Jugando a ser adultos.

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Tiene la idea de que en aquel lugar el tiempo no debe pasar. Cómo en una caricatura que miraba con su madre. Un pequeño niño está encerrado en una torre, su conejo blanco es su única compañía y tiene grandes aventuras metiéndose en los libros que lee pero siempre vuelve a la torre al final del episodio.

Él es igual al niño, Kacchan debe ser el conejo blanco —aunque duda que al cenizo le guste ese papel— y la torre, es aquel lugar en el que está desde que despertó. No le gusta, para nada. Es triste estar solo y quiere ver a su mamá.

Ella debía estar bien, ¿verdad? Inko era fuerte. Mucho. Le había enseñado a dejar cerrada las ventanas y trancar las puertas en caso de emergencia, a correr lo más rápido que pudiera si sentía miedo de algo o alguien, a ser paciente con las cosas cuando no estaban yendo como él quería.

Izuku podía ser paciente, sí, pero la idea de estar solo en esa torre no le gustaba. Le asustaba y otra vez, quería ver a su mamá.

—No has comido —suspira una persona a su lado — ¿Acaso piensas morirte de inanición?

El pecoso se crispa ante la voz del adulto. En menos de dos segundos ya estaba en el borde de aquella cama, con la espalda chocando contra la pared y el cuerpo temblando. El hombre de cabello negro y ojos del mismo tono, suspiro una vez más al verlo así.

— ¿Cuántas veces debo repetirte que no te haré daño, Midoriya? —cuestiono Aizawa en lo que parecía ser una pregunta cansada que ya había repetido numerosas veces.

Izuku frunció el ceño, poco a poco dejando de temblar y vio al hombre con la cabeza ladeada ¿Cómo sabia su nombre? Quiera preguntarle pero no sabía como hacerlo.

Tal vez Katsuki se lo había dicho. No entiende porque cree eso, pero si así fue no le molesta. Su amigo de la infancia no le daría su nombre a un desconocido con malas intenciones.

— ¿La comida no te gusta? —pregunto Aizawa en un tono bajo para no alterarlo.

Izuku miro hacia la bandeja que alguien —no sabía quién ya que no prestaba atención a su entorno— había dejado en una mesa color blanco. Traía un plato con sopa de miso, agua y pan. Ninguna de las tres cosas le desagradaba pero simplemente no sentía el impulso de comer.

Al adulto pareció estar esperando por su respuesta, así que negó con la cabeza y se acomodo dónde estaba, abrazando sus rodillas pero sin quitar sus ojos verdes de los negros. Sentía por algún motivo las mejillas húmedas pero no recordaba haber llorado. Tenía sueño así que quizás cuando el adulto se fuera, se daría la vuelta y seguiría durmiendo.

— ¿Quieres ver a Bakugou?

La pregunta hizo que sus planes cambiaran. Por supuesto que quería ver a el cenizo, no estaba seguro cuando fue la última vez que estuvieron juntos y quería preguntarle que hacían en aquel lugar. Kacchan seguramente le daría una respuesta, él siempre tenía una respuesta.

Izuku asintio repetidas veces lo que pareció complacer al adulto que se paró de la silla en la cual estaba y le hizo un gesto con la cabeza para que pudieran salir. En un inicio bajar de la cama le costó bastante por un dolor agudo e inusual en su abdomen pero estaba tan contento y emocionado que le resto importancia.

Una vez de pie en el piso noto que las ropas que traían le quedaban muy grandes y las estaba arrastrando. Aparte que sintió comezón en su panza y cuando se rasco, noto que tenía unos vendajes blancos por toda esa zona.

No recordaba haberse herido de algún modo.

—Espera un segundo —pidio Aizawa al verlo de cerca —Hay que acomodarte la ropa.

Sálvame [Crossover]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora