Capitulo 44. Dolor

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Parece que últimamente Cupido no está muy acertado tirando flechas. Mi desastrosa y corta historia de amor ya la conocéis, pero ahora el que está roto de dolor por una decepción amorosa es Daniel. Sí, Daniel. Hace un tiempo os dije que Dani y Laura tenían algo, tenían porque ya todo es pasado. Al parecer, basándome en lo que ahora mismo me está contando el rubio, Laura ha decidido cortar la relación que tuvieran porque se ha dado cuenta de que Dani es su amigo, y quiere que siga siendo así. Él, que había empezado a construir los cimientos, casi ya los ladrillos, de su historia de amor, ahora lo único que está intentando reconstruir son los pedacitos en los que una parte de su corazón se habían roto. Os digo y, tristemente, por experiencia propia y reciente, que volver a pegar esos trocitos es muy difícil. De hecho, creo que es imposible volver a pegar los trocitos reconstruyendo el corazón con la misma forma que antes de sentir el dolor que deja una despedida, un "no es por ti, es por mí" o un engaño. Quizá, y solo quizá en eso consiste la vida, ¿no? En, a pesar de los golpes y el dolor que esta te depare, seguir adelante, cambiado o no, con el corazón pegado o entero, pero adelante.

Me siento en la cama para abrazar a mi amigo dejando antes un café con leche para Dani y un Colacao caliente para mí en la mesita que tengo al lado de la cama. Por mucho que haya pasado, obviamente sigo siendo la misma persona, Carolina Díaz, y me mata ver llorar a alguien y mucho más si es una persona a la que realmente quiero.
-Dani, no llores más, por favor. Te lo ruego, te lo suplico, te lo imploro. -dije bajándome (casi rodando hasta llegar al final) de la cama para arrodillarme en el suelo juntando mis manos. Mi "mellizo" me miró y una sonrisa apareció en su rostro. Yo, contenta y aplaudiendo cual tonta, pegué un saltito llegando de nuevo a la cama.- ¿Sabes que vamos a hacer? Bailar. Venga, vamos.
-No, Carol. No tengo ganas de bailar ahora mismo. -me dijo y yo negué con la cabeza cogiendo sus brazos con los míos y haciendo fuerza para levantarle de mi cama.
-¿Tienes algún plan mejor? Porque que yo sepa bailar (y sobre todo conmigo) -dije esto último con aires de diva una vez que el rubio ya estaba de pie.- es mejor que estar aquí comiéndote los mocos y llorando por alguien que, obviamente, no merece tus lágrimas.
-Ay amiga, como se nota que me lo dices desde la experiencia. -dijo pasando un brazo por mis hombros comenzando a andar. Sé que os puede parecer raro, pero al sentir contacto en mi cuello una especie de corriente bajó por mi espalda. Marco estaba acostumbrado a apoyar un brazo en mis hombros para tenerme más cerca suyo e, instintivamente, ya siempre relaciono este gesto con él. *Carol deja de pensar en él*
Dani y yo bajamos por el ascensor a la planta en la que está nuestra sala de baile. Aquí hay más salas vacías o llenas de trastos inservibles pero que tienen que estar en algún sitio. Entramos en una de esas salas para no tener que ir a la sala de baile "oficial" por así decirlo y montamos una coreografía. El baile quedó muy bonito y a la vez muy emotivo. Se notaba que en cada uno de los pasos estábamos desahogándonos, soltando todo el dolor que habíamos sufrido en estas últimas semanas.

-Luisa, ¿queda helado? -le pregunté a la trabajadora que hoy estaba atendiendo en la barra del comedor. Llevaba una bandeja de comida para Dani, que había preferido quedarse en mi habitación esperándome poniendo una película y claramente el chocolate alivia las penas, así que no creo que la tarrina que ahora llevaba en un hueco de la bandeja volviera a entrar en la cocina con algo en su interior.
-Niña, ¿y tu comida? -me preguntó ella dulcemente.
-No te preocupes, Luisa. No tengo hambre. Con el helado me vale. -dije intentando sonreír y hablando lo más agradable que mi cuerpo me permitía. No es que ahora me hubiera vuelto una asquerosa de la noche a la mañana, pero no me sale ser como antes era.
-Un helado no es comida. Come algo, aunque sea por mí. -dijo poniendo esa típica cara a la que nadie puede decir que no.- No quiero que caigas enferma.
-¡Ay! -dije sonriéndole quitándole importancia por su preocupación.- No me va a pasar nada porque un día no coma, de verdad.
Al final salí del comedor con una bandeja de comida, dos botellas de agua y una tarrina de helado con dos cucharas preparadas para ser introducidas en la crema helada. Me crucé a Marco en el pasillo, aunque no estaba solo, si no con Jùlia hablando. Os mentiría si os dijera que no me molestó pero claramente no voy a reprocharle nada porque no puedo ni estoy en mi derecho, para empezar porque ya no somos nada. Él me miró mientras yo intentaba mirar en todas direcciones menos la suya. Era consciente de que un simple choque de miradas me hundiría más ahora mismo y no puedo dejar que eso pase. Es básicamente lo que hace unas horas le dije a Dani: Marco no merece mis lágrimas, así que no se las voy a regalar. Tampoco voy a pensar en él, ni tener noticias suyas, ver fotos suyas...

Marco Asensio ya no existe en mi vida.

El mejor error de mi vida {Marco Asensio}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora