020 | new discoveries.

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» CAPÍTULO VEINTE:
' nuevos descubrimientos '

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— OH VAMOS, ESTOY DISFRUTANDO esto y creo que tú también

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— OH VAMOS, ESTOY DISFRUTANDO esto y creo que tú también.

Grité con dolor al escuchar aquello, pero mi voz salió rasposa por la sequedad y terminé tosiendo votando un poco de sangre.

— ¡Eres un monstruo! .— sus ojos se clavaron en mi dándome escalofríos y me golpeó nuevamente.

Todo mi cuerpo ardía, en especial las heridas recién hechas a lo largo de mi espalda, estaba tiritando del frío y del miedo que sentía, no podía moverme y no tenía la fuerza suficiente para pelear de vuelta, lo único que me quedaba era rogar para que me encontraran antes de que sea demasiado tarde.

Desperté con la respiración agitada y algo de sudor en mi rostro luego de aquella horrible pesadilla, hace mucho tiempo que esto no me sucedía y dios, cuánto lo odiaba, bufé pasando mis manos por mi rostro y miré la hora en mi celular, las seis de la mañana por lo que debía arreglarme para ir a trabajar o llegaría tarde. Me levanté de la cama y arrastré mis pies hacia el baño, hoy tenía demasiado sueño y confirmé que mi rostro lo transmitía cuando me miré en el espejo, tenía ojeras debajo de mis ojos pero nada que un poco de maquillaje no pudiera arreglar.

(...)

— Buenos días .— saludé sonriente a los primeros clientes del día, era una tierna pareja de ancianos.

— Buenos días cariño, queremos un café americano y un café con miel.

Asentí mientras anotaba las cosas, me entregaron el dinero y se fueron a sentar luego de darme sus nombres. Fui a preparar las cosas que habían pedido al mesón del costado cuando sentí a alguien parado junto a mi por lo que levanté la mirada algo asustada.

— Buenos días, perdón, no quería asustarte .— negué riendo levemente al ver el rostro de preocupación de mi compañero de turno.

— Buenos días y no te preocupes, ando un poco más asustadiza de lo normal.

Él asintió sonriente e iba a contestar, pero fue llamado por los nuevos clientes y se retiró bufando lo que me causó gracia. Los cafés estaban listos, antes de entregarlos saqué dos trozos de uno de los queques que teníamos para vender y llevé todo con cuidado en una bandeja a la mesa en la que estaba la pareja.

— Aquí está lo que pidieron, con permiso .— les entregué sus respectivos cafés junto a lo que había añadido por mi parte.

— Nosotros no pedimos el queque .— habló confundida la señora.

— Cortesía de la casa.

Les guiñé el ojo retrocediendo, los vi sonreír con agradecimiento y volví a mi puesto de trabajo.

𝑬𝑳𝑬𝑴𝑬𝑵𝑻𝑨𝑹𝒀  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora