No es vida pero es algo.

313 55 5
                                    

Se sentía pesado y el estómago le gruñía, suplicando que abriera los ojos y pese a las ganas que tenía de seguir sumido en la profunda oscuridad, Nagisa acotó sus deseos. Lo primero que vio fue un techo de madera y los pequeños rayos de sol que entraban por una ventana rota.

— ¿Nagisa? —hablo una femenina voz a su costado, haciendo que se volteara —Uff que alivio, escuché un sonido extraño y por un momento temí que se estuvieran acercado los humanos. Me alegro que hallas sido tú.

El demonio de ojos celestes sonrió, era irónico como los humanos les tenían miedo siendo ellos los que les temían más.

—Buenos días Kayano —saludo con una sonrisa y se sentó correctamente en su lugar — ¿Que te trae por aquí?

La demonio de cabello verde y ojos anaranjados con tonos dorados, se sentó frente suyo con una sonrisa dulce. Tenía puesto un vestido negro con volados en la falda y una bufanda roja pese al clima cálido. Aunque claro que los demonios no podían sentir ni frío ni el calor.

—Estaba buscando a Itona-kun, ya sabes...—jugo con un mechón de su cabello, pasándole tras su oreja. Estaba nerviosa —Como es joven pensé que estar juntos sería positivo. Aparte que algunos demonios de esta zona han actuado extraño.

La demonio callo unos segundos, volviendo a pasar su cabello tras su oreja y viendo al de ojos celestes mientras lo hacía.

— ¿Pero? —cuestiono Nagisa al ver su rostro marcado en duda.

Kayano suspiro y puso sus manos sobre su regazo, procediendo a estrujar su bufanda roja que caía en sus piernas.

—No lo encontré —confesó —Fui a su taller y no estaba.

—Tal vez halla salido —quiso ser optimista el de ojos celestes.

—Itona-kun es muy ermitaño, no creo que eso sea posible —opinó la demonio —Además sus provisiones seguían en el taller.

Nagisa frunció el ceño ante eso. No conocía mucho a Hirobe Itona, solo su profesor había tratado con él y las veces que le vio eran contadas. Pero incluso con su ingenuidad podía entender que si el demonio de cabello blanco había abandonado sus provisiones en su hogar —un viejo taller donde trabajaba como un misterioso y genio reparador— entonces las posibilidades que estuviera muerto...eran altas.

Tanto él como Kayano estaban concientes de eso.

—P-Pero —tartamudeo insegura —Aun así iré otra vez está noche. Lo esperaré hasta el amanecer y sino vuelve...le haré una tumba.

Nagisa asintió y luego miro a su alrededor buscando a su compañero pero esté no parecía encontrarse en la pequeña casa. Y al parecer Kayano había traído un par de bolsas, tal vez comida para compartir con ellos. A la demonio le encantaba el pudín y solía traerles cuando los veía cada tanto.

— ¿Donde esta Karma? —cambio de tema para ya no deprimirla con lo de Itona.

— ¡Me lo encontré en la ciudad! —exclamo más alegre —Él me pidió venir, dijo que estabas durmiendo y aunque estaba seguro que nadie pasaría por aquí, aún así quería asegurarse que estuvieras a salvo.

Nagisa hizo un puchero y se cruzó de brazos, sentía sus mejillas ligeramente calientes.

—Puedo cuidarme solo.

La demonio se rió y le acarició sus cabello sueltos, le llegaba hasta los hombros y le hacía cosquillas en el cuello.

— ¿Puedo peinarte? —toco un mechón celeste con una sonrisa —Ha pasado tiempo desde la última vez que lo hice.

Sálvame [Crossover]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora