Charmolipi 📀 [LGBTQ+]

03 | gilbert

Si quieren que suba otro ya saben que hacer c:
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-No se tu pero a mi me parece demasiado estúpido.-opinó Alexis.

-Si quieres ver algo estúpido mírate al espejo.-respondió Dorian divertido.

-Véte a la mierda.-murmuró mostrándole el dedo medio.-¿Tu que opinas Gilbert?

-Estoy de acuerdo con Dorian.-murmuró sonriente, haciendo a Alexis rodar los ojos.

-Los odio.-murmuró, rascando ligeramente el puente de su nariz.-Tengo hambre, vamos por unos sándwiches o algo, ¿si?

-Vamos.-respondió Dorian, colocándose correctamente la mochila.-Miles dijo que había pastel de chocolate hoy.

-Uy si, que rico.-celebró el rubio.-Parece como si hubieran pasado años desde que dieron pastel en la cafetería.

-Con las calorías que tiene sería mejor que no lo vendieran.-susurró Gilbert, ganándose las miradas de sus amigos.

-Suenas como una chica.-opinó Alexis.-Deja de juntarte tanto con las chicas de danza.-rió.

-Vete al carajo.-murmuró el moreno pateando la parte trasera de las rodillas de Alex, haciendo que cayera sobre el piso.

Dorian solo rió, mientras ayudaba a Alex a levantarse.

-Dios, que vergüenza.-murmuró Alexis, caminando rápidamente hacia la cafetería.-Me vieron caerme los de primer año, muchas gracias imbécil.-dijo sarcástico.

-De nada vuelva pronto.-respondió Gilbert mientras extendía su mano para darle la mano, Alexis solo bufó.

-Vamos por mi estúpido pastel.-dijo, soltándole un pequeño puñetazo en el brazo a Gilbert.

Dorian y Gilbert caminaron más lentamente que el rubio, lo vieron hablar con Francis quien estaba formada y después como le entregaba dinero mientras ella rodaba los ojos.

-¿Van a querer algo?-les preguntó la rubia aburrida.

-Yo quiero pastel.-pidió Dorian mientras le entregaba un billete de veinte dólares.-Si de acaba, quiero un emparedado de pavo por favor.

-Okay.-suspiró mirando a Gilbert.-¿Tu que quieres?

-Nada, estoy bien.-respondió.

-Viejo, sabes que el entrenador quiere que comamos un montón, no te puedes saltar comidas.-dijo Alexis mientras estiraba la liga en mano de su hermana, para soltarla y ocasionarle un jadeo de dolor.

-Lo se, lo se, pero es que desayuné demasiado hoy, aún estoy lleno.-mintió.

-Si tu lo dices.-murmuró Dorian elevando las cejas.-Pero Alex tiene razón.

-Joder que pesados son ustedes dos, Fancis, cómprame una hamburguesa por favor.-murmuró mientras abría su cartera y le entregaba cuatro billetes de cinco dólares.

-No se les ocurra irse y dejarme sola como la última vez.-advirtió la chica entredientes.

Los tres apretaron los labios para no soltar una risa, mientras en sus cabezas se reproducía el recuerdo de Francis cayendo al suelo y tirando todo encima suyo y de unos profesores cerca de ella.

El maestro de Inglés había terminado lleno de queso para nachos.

-Se ríen y les pateo las pelotas.-murmuró señalándolos seria.

-No te preocupes hermanita, vamos a estar sentados ahí esperando a que pidas las cosas.-dijo Alex, abrazándola con fuerza.

-Suéltame.-exigió en el momento exacto en que el menor (por sólo seis minutos) revolvió su cabello perfectamente peinado.-Suéltame idiota, suéltame.-después del escuchó un pequeño grito de Alexis.

-Mamá dijo que ya no me jalaras mis vellos Francis, mi piel es sensible, zorra.-susurró, sobando su desnudo brazo.

-Y a ti te dijo que dejaras de despeinarme.-respondió cepillando su cabello con los dedos.

Ambos adolescentes comenzaron a pelear en voz baja mientras Dorian y Gilbert los miraban atentamente soltando risas de vez en cuando por lo que se decían mutuamente.

Alexis y Francis eran algo raros, pues estaban juntos casi todo el tiempo, pero siempre estaban peleando o molestándose el uno al otro, Alexis era el tipo de chico que se la pasaba bromeando todo el tiempo y hablándole a cualquier persona que se cruzara con él, mientras Francis era bastante seria y parecía estar molesta todo el tiempo, ella solo se centraba en los amigos que ya tenía y no le interesaba hacer más.

Dorian era su mejor amigo, desde que se conocieron en octavo grado, un día en que el chico lo defendiera de un montón de chicos que lo molestaban después de enterarse que practicaba ballet, estuvo a punto de abandonarlo a pesar de que lo amaba, solo era demasiado lo mucho que se burlaban de él.
Dorian fue quien lo alentó a seguir practicando ballet y quien le mostró que no debería de importarle la opinión de los demás.

Aunque aún le importaba, bastante, solo que con un tema distinto.

Gilbert se pasaba horas en el gimnasio después de la cena con sus padres, tenía una estricta dieta consigo mismo que seguía al pie de la letra, tenía dos comidas forzosas al día por sus padres y si llegaba a comer más de la cuenta, se obligaba a si mismo a vomitar.

Como ese día, después de comer la hamburguesa tendría que correr al baño para devolver sus alimentos, incluso cargaba con un cepillo de dientes, pasta y enjuague bucal a todos lados.

No estaba orgulloso, pero ya llevaba haciéndolo casi tres años y simplemente no podía dejar de hacerlo si quisiera (lo que no quiere) porque incluso su cuerpo se había acostumbrado tanto a la escasez de alimentos que al consumir de más, sentía a su cuerpo rechazar el exceso y era ahí cuando corría al baño a meterse los dedos por la garganta.

Él solo quería sentirse bien y verse bien, quería que le gustara lo que veía en el espejo cada mañana, quería sentirse a gusto con el reflejo que le daban los espejos del salón de danza, él de verdad quería quererse.

Miró de reojo como Anastasie y Laurie pasaron detrás suyo mientras hablaban animadamente, mirando la pantalla del teléfono de la castaña.

Fue inevitable para Gilbert no quedársele viendo fijamente a Laurie, que esperaba al final de la fila.

¿Cómo le hacía?

Juraba verlo comer porquerías por montones y no estaba en ningún equipo deportivo, en educación física perdía el aire a las diez vueltas y su físico era perfecto.

-¿A quien ves?-preguntó Dorian sonriente.-¿Te gusta Anastasie o finalmente vas a salir del clóset y nos dirás que te gusta Laurie?-rió.

-Que no soy gay, joder.-dijo rodando los ojos.

-Lo se, solo me gusta hacerte enojar.-respondió Dorian guiñando un ojo.

-Y si lo fueras, nadie podría juzgarte porque Laurie está como quiere.-aportó Alexis, ganándose las miradas divertidas de los otros tres.

-Ya salió el peine.-murmuró Francis con una ceja arqueada.

-¿Qué? Yo estoy demasiado cómodo con mi masculinidad como para decir que otro tipo está bueno.

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K opinan?

Amo a Gilbert, en realidad amo a todos.

Los desórdenes alimenticios no sólo los tenemos las mujeres y es momento de hablar de ello.