Capitulo 43. 2018

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Año nuevo, vida nueva. Eso dicen, ¿no? Pues ahora mismo desearía tener el poder de cambiar de cuerpo, ser otra persona de la punta más lejana a Madrid.
Hoy todos tenemos que volver de las vacaciones y no tengo ni pizca de ganas de ver a nadie. He pasado todas las navidades sola, sin salir de Valdebebas y sin hablar con nadie que no haya sido mi yo interior. Tenía la esperanza de que al menos mis tíos me llamaran para felicitarme el año nuevo, pero ni siquiera me han contestado la llamada que les hice al ver que por su parte no iba a recibir ninguna.
Sinceramente estos días me han servido para aclarar ideas y encontrarme a mí misma, cosa que antes no había hecho. He determinado pasar de todo y todos y vivir mi vida. Tengo claro que nadie me va a arruinar mi carrera, mi paso por el Real Madrid y mucho menos mi vida. Aunque duela tengo que enfrentar los problemas que llevo arrastrando desde hace tiempo, incluso mucho antes de conocer a Marco. Con respecto a él, he decidido seguir como ahora; totalmente alejada de él, de sus miradas, de sus palabras y de todo lo que, de alguna manera, me una a él. Sus sudaderas ya no están en mi armario y no queda ni una foto suya en mi móvil. Ahora ya no encontrareis mi cuenta de instagram en los seguidores del mallorquín y ninguna conversación en mi chat con el que ahora es, solamente, Asensio.

Me preparo para afrontar el volver a la "normalidad" y volver a entrenar con el resto del equipo. Hoy haríamos un entrenamiento más dedicado a la formación física para ver que no hemos perdido nada entre turrones y mazapanes.
-¡Carol! -exclamó Laura al verme entrar en el vestíbulo de la ciudad deportiva haciendo que los demás presentes (qué casualidad que Asensio tenía que estar allí) se giraran a verme.- ¿Que tal tía?
-Bueno, viva supongo. -dije abrazando a mi amiga.- Feliz año a todos. -dije separándome de Laura y mirando al resto de personas que había allí. Sigo enfadada, es obvio, pero sigo teniendo educación.
-Feliz año. -contestaron. Nos separamos y los jugadores de fútbol salieron al campo de entreno, los de baloncesto se dirigieron a la otra parte de Valdebebas y nosotros fuimos a la sala de baile. Allí ya estaban Miriam y Javi a los que saludamos y felicitamos el año.
-Bueno chicos, hoy el entrenamiento lo dirijo yo. -dije y al ver que Jùlia iba a abrir la boca añadí.- A quien no le parezca bien Javi tiene un buzón de quejas ahí mismo. -respondí y Javi me siguió la corriente haciendo como si sujetara una pesada caja llena de quejas. Yo le sonreí y empezamos a estirar. Hicimos una ronda de calentamiento intenso y luego ejercicios de fuerza. Nosotros siempre entrenamos con música, sea para ver la forma física como hoy o cualquier otro entrenamiento. Al parecer terminamos más tarde que los demás jugadores y vinieron a vernos. Por el reflejo del espejo veía que Marco no paraba de mirarme pero yo intenté no conectar mirada con él en ningún momento. No era el momento ni el lugar para venirme abajo.
Cuando empezamos a recoger lo que habíamos utilizado, los jugadores (casi todos de fútbol) se acercaron para hablar con nosotros. Estuvieron hablando de las vacaciones de Navidad y yo me limité a seguir recogiendo y cantando las canciones que sonaban por los altavoces. Mis navidades habían sido demasiado tristes a nivel personal y no tengo ganas de hablar de ellas.
-¿Y tú, Carolina? ¿Qué has hecho en Navidad? -me preguntó Álvaro Morata. Antes de irnos de vacaciones ya todos me llamaban Carolina al darse cuenta de que por Carol no iban a obtener respuesta por mi parte. Me giré para mirarles y subí los hombros.
-Nada, pensar.
-¿No te has ido a ningún lado? -dijo Keylor.
-Sí, de mi habitación a aquí, a la cocina y al baño. -dije para dar por terminada la conversación y volver a girarme para seguir recogiendo esterillas del suelo. Todos entendieron que no iba a seguir hablando y volvieron a interactuar entre ellos. Eso ya no me molestaba, a fin y al cabo ya me había terminado acostumbrando.

Narra Marco
Estábamos en la sala de baile y yo no podía prestar atención a otra cosa que no fuera Carolina. Había contestado fríamente a la pregunta de Álvaro dando a entender que ha pasado todas las navidades sola en Valdebebas.
Sabía que la rubia no quería saber nada de mí, sabía que no quería hablar conmigo ni verme, pero yo sí y necesitaba hablar con ella, intentar recuperarla o al menos que me dé la oportunidad de explicarle todo. Me levanté del suelo donde todos estaban hablando y me acerqué a Carol, que estaba poniéndose una chaqueta de chándal en un banco. Al ver cómo me acercaba, se levantó y cogió rápidamente su mochila dispuesta a salir de la sala de baile sin dejarme abrir la boca.
-¡Carolina espera! Por favor. -dije esto último más bajito. Ella se frenó y yo aceleré mis pasos para ponerme a su altura.- Necesito hablar contigo.
-Ya, pero yo contigo no. Dejamos todo muy claro en la cena de Navidad. Te dije todo lo que te tenía que decir. -me dijo y empezó a andar de nuevo. Yo agarré su mochila haciendo que volviera a parar.
-Perdón, vale, perdón. La cagué mucho.
-Vale, ya lo he escuchado. ¿Me puedo ir?
-¿Y que pasa con el concierto? ¿Qué pasa con esa carta que dejaste encima de mi cama antes de irnos a la cena?
-En el momento en el que lo dejé tenía una venda en los ojos que se me cayó horas después. Cuando fui a recoger todo, en lo último que pensé, fue en esa carta. -respondió y paró un segundo.- Ya me has engañado, caí en tus brazos como una tonta. Puedes contárselo a quien quieras, no me importa. Pero lo hice una vez, no dos.
-Voy a ser incapaz de escuchar Cuando me siento bien sin ti a mi lado en el coche o en el concierto. Es nuestra canción. -dije cogiéndole las manos.
-Esa canción ya no significa nada para mí.
-Hace unas semanas era tu canción favorita.
-Era mi canción favorita porque me recordaba a ti, a nosotros. Ahora mismo, por esa misma razón, la canción solo me produce dolor, rabia y asco. -dijo soltándose definitivamente de mis manos y marchándose, una vez más, sin mirar atrás.
Apoyé mi espalda en la pared y me deslicé por ella poco a poco hasta llegar a sentarme en el suelo con las piernas dobladas y mis codos apoyados en las rodillas sujetando mi cabeza.
Sus palabras se habían clavado en mí. Mi cabeza era incapaz de borrar sus frases y las repetía en bucle una y otra vez. Nunca unas palabras habían significado y dolido tanto para mí.

El mejor error de mi vida {Marco Asensio}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora