda forma de decir que pudo ser peor, Tenya —suspiro desganada la castaña.

El más alto se acomodo los anteojos y carraspeo.

—No era mí intención que sonara de esa forma.

—Lo sabemos Iida-kun —aseguro Izuku.

Uraraka e Iida le dejaron comer tranquilo después de su breve intercambio de palabras, a veces le miraban de reojo y le hacían preguntas sobre su viaje pero ninguno indago mucho en su experiencia como tal.

Sálvame [Crossover]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora