Plus ultra.

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—Sigo creyendo que fue una imprudencia de tu parte.

—Pero...

—Imprudencia —repitió el azabache —Bakugou tiene seis años, ¡seis! —se mostró enfadado —La edad mínima para iniciar el entrenamiento es a partir de los diez años, ocho si el niño demuestra una buena capacidad.

—El joven Katsuki a demostrado eso —refuto el rubio —Tiene una capacidad de adaptación impresionante y aprendió con gran rapidez lo que a otros niños les toma años, incluso meses, en cuanto combate.

—Sigue teniendo seis años. Y acaba de perder a sus padres —agrego lo último en un susurro —Me hubiera gustado que pasará por unas pruebas psicológicas antes de que le dieras un arma y cuchillo.

Yagi no pudo argumentar nada contra eso, por lo que agachó la cabeza y acepto los regaños que le daba Shota.

Claro, hasta que ambos escucharon gritos provenir desde una habitación. La habitación asignada a el cenizo con ojos rojos. Y a la cual el niño había llevado al pecoso después de la cena.

Aizawa fue más rápido que él al momento de pararse y salir de su habitación hacia la que estaba al lado.

Ellos compartían desde hacía años —antes de ser pareja incluso— una habitación en el tercer piso del edificio que pertenecía a los hombres. Como la pareja que eran, tenían derecho a la privacidad así que podían elegir o no el compartir la habitación, que con el tiempo se había convertido en un pequeño departamento con baño y hasta cocina. Tal vez el pequeño Izuku no lo recordara pero todo el tiempo que había pasado durmiendo había sido en aquel lugar, al cuidado de Shota y Toshinori.

Y la habitación de Katsuki, era contigua a la de ellos por la misma razón, el deseo no expresado de ambos de cuidar a los pequeños niños que habían acogido. Algo que nunca antes habían experimentado.

El azabache se había puesto cerca de la puerta, de costado sin hacer ruido y el de ojos azules se le quedó viendo. Los gritos de momentos antes ya no estaban. Ambos tenían la necesidad de entrar en la habitación pero no querían incomodar a los menores.

Al final, Aizawa se despegó de la puerta y camino hasta Yagi, volviendo ambos juntos hasta su habitación.

— ¿Que quieres hacer con ellos? —pregunto el azabache, tomando lugar en un sillón que tenían en el medio del lugar —No me mientas, Toshinori. Lo note en el comedor, cuando te pusiste pálido y quisiste abrazarlos. Te has encariñado con ellos, ¿no es cierto?

—Yo...—se rasco tras la nunca, tomando lugar al lado de su pareja —No sabría decirlo, Shota. Es confuso. Sé que deben aprender a valerse por su cuenta, esa es la idea principial pero...

— ¿No crees poder ser duro con ellos, como lo has sido con el resto de niños que han llegado a Yuei?

—N-No soy tan estricto.

—Dile eso a Togata —se rió un poco el azabache —El pobre tiembla cada vez que le digo que tiene que entrenar contigo y Sakaki.

El rubio hizo un puchero que solo aumento la diversión en su pareja. Luego, ambos mantuvieron una conversación más profunda respecto a los menores que seguían estando en la habitación contigua que termino en un vago "nos haremos cargo de ellos pero guardaremos distancias". A los dos le sonaban a palabras que difícilmente podrían cumplir.

Aizawa había desarrollado cierto instinto paterno al cuidar del indefenso Midoriya por varios días y a Yagi le había pasado lo mismo con Bakugou, más en un sentido de querer tratar de que el menor se abriera con él y le contara sus problemas. Por supuesto que eso no sucedió debido a la coraza que rodeaba al cenizo.

Sálvame [Crossover]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora