"Así que voy a morir, ¿eh?".
Ese era su único pensamiento, ahí solo en aquella celda fría y húmeda. Esos samuráis habían tardado demasiado en dar con él pero una vez lo hicieron no dudaron en tirarlo en sus celdas y sentenciar que mañana su cabeza rodaría por sus múltiples crímenes. Crímenes que los propios clanes de samuráis pedían que hiciera.
Que matará un heredero en un batallón, que matará a la concubina del emperador, que matará a dos traidores para enseñar una lección al resto.
Para él —quien ni sabía su propio nombre— eso era una estupidez, mataba sí, pero aquellos que morían por su mano lo hicieron de forma indolora y pacífica. Y nadie podía negar que estaban mejor muertos.
Pero bueno ¿Que podía hacer él? Salir de la celda en la que estaba sería una cosa de niños para él pero estaba cansado, agotado y matar era lo único para lo que era bueno, nada más ni nada menos. Saber usar venenos para poner en la copa de la concubina, matar al heredero con un simple movimiento de daga que nadie en el batallón vio venir, disparar a dos traidores cuando salían de la casa de las geishas.
Matar era su vida. Y estaba cansado de ello. Nunca se sintió mal por arrebatar algo tan valiosos a alguien pero tampoco lo encontraba gratificante...solo lo veía como una forma de tener comida un día más y una cama alconchonada dónde dormir.
Tal vez, sí había otro lugar aparte de ese donde estaba y matar ya no sería algo que tendría que hacer.
Pero él lo dudaba, no tendría esa suerte, alguien como él simplemente no era afortunado de tener ese tipo de destino dónde la muerte sería un consuelo, seguro morir sería pasar la eternidad en un lugar frío y húmedo justo como su celda.
La idea no le agrado demasiado. Y hacía más tentador el salir de ese lugar.
—Shinigami.
El hombre sin nombre, de cabello lacio oscuro y ojos negros, levanto la cabeza para ver ahí donde suponía no debía haber nadie o él al menos no había sentido a nadie hacía unos segundos. La presencia era diferente a la de un humano, más siniestra y oscura, más familiar de lo que le debió haber parecido.
— ¿Quien anda ahí? —quiso saber en un tono de voz calmado y tranquilo — ¿Acaso piensen adelantar mí ejecución?
La voz que había escuchado pareció reírse y desde sus barrotes, vio acercase a una figura que fue iluminada con la luz de la luna que se colaba por el traga luz. La luz reveló a un hombre de cabello rizado, tez blanca y ojos rojos como la sangre, vestido en un yukata color negro con flores rojas como begonias. Un hombre elegante que asoció más con los yakuzas que con los samuráis.
—No le conozco —reconoció el hombre luego de unos segundos y el otro pareció asentir, como si le estuviera evaluando.
—Y no era mí idea el que me conocieras, humano —acepto el de cabello rizado —Pero tus grandes hazañas han llegado hasta mis oídos y quiero proponerte un trato.
—Un trato —repitió con cierto tono de interés.
El hombre de cabello rizado, asintio y se acercó más hasta los barrotes de la celda.
—Tú serías un buen experimento. Tienes una fuerza e inteligencia superior a la de los humanos. Ellos incluso lo reconocen al nombrarte como Shinigami.
El de ojos negros quiso reírse. No, no creía que las personas reconocieran su fuerza ni inteligencia. Él solo era una sombra tenebrosa de los barrios bajos, algo a lo cual tenían que ponerle nombre para creer que podían acabarlo.
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Sálvame [Crossover]
FanfictionBakugou Katsuki e Izuku Midoriya tenían una única misión, encontrar a un demonio que se hacía llamar "El Dios de la muerte". Tanjiro Kamado solo tenía la culpa de no poder controlar a sus amigos Zenitsu Agatsuma e Inosuke Hashibira. Shoto Todoroki...