Capitulo 32. A tres metros sobre el cielo

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-No entiendo como os pueden gustar estas películas, de verdad. -comentó Isco levantándose del sofá de Marco. Hemos venido unos cuantos a pasar la tarde y, por petición femenina, estamos viendo A3MSEC. Claramente y como todas sabíamos que iba a pasar, no hacen más que quejarse, pero intentamos obviarles lo máximo posible.
-¿Te callas de una vez? -dijo Sara y todos reímos. El malagueño volvió de la cocina con una lata de Coca-Cola y la miró con una mano en el pecho haciéndose el ofendido.- Lo siento cariño, pero es que no callas ni debajo del agua.
-En verdad Isco lleva razón. Estoy seguro de que habéis visto esta película ochocientas veces y aquí seguís babeando por el H este. -dijo Sergio.
-Perdona perdona, un respeto eh. Más quisieras tú ser como él, tanto H como Mario (Casas). -dije yo apuntándole con un dedo. Iba totalmente en serio.
-Yo estoy mejor que Mario Casas. -dijo Marco sonriendo como un chulo y nosotras rodamos los ojos. Los chicos rieron y decidieron ir al gimnasio que Marco tiene en su sencilla y pequeña casa (nótese la ironía) en la planta de abajo. Nosotras asentimos sin hacerles mucho caso y comenzaron a andar con destino: gimnasio. Marco, antes de irse, se paró detrás mía (por el otro lado del sofá) y me dio un beso en la mejilla. Sonreí instintivamente y le susurré un "llevas razón, tú estás mejor que Mario" en su oído haciendo que el mallorquín también sonriera. Me dio otro beso, esta vez en la cabeza, y se fue al gimnasio junto a sus amigos.

No puedo estar mejor con Marco, de verdad que es imposible. Todos los días, y eso que hay días que nos hemos visto menos de 10 minutos entre ensayos, entrenos y partidos, hace que sonría unas 100000 veces con sus tonterías, sus caras raras, sus sonrisas o simplemente al pronunciar mi nombre. "Carol" o "rubia" quedan tan bien en su voz...

María mueve una de sus manos por delante de mi cara haciendo que salga del ensimismamiento en el que estaba metida pensando en Marco y vuelvo de nuevo a la Tierra.
-¿Hola? ¿Estás ahí? -me dijo la mujer de Nacho y yo paré su mano.
-Si, claro que estoy aquí. ¿Que decías? -le dije acomodándome en el sofá para poder verles las caras a todas mis amigas.
-Nos preguntábamos qué tal estabas con el Mario 2.0 -dijo Alice, la novia de Álvaro Morata, haciendo referencia al mallorquín. Alice no tiene mucho tiempo para quedar porque siempre está entre Italia y España y encima tiene que dedicar mucho tiempo a su propia marca, Masqmai, pero aún así es una gran amiga y nos llevamos muy bien entre todas.
-¿Yo? Bien, como siempre. Ya sabéis cómo es Marco, es un buscador incansable de mi felicidad y mi sonrisa. -dije esto último sonriendo. Marco me da todo lo que quiero y también todo lo que necesito: alguien que me apoye, me quiera y que esté ahí, y con Marco soy muy pero que muy feliz.
-Ay que enamorada estás. -dijo Maca tapándose la cara con sus manos.
-No estoy enamorada. -sentencié y todas me miraron como si acabara de decir una verdadera barbaridad.- No estoy enamorada, ¿verdad? -añadí echando mi cuerpo hacia atrás, recostándome de nuevo en el sofá. Nunca me había planteado el estar o no enamorada del 20 y ahora mismo no sé si lo estoy o no.
-Cariño, eso no es malo. -dijo Pilar levantándose de su sitio en el sofá para agacharse enfrente mía.
-No quiero enamorarme, no quiero. -dije mirándoles.
-¿Por qué? -preguntó Sara.
-Muy fácil, no quiero sufrir.
-¿Acaso tú no has visto como te mira Marco? Si esto está encharcado de tanta baba. Carol, Marco no te haría daño nunca, solo hace falta verlo para saberlo. -dijo Maca y yo asentí. En verdad lleva toda la razón del mundo, Marco me cuida como poca gente lo ha hecho en mi vida.
-Bueno,que no me metáis pájaros en la cabeza, que bastante tengo yo con lo que tengo. -dije riendo y levantándome del sofá para evitar sacar de nuevo el tema y lo que eso conllevaba, rayarme. Las chicas me acompañaron después de apagar la televisión y fuimos a ver qué tal iban los chicos en el gimnasio. No duramos mucho abajo porque ellos ya estaban recogiendo lo poco que habían puesto por medio. Volvimos a subir al piso de arriba y nuestros amigos se fueron. Yo me quedé ayudando a Marco a recoger. No había mucho pero si se habían quedado algunas latas de refrescos en la mesa y unos cuantos platos en los que antes habían tentempiés (sanos, pero tentempiés).
-Carol, no hace falta que te quedes a recoger, de verdad. -me dijo Marco cogiendo dos platos de la mesa pequeña del salón.
-¿Es una forma educada de decirme que me vaya? -dije riendo tirando a la basura las latas.- No me cuesta nada Marquito.
-Bueno, como quieras. -me respondió sonriendo y se puso a lavar los platos en el fregadero. Cuando terminé de tirar y recoger todo, me acerqué a él y le abracé por la espalda dejando mi cabeza apoyada en esta.
-¿Te he dicho alguna vez que te quiero? -le dije.
-Pues no sé, no me acuerdo eh. -me dijo sonriendo.
-Normal, porque no te quiero. -le dije y empecé a reír. Él me miró mal pero terminó uniéndose a mi risa.- Te quiero mucho Marquito.
-Yo más rubia, yo más. -dijo terminando de darse la vuelta para tener mi cara frente a la suya y me abrazó. Bajó sus manos de mi espalda a mis piernas y me cogió dejándome en su hombro con cuidado de no darme con ningún mueble. Fuimos al salón y me dejó despacio en el sofá, acción acompañada de un beso en los labios. Luego se separó y se puso algo más serio.- Quiero decirte algo.
-Adelante. -dije moviendo mi brazo como si le diera ánimos para empezar a hablar. Él se movió en el sofá y sacó de su bolsillo trasero unas llaves.- Wow Marco, de verdad, estoy súper contenta de que ya sepas que esto es para abrir puertas. -dije riendo y él rodó los ojos dándome por imposible.
-Estas llaves son para ti. -me dijo y subí a mis cejas sin entender nada.- Son las llaves de esta casa. No es para que te vengas a vivir ya, no te preocupes. -dijo nervioso por mi cara de asombro.- Pero sí te puedes traer algo de ropa para cuando te quedes aquí a dormir y así no tengas que traerte una mochila como haces siempre. También podrás venir a bailar al gimnasio cuando quieras y así no tendrás que pasar frío en el campo de entreno de Valdebebas ni esperar para que los que estén utilizando la sala de baile terminen. No sé... ¿qué me dices? -terminó de decir algo más tranquilo aunque todavía no había apartado la mano que tenía en su nuca, signo de que seguía teniendo nervios por mi respuesta. En cambio yo lucía una sonrisa de oreja a oreja.
-Quedarán bien con mis llaves, ¿verdad? -dije cogiendo mis nuevas llaves y viendo como Marco sonreía igual que yo. Me abrazó aún estando en el sofá y terminó haciéndome cosquillas, como siempre.

A tres metros sobre el cielo estoy ahora mismo. Marco ha decidido dar un paso, pequeño pero un paso, más en nuestra relación y yo le he cogido la mano gustosamente para darlo juntos. Ahora tendré que hacer las maletas, ¿no?

El mejor error de mi vida {Marco Asensio}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora