Sálvame [Crossover]

Huida.

El cabello rubio le llegaba hasta la cadera, cortesía de un extraño demonio que decía que el cabello por los hombros —ya que se lo había dejado de esa forma— no le quedaba tan bien y decidió por su cuenta, darle un cambio.

Zenitsu no se enfado. Ni replico cuando uno o dos demonios dijeron que parecía una niña humana. Ni cuando Himiko se lo tironeo y se rió de forma desquiciada. No hablo para nada, se encogió de brazos y bajo hasta el sótano-celda, donde Koro le pregunto —con un tono de rostro rojo por la molestía— si quería que se lo cortará a como estaba antes o un poco más.

El rubio se negó. Le pidió si tenía algo que fuera parecido a un lazo o una colita para atarselo y el demonio se le dio una cinta color blanco para ofrecerse él mismo a hacerlo.

Había pasado un mes creía. Y los demonios ya no lo trataban como antes. Todo porque cuando Shigaraki lo llevo con el mayor y líder de todos ellos —al cual no recordaba haber visto nunca— lo atacó. Ni sabía porque lo había hecho, antes de darse cuenta su espada por si solo había echo un corte profundo en la pierna de All for One y él estaba temblando en un rincón con intenciones de atacarlo sí osaba poner su asquerosa mano sobre su cabeza.

Pasado el shock inicial, los demonios enloquecieron. Shigaraki grito, lo maldijo y le estuvo por desintegrar su brazo derecho, algunos estaban contentos y clamaban que por fin tendrían algo que comer. Zenitsu no hizo mucho por defenderse del demonio que le sometía, estaba en deuda con él y era ese sentimiento el que le prohibía hacer algo para lastimarlo.

Si es día no murió, fue solo porque el mismo All for One puso un alto a todos, decreto que él no tenía derecho a salir por un largo periodo de tiempo y que Shigaraki había pasado una prueba de confianza, por lo cual confirmo —ante los demás demonios— que era su segundo al mando y todos debían obedecerlo.

Desde entonces, solo salía a el bar por la comida que le daba Kuroguri —ya que a Koro, por algún motivo, se lo habían prohibido— y a que los demonios lo molestaran con cosas pequeñas. Debía estar feliz ya que ninguno le había lastimado y Shigaraki —luego de darle una paliza que le borró todo sentimiento de lealtad que tenía para con él— le devolvió su espada mientras le hacía jurar que nunca más se atrevería a alzarla contra su maestro.

Relativamente hablando, era casi tratado como Koro. Solo que a él, por algún motivo, nadie se atrevía a molestarlo. Aunque tampoco salía de la celda más que Zenitsu para que lo hicieran.

— ¿Cómo estan ellos? —quiso saber el rubio mientras comía un plato con arroz que era lo mínimo que Kuroguri sabía preparar para él.

Koro le había hablado de muchas cosas en esa mes. Desde que había aceptado que no confiaba en los demonios —pese a que ciertos recuerdos le dictaban lo contrario— y la forma en que lo trataban hacia que solo tuviera más razones para desconfiar de ellos, el demonio con forma de pulpo amarillo le había dicho muchas cosas, algunas que le hacían sonar nostálgico y otras que le hacían tener un ruido aterrador.

Pero Zenitsu le había escuchado, con el rostro gélido que había adoptado desde que sus recuerdos estaban mal —simplemente no podía verlo de otra forma ya que unas partes eran claras y otras muy borrosas— y con una postura recta, atento a los sonidos que escuchaba.

Hablo sobre unos niños a los cuales quería mucho llamados Karma y Nagisa —lo cual le hizo tragar saliva pero el demonio le aseguro que estaba todo bien— sobre el lugar donde iba y hablaba con otras voces juveniles, sobre lo quería hacer estando ahí.

Koro quería salvar a Karma y Nagisa, a los niños con sangre especial usados para crear Nomus y quería matar a All for One.

Zenitsu no entendía porque se tomaba tantas molestías pero podía simpatizar con él hasta cierto punto. Con lo de querer proteger y salvar a alguien, no lo de enfrentarse a un demonio altamente poderoso e invencible.