El orgullo cuesta caro.

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Bakugou odiaba muchas cosas, entre ellas el no poder moverse de esa camilla de hospital. Aizawa era un exagerado y Midoriya le secundaba, él estaba bien hasta podía moverse si quisiera pero ya la enfermera de ojos azules y coletas —muy diferente a la vieja médica a la que estaba acostumbrado ver— le había advertido de darle con una jeringa por el culo sí osaba salir de la cama.

No le quedó más que aparentar y portarse bien. Pero sinceramente, odiaba mucho ese lugar. Más el no saber que pasaba lejos de esa habitación.

Aunque podía suponer que no sería nada bueno. Cuando se juntaban el gobierno, las organizaciones especiales y el clan Ubuyashiki siempre era preludio de desastre.

—Bakugou, ¿cómo te encuentras?

La voz cansada de Aizawa Shota hizo que ladeara su cabeza, viendo al hombre vestido de negro en el marco de la puerta que traía como era habitual cara de no haber dormido desde hacía años.

El cenizo se acomodo mejor en su camilla al mismo tiempo que el mayor se acercaba una silla para sentarse a su lado.

— ¿Que paso? ¿Donde está Deku?

—Primero contesta mí pregunta —reclamo el peliengro — ¿Estás bien?

—Sí —rodó los ojos con exageración — ¿Deku?

Aizawa suspiro, demasiado acostumbrado a su carácter arisco como para enojarse.

—Durmiendo. Estaba cansado —explico el pelinegro —Ahora Bakugou quiero decirte algo y quiero que me escuches sin interrupciones, ¿entendido?

Oh no, eso no sonaba nada bien.

—Hoy se reunieron el gobierno y el clan Ubuyashiki, junto con el grupo de asesinos independientes Todoroki.

— ¿Esos ricos bastardos son asesinos?

—Te dije que no interrumpieras —el pelinegro le vio serio así que tuvo que tragarse sus preguntas —La reunión termino en un acuerdo, Midoriya y tú pueden continuar con su misión pero con una condición. Deberán ser acompañados por tres asesinos de Ubuyashiki y por Todoroki Shoto.

— ¡¿Que?! ¡No! —se sentó abruptamente en la cama, golpeando las sábanas en el proceso — ¡Me niego! ¡Ya mucho que tengo que viajar con el incompetente de Deku!

— ¡Bakugou, ya basta! —le reprendió el mayor y el cenizo se desquitó apretando las sábanas.

Aizawa suspiro y se agarró el puente de la nariz, volviendo a recuperar la compostura y arrepentindose un poco de haberle gritado a Bakugou. Pero es que realmente le sacaba de quicio en algunas ocasiones.

Más cuando no notaba que solo lo hacía por su bien.

— ¿Cuánto duermen Midoriya y tú? ¿Cuando comen? —soltó pregunta tras pregunta con un claro matiz de preocupación — ¿Cuando fue la última vez que pudieron relajarse desde que se fueron de la casa?

Katsuki aflojó el agarre en sus sábanas y suspiro para calmarse. Aizawa sabía mucho como para mentirle sobre esas cosas. Ya que desde hacía dos meses —o más— que ni él ni Izuku habían podido estar tranquilos en el mundo.

—Y no es un castigo —justifico su orden —Los asesinos de Ubuyashiki buscan una cura para la hermana de uno de éstos y Todoroki está reparando los daños que causó su padre.

El de ojos rojos elevo una ceja ¿Cómo que errores? ¿De que no se estaba enterando?

—Todoroki Shoto es mitad demonio —Aizawa no podía mentirle con algo tan delicado y antes de que el menor pudiera gritarle algo, agrego —Puede controlarse, de lo contrario apenas les hubiera visto se los habría comidos.

Sálvame [Crossover]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora