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La noche de la explosión en S.T.A.R labs cambió la vida de muchas personas, creando así a los famosos "metahumanos", algunos buenos cómo The Flash y otros malos. Una joven se vió afectada, dándole poderes increíbles pero junto con sus amigos pr...
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VARIOS DESTELLOS SE COMENZARON a ver, provocando una gran molestia en mis ojos por lo que rápidamente abrí estos, miré a mi alrededor y me di cuenta de que ya no estaba en S.T.A.R labs, en cambio me encontraba en la mitad de un prado, el pasto era bastante alto y se movía al compás del viento, a unos metros había un frondoso árbol y una silueta se veía justo al lado. Me levanté algo aturdida, pero a pesar de no saber dónde estaba no me sentía en peligro o con miedo, miré hacia abajo y vi que tenía un bello vestido blanco, con unos pequeños detalles, bastante simple pero eso no le quitaba lo lindo y mis pies estaban descalzo, dejándome disfrutar de las texturas del pasto y de la tierra.
Caminé en dirección al árbol, a paso lento pero seguro y admirando de paso el paisaje, no sentía la necesidad de descubrir de inmediato lo que estaba pasando. Acomodé mi cabello colocándolo detrás de mis orejas, seguí avanzando jugando con mis dedos y finalmente llegué al árbol, descubriendo que esa desconocida silueta no era tan desconocida, no era nada más y nada menos que Olivia, quien también tenía un vestido blanco pero diferente al mío.
— ¿Olivia? .— pregunté con una leve sonrisa.
Ella se dió la vuelta dejándome ver su rostro, sonrió acercándose a mi y nos fundimos en un abrazo.
— Rosie, estaba esperando a que llegaras aquí .— dijo al separarnos y acarició mi mejilla.
— ¿Aquí? ¿donde es exactamente aquí? .— volví a preguntar.
— Es el mundo espiritual, dónde tu alma viene luego de abandonar tu cuerpo físico .— levanté mis cejas ante lo dicho.
— ¿Eso significa que morí? .— murmuré mirando mis manos.
— Se podría decir, pero siempre he considerado que la muerte es un hecho curioso, para todos es cuando tú corazón deja de latir y el último suspiro sale de tus labios, pero como podrás ver hay mucho más después .— asentí de acuerdo con una leve sonrisa.
— Lo qué hay después parece ser muchísimo mejor, todo es pacifico y sin preocupaciones .— dije apoyando mi espalda en el árbol.
— Ven, acompáñame .— miré a la mujer notando que estiraba una de sus manos en mi dirección.
La acepté sin dudar y seguí su paso, caminamos en silencio por unos minutos hasta que llegamos a un gran lago, sin poder evitarlo salté a este mojando mis pies y solté una leve risa al sentir las cosquillas que las algas provocaban.
