Pérdidos

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— ¡Que no jodido Deku!

— ¡Kacchan, admítelo! —rezongo el pecoso — ¡Debimos haber bajado en Narita!

— ¡Que no!

— ¡Que sí!

Un chico con cabello cenizo y ojos como rubíes discutía en medio de un sendero rural con otro chico, más bajito y con el pelo alborotado de color verde. Sus vestimentas demostraban con claridad que aquellos dos no tenían porque estar en un pequeño pueblo alejado —muy alejado— de la ciudad.

Katsuki se dio por vencido cuando a Izuku se le llenaron los ojos esmeralda de lagrimitas de impotencia por no poder hacerle ver su punto y que tenía la razón.

— ¡Joder, de acuerdo nerd de mierda! —grito con molestía y pateo una roca — ¡Estamos perdidos! ¡¿Feliz?! ¡No te pongas a llorar como niña!

El pecoso ofendido por esas palabras se fregó las lágrimas con su campera verde para que su amigo no las viera.

—No estaba llorando.

—Sí, claro —dijo el cenizo con ironía —Vamos a buscar algo de comer en este maldito lugar.

—Pero Kacchan...

—Cállate —gruño el de ojos rojos —Perdimos demasiado tiempo en ese estúpido tren y terminamos aquí. Estoy muerto de hambre y tú también Deku. Así que deja de joder y sígueme.

—Esta bien —suspiro resignado —Quiero katsudon.

—Y yo quiero algo picante.

Ambas miradas rojiza y verde chocaron pero antes de empezar a discutir por a que lugar irían a comer, escucharon a la lejanía unos gritos femeninos.

— ¡Sueltame! —pedía una mujer de pelo albino con mechas rojas — ¡No! ¡Ayuda!

En medio del sendero —que al parecer también se usaba como calle— estaba parado un auto de lujo, uno que parecía ser un Maserati color negro. En el costado de dicho auto, una mujer era agarrada por los hombros por un hombre vestido completamente de negro mientras que otro —con la misma apariencia— se metía y urgaba por el auto.

Los jóvenes al ver tal escena intercambiaron miradas y con asentimiento de cabeza llegaron a un acuerdo. La comida podía esperar unos cuantos minutos.

Además, Katsuki estaba feliz de poder desquitar su ira contra aquellos que la merecían.

— ¡Hey bastardos! —llamo la atención de los criminales — ¡Tomen esto!

¡Ay, no! ¡Kacchan al menos avísame antes!

Izuku activo su habilidad antes de que el cenizo explotara todo a su alrededor y con ella fue hasta la mujer a la cual agarro de las rodillas para levantarla y de un salto caer sobre la copa de un árbol.

Justo a tiempo para cuando la explosión arrasó con los dos criminales haciéndoles volar varios metros de distancia lejos del auto. Al parecer los había noqueado.

— ¡Kacchan! —le llamo el de ojos esmeralda desde las alturas — ¡Eso fue muy peligroso!

— ¡No me jodas! —grito el cenizo en contestación — ¡Y baja de ahí de una vez!

Izuku sintió como la mujer que tenía en brazos temblaba de forma tenue y se reprocho en haberle prestado más atención a su amigo que a ella.

La miro a los ojos que eran de un lindo color café y le ofreció una sonrisa de disculpa mientras volvía a activar su habilidad.

La mujer pareció maravillada con la luz verde que emanaba su cuerpo. Eso le hizo sentir un poco avergonzado. No le gustaba mucho llamar la atención de extraños.

—Lo siento, ¿podría sostenerse de mí cuello, señorita? —pidió gentilmente —Tratare de bajar lo más suave que pueda.

—D-De acuerdo —se agarro del cuello del joven —Muchas gracias.

—De nada.

El pecoso con su habilidad pudo haber bajado mucho más rápido de la copa de aquel árbol pero no quería asustar mucho a la mujer —la cual ya había pasado un mal momento— así que lo hizo despacio y lento. Para cuando toco tierra el cenizo estaba frotando sus manos contra el pantalón y viéndole con un gesto aburrido mientras que de sus palmas salía humo.

—Debiste usar los guantes Kacchan —comento un poco preocupado.

—No es para tanto —le resto importancia el cenizo.

—Sí, tú lo dices...—con cuidado bajo a la mujer — ¿Está bien? ¿La lastimaron en algún lado?

—No —negó la mujer e hizo una reverencia antes los más jóvenes —Muchas gracias por su ayuda. Les estoy en deuda.

—No pasa nada —sonrió el pecoso —Me alegra ver que esta bien.

La mujer se paró y con su mirada pareció analizar a los dos chicos frente ella. Su estatura y cuerpo le hacían pensar que eran adolescentes o unos alumnos de secundaria en su último año. Aunque el de pecas le parecía más joven que eso —por su cara de niño pequeño— y el rubio lo encontraba más maduro.

Pero esas habilidades no eran algo que dos niños tendrían. Y en cualquier caso eso no sería algo que dos personas normales tendrían.

— ¿Me podrían decir sus nombres? —pregunto con amabilidad la albina con mechas rojas.

—Izuku Midoriya —respondió el pecoso y apuntó al rubio a su lado —Y él es Katsuki Bakugou.

—Midoriya-kun y Bakugou-kun —repitió sus nombres para si misma —Es un gusto. Soy Fuyumi Todoroki.

Katsuki abrió sus ojos rojos al escuchar ese apellido e Izuku trago salía nervioso.

— ¿T-Todoroki? —tartamudeo el pecoso — ¿De la familia que tiene un centro de inteligencia propio?

—Sí —asintió Fuyumi un poco nerviosa —Los mismos. Y como se ven que saben de mí familia... quisiera pedirles un favor. No, les ofrezco un trabajo con una buena suma de dinero.

El pecoso iba a negarse de inmediato. Su padre les había dicho que bajo ninguna circunstancia se involucran con los Todoroki y Aizawa al dejarlos irse solos en esa misión se los había recalcado hasta dejárselo grabado en el memoria.

Pero al parecer al cenizo le importaba una mierda todo eso.

— ¿Que tipo de trabajo es? —quiso saber el de ojos rojos y recibió por ello la mirada de desaprobación y horror de el pecoso.

—Quiero que sean los guardaespaldas de mí hermano menor —explico Fuyumi —Ha habido señales de que algo malo está por pasar y Shoto será el centro de eso.

— ¿Algo malo? —Izuku arrugó el ceño con desconfianza — ¿Cómo que Todoroki-san?

Fuyumi trago saliva y sus manos temblaron cuando al levantarlas apunto hacia el lugar donde se supone debían estar los ladrones tirados. Ambos jóvenes siguieron el camino de su dedo y notaron como los dos cuerpos ya no estaban tirados en el piso.

Habían desaparecido.

Sálvame [Crossover]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora