¡No es su pelea!

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— ¿Estás bien, Izuku? —cuestiono Tanjiro luego de haberlo analizado un largo tiempo.

El de pecas les había ido a sacar del laboratorio, lo cual fue un alivio pero el aura que llevaba y el olor que traía no era para nada bueno. Olía a una tristeza profunda y abismal mezclada con un poco de cansancio. No le gustaba que él oliera de esa forma.

—Estoy bien, Tanjiro-kun —respondió el de ojos esmeralda, pero sonaba como si lo dijera de un modo automático y desapegado.

— ¿En...?

— ¡Izaka! ¡Quiero comer! —grito Inosuke llegando hasta donde estaban ellos — ¡Llevamos acá dentro todo el día y Okusa no tenía comida!

— ¡Es Okuda! —se quejo la demonio detrás del cazador — ¡Okuda!

Izuku pareció sonreír y el olor a tristeza se fue apagando un poco. Tanjiro observo como Kota se le acercó de inmediato al chico de cabello verde y se ponía tras sus piernas, le susurraba un par de cosas y el de pecas asentía, mientras ponía su mano sobre la gorra roja del menor. Por unos segundos pareció ausente pero se reincorporo tan deprisa que bien pudo haber sido una imaginación suya.

Pero el cazador del aliento del agua y el fuego no lo creía así. Estaba actuando extraño. Muy extraño.

—Inosuke-kun, vamos te guiaré hasta el comedor —indico el de pecas dándose la vuelta y viendo de reojo hacia ellos, agrego —Los demás pueden venir si quieren, sino, Okuda-san, ¿podrías decirles dónde están los dormitorios?

La demonio parpadeo confundida por la petición pero termino afirmando con la cabeza que no le molestaba cumplirla.

—No hay problema.

—Gracias —tomo la mano de Kota y les dio otra mirada a los cazadores —Vamos.

Tanjiro, ni por un segundo, sacó sus ojos de Izuku.

Definitivamente algo estaba mal.

—No sé que decirte. Tal vez que tu viejo está mal de la cabeza para empezar.

Shoto soltó una risa amarga y apoyo la frente en el barandal en el que estaban. Katsuki le había llevado a un lugar donde había un gran estanque artificial y un puente que lo cruzaba, todo era pasto de un color verde claro, sin árboles o otro tipo de plantas. Vacío. Parecía sacado de una perfecta foto.

Tal vez lo perfecto del lugar le hizo querer contarle lo que su padre le había dicho. Arruinar las cosas debía estar en los genes Todoroki.

—Pero debe ser...agradable —murmuró el cenizo —Ser tan querido. Aunque tu viejo tiene una forma anormal de demostrarlo.

El bicolor no supo si lo decía sinceramente o si era su forma de levantarle el ánimo. Cualquiera de las dos opciones solo lo hacía sentir que quería cada vez más y más al cenizo.

Las luces de Yuei habían bajado desde hacía unas horas, una forma de simular que era de noche y se escuchaba tal silencio que era aterrador. Quiera preguntarle a su acompañante si llegaría el momento en que la cueva estaría por completo a oscuras pero se contuvo y en cambio, le observó.

Bakugou a diferencia suya, estaba parado en el puente, con los brazos apoyados en el barandal y viendo en algún punto de la lejana oscuridad. Desde donde estaban los edificios no se podían ver con claridad, eran figuras altas y borrosas que fácilmente podían pasar por montañosas rocas.

Pero Todoroki estaba seguro que el cenizo podía verlos, saber exactamente cuál era cuál y dónde estaban. Esos ojos rojos podían verlo todo como si se tratara de rayos X.

Sálvame [Crossover]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora