El mejor error de mi vida {Marco Asensio}

Capitulo 31. Fiesta

Narra Marco
¿Felicidad? Si, ahora ya puedo decir que si sé a ciencia cierta qué es la felicidad, o al menos para mí. La felicidad para mí está ligado totalmente a la paz interior, sentirme cómodo y a gusto. Carolina, mis amigos, mi hermano y mi padre hacen que ahora esté en una paz interior y en un sensación de comodidad infinita.
Me levanto de mi silla del comedor para ir a buscar a Carol, Dani y unos cuantos más bailarines. Normalmente todos comemos/desayunamos/cenamos (dependiendo de la hora a la que sea el entrenamiento o si tenemos que estar concentrados) juntos y con el mayor número de personas sentadas en la mesa y hoy ellos se han retrasado. Me dirijo junto con Lucas e Isco a la sala de baile donde nos encontramos a algunos de los bailarines ensayando una coreografía algo más "urbana". Carol está llevando el tempo contando hasta 8 en cada uno de los pasos. Sonrío instintivamente al verla tan concentrada bailando. Ella suele bailar algo más contemporáneo y ballet, no mucho hip hop aunque también se le da genial.
-Ostia Chencho cuidao'. -me dijo Isco mirando al suelo. Yo le miré sin entender nada y él rió.- Si, no vaya a ser que te escurras con el charco de babas.
-Tío, sabía que eres tonto pero es que últimamente te estás superando. -le dije negando con la cabeza por su anterior comentario.
-Encima que lo hace por tu bien... -dijo el gallego poniendo una mano en mi hombro y yo la quité rodando los ojos.
-Tú cállate también anda. -les dije y esperamos a que la música acabara de sonar para poder llamar la atención de los chicos que aún seguían ensayando.
-Ay hola. -dijo Laura cuando nos vio.
-Hola chicos. -dijimos nosotros tres y nos miramos con "asco" (de broma) entre nosotros por la coincidencia.
-Llegamos tarde a la comida, ¿verdad? -dijo Carol acercándose a mí con los brazos abiertos para rodear mi cintura con ellos. Yo puse uno de mis brazos por su espalda, recorriéndola con caricias de arriba a abajo y dándole un beso en su cabeza, que descansaba en mi pecho.
-Si señorita, un poco. Pero aquí venimos estos tres maravillosos hombres, yo sobre todo, a avisaros y llevaros hasta el maravilloso comedor en el que todos os estamos esperando para poder incarle el diente a la comida. -dijo Lucas y todos reímos.
-Qué mal le sienta no comer, ¿no? -me dijo Carol en un susurro y yo asentí riendo. Llegamos al comedor y comimos entre risas, como la gran mayoría de los días.
-Oye. -dije para llamar la atención de Carol, que tenía su típica sonrisa alegre en la cara hablando con Nacho de su hija.- Nunca te había visto tan concentrada dirigiendo un entrenamiento.
-Bueno, es que intento que todo salga lo mejor posible. Ahora no tenemos muchas competiciones y tampoco son muy importantes, pero no podemos perder la técnica y mucho menos las ganas. -me dijo sonriendo.
-Madre mía, que bien hablas rubia. -le dije sonriendo estrechándola contra mí pasando un brazo por su cintura alta.
-Oye, no sé a vosotros pero a mí hoy me apetece fiesta. -dijo Marcelo.
-Pues si queréis llamo a la discoteca de siempre para que nos guarden el reservado. -añadió Sergio después de beber agua de su vaso. Muchos asentimos ante su proposición y el capitán hizo la llamada de la que segundos antes hablaba.

En la discoteca
Ya he llegado a la discoteca junto con Maca y Lucas. Vivimos prácticamente al lado y hemos decidido traer mi coche para no traer dos. Salimos del parking público en el que he aparcado el coche y caminamos hacia la discoteca (que está al lado del parking) para subir al reservado donde ya se encuentran unos cuantos amigos nuestros. Pasados unos pocos minutos, veo que abajo del reservado se oye barullo y ajetreo por lo que todos los que estábamos ya allí nos levantamos del sofá y nos acercamos a mirar por la barandilla. No es la primera vez que alguien nos reconoce a alguno de nosotros y se forma lío alrededor nuestra para conseguir una foto o un autógrafo, por lo que tampoco nos extraña. Al mirar nos damos cuenta de que esta vez no es ningún futbolista el que está atrapado entre un montón de gente, si no Carol. La rubia intenta avanzar entre la multitud de gente que la rodea y a la vez hacerse fotos con la mayoría de personas que puede. Al final, después de una larga e intensa lucha para salir de ahí, consigue subir las escaleras y llegar junto a nosotros.
-Creía que no ibas a conseguir pasar de ahí abajo. -le dije rodeándola con un brazo en sus hombros.
-Lo sé Marquito, yo tampoco estaba convencida de poder hacerlo. -me dijo riendo, contagiándome su risa, acompañado de un golpe flojo en mi pecho.
-¿Quieres algo de beber?
-Mmm, agua.
-Ay agua. -llegó Daniel burlándose de Carol por detrás. Luego la abrazó solamente con un brazo ya que en el otro llevaba su cubata y los tres reímos. No hay nadie en el grupo que beba excesivamente, de hecho la mayoría no bebemos.
La noche pasó tranquilita, la mayoría de los chicos nos quedamos en el sofá hablando y, sobre todo, las chicas, Marcelo y algún compañero nuestro también se quedaron bailando en las pistas que hay en los "balcones" por los que se ve la pista de baile de abajo.
-¡¡Esto se llama té de campana!! -se oyó cantar (Bueno, más bien gritar) a toda la discoteca y yo miré hacia donde estaba mi (qué bien suena) novia. Estaba cantando y bailando con María, Pilar y Laura, bueno, también estaba perreando con Marcelo. Cuando cambiaron de canción, Carolina vino hacia el sofá y (con la ayuda de Nacho, todo hay que decirlo) consiguió llevarme a bailar con ella.
-Me rehuso a darte un último beso así que guardalooo. -cantó en mi oído ya que estábamos bailando bastante juntos.
-Para que la próxima vez te lo de haciendolooo. -canté esta vez yo y ella sonrió cambiando sus manos en mi nuca. Me acerqué a ella y le planté un buen beso. El resto de la noche pasó de maravilla y en gran parte estoy seguro de que fue por eso. A fin de cuentas solo necesito 5 minutos con Carol para que el día más negro se vuelva más colorido que un arcoíris. Carol, por si estás leyendo esto, te quiero mucho.