Seguridad inecesaria

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Últimamente estar mucho tiempo bajo el rayo del sol le causaba migraña y la comida le revolvía el estómago de una forma horrenda.

Por ende, desde hace dos meses no salía de su cuarto y no pensaba hacerlo porque a Enji Todoroki le hubiera pintado hacer una fiesta por su cumpleaños número diecisiete.

Simplemente no. Se quedaría encerrado en su alcoba —donde todo era oscuridad— y comería la única cosa que no le causaba dolor de estómago, soba frío.

Y de ser posible se mataría abriendo las cortinas.

Claro, sí cierta persona no se le adelantaba antes.

— ¡Shoto!

Desde bajo de sus mantas escuchó el sonido de su puerta rechinar y abrirse, seguido de eso el calor de la habitación comenzó a aumentar. Así que gruñó por aquel mal nacido que hubiera abierto las cortinas y ventas.

Sin embargo, cuando Shoto salió de su lugar seguro —con el pelo todo despeinado y con cara de no haber dormido en años— no pudo decir palabras al ver la sonriente sonrisa de su hermana mayor, Fuyumi.

Pero sí pudo echarse otra vez contra su colchón y llevarse un brazo a sus ojos para evitar que la luz le provocará más dolor de cabeza.

—Hola a ti también —saludo sarcástica la mayor y se acercó hasta su cama.

— ¿Que haces aquí neesan? —pregunto con la voz raspada por no usarla.

—Vine a verte Sho —se sentó en el colchón —Estaba preocupada.

Shoto bufó, sabía muy bien porque estaba preocupada. Ella, su otro hermano mayor y su padre estaban preocupados por lo mismo. Pero él no le veía el problema.

Total, no creía que pudiera morirse tan fácil.

—Entonces dile al viejo que cancele la estúpida fiesta.

Fuyumi suspiro cansada y le acarició los cabellos bicolores con cariño, su hermanito estaba de muy mal humor en los últimos días y lo entendía. Ella había pasado por algo similar, aunque menos serio que lo de Shoto.

—Sabes que no se puede. Y papá no lo hace por festejo...—volvió a suspirar y toco suavemente la cicatriz en el lado izquierdo en el rostro del menor —Cambiemos de tema, ¿síntomas?

—Odio la luz y todo lo que como me provoca náuseas —respondió honestamente el bicolor.

—Odiabas la luz desde antes Sho —soltó una risita la mayor —Eres un ermitaño de nacimiento —le apretó ligeramente la mejilla —Lo de la comida es nuevo...¿tienes...? Ya sabes...—se mordió el labio inferior — ¿Apetito?

—No —respondió un poco brusco por la sola mención de aquello —No, no tengo.

—Eso es un alivio.

Shoto asintió sin ver a su hermana y dejo que le siguiera acariciando el cabello de aquella forma tan maternal que tenía.

A los pocos segundos, sin darse cuenta, cayó dormido.

A los pocos segundos, sin darse cuenta, cayó dormido

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Sálvame [Crossover]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora