Sálvame [Crossover]

Epílogo.

— ¡Onicchan, la cena esta lista! —anuncio Nezuko desde el primer piso de la casa.

— ¡Ya voy!

El heredero del clan Ubuyashiki, Kiriya, un niño no mayor a los once años. Disolvió el cuerpo del cazador de demonios e hizo un ceremonia para despedir a todos los caídos, junto con su padre. También dio una gran cantidad de dinero a todos los que habían participado para que pudieran mantenerse toda su vida. Algunos rechazaron el dinero y pidieron solo seguir trabajando para el clan, ahora dedicado a la medicina y ayuda humanitaria. El nuevo patrón acepto sus nuevos deseos.

Entre los que recibieron el dinero, estaban los hermanos Kamado que al quedar huérfanos y sin tutores legales, no tuvieron más opción que usarlo. A Tanjiro no le gustó la idea al inicio pero Nezuko le dio a entender que era lo mejor para los dos y que algún día, podrían devolvérselo a Kiriya.

Aunque seguramente el niño se negaría a aceptarlo.

Tanjiro bajaba las escaleras del segundo piso de la casa hasta el primero dónde podía escuchar cantar a su hermana alegremente. Nezuko estaba en la cocina, con su uniforme escolar y un delantal color rosado puesto. No dejaba de ver concentrada la olla con arroz hirviendo.

— ¿En qué te puedo ayudar, Nezuko? —pregunto amablemente el pelirrojo a su hermana.

— ¡En nada! —exclamo la femenina, dándose la vuelta con una cuchara de madera en su mano —Toma asiento y espera que te sirva.

—Pero...

— ¡A la mesa!

Tanjiro suspiro aunque tenía una sonrisa en el rostro cansado. Su hermana estaba estudiando en una preparatoria cercana, donde Kiriya pago por todo y él trabajaba en una panadería, estudiaba en un centro en las tardes pero por su buena relación con los dueños de la panadería, tal vez cambiaría sus estudios para heredar aquel lugar.

El ex-cazador se sentó en la mesa redonda que tenían en la sala. La casa estaba vacía a esa hora del día ya que Zenitsu e Inosuke se iban desde temprano a trabajar, el rubio a una tienda de música donde arreglaba los instrumentos y el de mechas azules a un zoológico donde los animales le adoraban y obedecían. Ambos habían decidido no seguir con sus estudios, solo trabajarían y vivirían de eso.

Kamado no les reprochó eso, estaban en su derecho. Aparte que como pareja era una decisión sensata de su parte ya que ninguno de los dos soportaba estaba separado del otro por mucho tiempo.

Nezuko le sirvió un buen desayuno y le dio un beso en la frente antes de irse por la puerta de la casa. Tanjiro le sonrió y la saludo mientras veía como se iba, después volvió la vista a su desayuno.

Se veía riquísimo y olía muy bien pero...no tenía apetito. Con un suspiro se paró de la mesa y fue por un par de tapers, dos o tres deberían estar bien. La panadería dónde trabajaba quedaba cerca de la tienda de música donde trabajaba Zenitsu y el rubio siempre iba en las tarde a ver a Inosuke al zoológico. Se lo daría para que pudieran compartir, sus amigos nunca rechazaban la comida extra.

Con esa idea en mente, se preparó para irse a trabajar.